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Teresa, Dani, Leo y Diana, en uno de los balcones de la urbanización Ciudad de la Luz, en Zona Norte. JAVIER MARTÍN
Especial IDEAL | Covid cinco años después

Cinco años asomados al balcón de la esperanza

Los vecinos de la urbanización Ciudad de la Luz crearon un grupo de whatsapp para saber a quién tenían al lado, organizar fiestas temáticas y cuidarse unos a otros. El más pequeño de todos era Dani, vecino que cumple tantos años como la pandemia

Viernes, 14 de marzo 2025, 00:12

El 13 de marzo de 2020, los vecinos de la urbanización Ciudad de la Luz, en Zona Norte de Granada, no tenían grupo de whatsapp. Demonios, ni siquiera se conocían. Cuando las puertas se cerraron para impedir que aquel bicho desconocido y terrorífico entrara en sus casas, como si fuera un vampiro que respetara ciertas normas, abrieron las ventanas para que corriera el aire. A las ocho de la tarde se asomaban para aplaudir el trabajo de los sanitarios y, de paso, sonreír, saludar, guiñar y descubrir al que tenían enfrente. Así crearon una familia en resistencia con la que retaron a la mayor de las tristezas con una fiesta semanal, desde sus balcones. El más pequeño de todos era Daniel.

Cinco años después, un lluvioso 13 de marzo de 2025, Dani y su hermano Leo salen corriendo de su piso y se cuelan en el de Diana, puerta con puerta. Ambos llevan un pijama de Spider-Man que les confiere poderes extraordinarios para saltar, lanzar telarañas invisibles y atacar cariñosamente a su vecina. «¿Alguien quiere un chocolatillo?», pregunta Diana para calmar a los pequeños. «¡Síííí!». Al momento entran Teresa y Fran, los padres de los niños, que saludan como cuando Chaedler y Joey entraban en el piso de Rachel y Monica, en 'Friends'. «Nos hicimos amigos en la pandemia. Buenos amigos».

«La pandemia nos unió bastante, nos convirtió en una familia»

Desde el balcón, los cinco saludan a Iván y su hija Lucía, que están al otro lado de la piscina. Y a María y su perrita Sheera, que ladra como si quisiera hablar. Y a Encarnación con sus niñas, que han salido con el silbato que usaban hace cinco años… Dani abre la palma de la mano y estira tanto los dedos que parece que crecen. «¡Tengo cinco años!», exclama. Él fue uno de esos niños que descubrió la vida desde el balcón, con esas palmadas que hoy engurruñen el estómago con un chasquido, con una sensación que parece de otra vida: la mascarilla, los guantes, la distancia de seguridad... Cinco años extraños de regreso a la vida que para Dani, sin embargo, son la más absoluta normalidad.

Diana, Teresa, Dani y Leo saludan a Encarnación y sus hijas, y a María y su perrita Sheera. JAVIER MARTÍN

«La pandemia nos unió bastante, nos convirtió en una familia», recuerda Diana Abedin, vecina de Dani, Leo, Teresa y Fran, y del resto de 300 pisos que conforman la Ciudad de la Luz. Casi 800 personas. «Antes de la covid no nos conocíamos. Entonces abrimos el grupo de Whatsapp y empezamos a hacer piña». En aquellos días de absoluta incertidumbre, de miedo, las noticias siempre eran difíciles de digerir. Sin embargo, los vecinos de esta urbanización buscaron la manera de iluminar, al menos un poquito, la penumbra que les rodeaba. «Aquí viven muchas familias con niños y lo hicimos principalmente por ellos, por los más pequeños». Cada semana organizaban una fiesta temática y se disfrazaban con lo que podían, decoraban sus balcones y salían a bailar y a cantar. «A los niños les cambiaba la cara».

«Fue una época dura, pero también bonita», recuerda Diana, que en aquellos días preparaba unas oposiciones y ahora trabaja en el equipo de implementación de la multinacional Strada, la empresa de Granada con más empleados. «Mi vida ha cambiado en todos los sentidos. Fíjate –ríe–, gracias a la pandemia conocí a mi pareja, un investigador de la UGR que tuvo que regresar de Islandia por la covid». Ahora, dice, se conocen todos, celebran cumpleaños, organizan quedadas y juntos han visto a aquellos niños convertirse en pequeños hombres y mujeres.

La pandilla

Iván y Hugo tenían 12 y 8 años en el confinamiento. «Ya no tengo niños, me temo», bromea Sonia Martín, su madre. La pandilla de la urbanización ha cambiado los juegos en el patio por darse paseos por el centro comercial, pero siguen siendo muy amigos. «Ellos no recuerdan la pandemia mal –sigue Sonia–, los tuvimos bastantes entretenidos con las fiestas. Preparaban disfraces y decoración con mucha ilusión, se volvieron muy autónomos y aprendieron que todos tenemos que hacer cosas para que la convivencia funcione».

Sonia Martín tiene una policlínica en la calle Joaquina Eguaras y, en la pandemia, tuvo que cerrar. «Es importante no olvidar lo que pasamos para que no se repita, pero hay que avanzar. Pensar en ese momento cuando decían en la tele lo de 'otros quince días más' me pone el vello de punta... Pero estamos aquí, sanos, trabajando y lo podemos contar».

Una de las fiestas organizadas en la urbanización, en 2020. R. I.
Imagen principal - Una de las fiestas organizadas en la urbanización, en 2020.
Imagen secundaria 1 - Una de las fiestas organizadas en la urbanización, en 2020.
Imagen secundaria 2 - Una de las fiestas organizadas en la urbanización, en 2020.

Hay algo en lo que coinciden todo los vecinos de Ciudad de la Luz: el papel que jugaron Diego, Matías y Gonzalo, los porteros de la urbanización. «No sé si hicimos mucho o poco, la verdad –se encoge Gonzalo–. Pero es cierto que estábamos todo el rato limpiando, limpiando sobre limpio... Si nadie lo cogió porque limpiamos, me alegro. Pero nunca lo sabremos. Supongo que hicimos todo lo que se podía hacer para que nadie se contagiara». Y así fue, porque aunque hubo algunos casos de covid, fueron muy leves. «En mi casa no fue así. Mi padre estuvo 20 días ingresado en la UCI bocabajo. Tardó en recuperarse», resopla Gonzalo, que siempre recordará el confinamiento con un tímida sonrisa. «Cómo olvidarlo, ¡mi hijo nació en plena pandemia!».

Dani y Leo despegan de nuevo. Fuera llueve y no pueden bajar a jugar. Pero se apañan bien.

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