

«Los chavales han recibido pocos homenajes para lo bien que lo hicieron»
Desescalada ·
La llegada de la inmunización encendió una luz al final del túnel de la pandemia. Colegios y residencias fueron dos de los escenarios donde esa confianza se hizo tangibleRecuerdo a muchos residentes que fueron los primeros en vacunarse y que lloraron. Nosotras también. Aún guardo algún vídeo de aquellos momentos», cuenta María Jesús, ... supervisora de auxiliares de enfermería de la residencia de Fray Leopoldo, con la voz entrecortada al revivir aquellos días de diciembre de 2020. En marzo, los mayores quedaron atrapados en las residencias. El virus los golpeó con fuerza, los arrebató por miles y, al principio, no había respuestas. Solo el aislamiento podía salvarles. En la residencia donde trabaja María Jesús Cuadrado se inyectaron las primeras dosis de la vacuna de Pfizer que llegaron a Andalucía. Para los ancianos del centro, como para tantos otros en el país, aquellas dosis significaban la esperanza de recuperar los abrazos que la pandemia les había arrebatado.
Junto a ella, en la nave del Parque Norte de Bomberos, uno de los epicentros de la campaña de vacunación que abrió el 27 de mayo de 2021, están con Diego Tobaruela, director del colegio El Carmelo, y César Puerta, coordinador de voluntarios de Protección Civil. Aquel 'vacunódromo', donde se llegaron a inocular hasta 600 dosis por hora, vino a completar el trabajo de Fermasa y de los 36 centros de salud que administraban vacunas en la capital granadina
«Yo me vacuné justo donde ahora está ese camión de bomberos», recuerda Diego. «Recibimos las vacunas como la luz al final del túnel». Mientras tanto, los colegios trataban de adaptarse, de convivir con la enfermedad, con los protocolos, con las mascarillas y con las distancias. La primera ola obligó a los docentes a reinventarse, a dar clases desde casa y a convertir la tecnología en su mejor aliada.
«Nos sentábamos a tomar un café y, simplemente, a charlar y a escucharnos»
César Puerta
Coordinador de Protección Civil
«Creo que los chavales han recibido pocos homenajes para lo bien que lo hicieron», reflexiona Diego. En El Carmelo no se cerró ningún aula, y la colaboración tanto de los alumnos como de sus familias fue ejemplar. Pero también recuerda la angustia de muchos padres, sobre todo cuando había abuelos en casa. «Optamos por una política de transparencia absoluta; la comunicación con las familias era constante».
Y vuelve a aquel septiembre de 2020, cuando los niños regresaron al colegio tras seis meses sin pisar sus aulas. Había nervios por reencontrarse con los compañeros, patios divididos, manos impregnadas de gel hidroalcohólico, turnos escalonados para comer el bocadillo en el recreo y flechas por todas partes. «Sí, hicimos todo lo que estuvo en nuestra mano para que aquello funcionara, y ese espíritu es el que no deberíamos perder. Porque trabajamos juntos y todo salió adelante».
«Saldremos mejores»
Ese mismo espíritu guiaba a los miembros de Protección Civil, que asumieron rápidamente tareas de las que nadie se había responsabilizado pero que eran absolutamente necesarias en aquel momento: recogida y custodia de material sanitario, reparto de alimentos, de libros para escolares, de medicinas. «No se habla lo suficiente de la atención telefónica que dimos a tanta gente que simplemente nos llamaba porque se sentía sola y necesitaba hablar», explica César.
La sede de Protección Civil está justo al lado de este improvisado centro de vacunación, «en esta nave tan grande», continúa Puerta «nos sentábamos los compañeros simplemente a tomar un café y a hablar y a escuchar. Porque había mucho que escuchar». Y los tres están de acuerdo en que aprendimos a valorar el momento, «y lo sencillo; y esa fue una de las cosas más bonitas que nos dejó la pandemia», recuerda el director de El Carmelo. Lo maravilloso de tomar un café con un amigo, celebrar la Navidad en familia, ir al colegio o dar un abrazo.
«Ante una adversidad siempre pienso: si fuimos capacer de salir del covid, podemos con esto»
Diego Tobaruela
Director de El Carmelo
El covid supuso un antes y un después en nuestras vidas, como una marca en el tiempo. Los acontecimientos de la vida suceden con esa referencia: si ocurrió antes o después del confinamiento. En las residencias la cautela aún les acompaña. Pero la vida sigue. Y en los coles: «aún hoy», explica Tobaruela, «cuando surge algún problema en el colegio, digo: «si fuimos capaces de salir adelante con la pandemia, ¿cómo no vamos a poder con esto?».
El 15 de octubre de 2021, y tras 120.000 pinchazos, el vacunódromo del Parque Norte cerró sus puertas. Un mes antes lo había hecho el de Fermasa. La luz estaba ahí, la pandemia no nos venció.
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