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Mercedes Navarrete
Miércoles, 22 de enero 2025, 00:47
Estaba claro que el inicio de una cosecha de aceituna normalizada, tras dos años de sequía y campañas raquíticas, iba a provocar un ajuste de ... precio a la baja en el litro de aceite de oliva. Es la ley de la oferta y la demanda. Lo que no se esperaba es que la caída fuese tan brusca –la cotización bajó euro y medio en los primeros días de campaña– y prolongada. Y es que en lugar de estabilizarse, el precio que se paga a los agricultores por el litro de aceite de oliva virgen extra (AOVE) se mantiene en línea descendente hasta el punto de hacer encender las alarmas del sector, en esta recta final de la campaña de recogida 2024/25.
El litro de AOVE cotiza en estos momentos a cuatro euros, frente a los nueve a los que se pagaba en origen hace justo un año. Lo que es una buena noticia para el consumidor –relativa porque el precio final del supermercado depende de muchos más factores, más allá de lo que se le pague al agricultor– es un gran problema para los más de 50.000 productores de aceituna de la provincia y para los más de 34 municipios que tienen en este cultivo la columna vertebral de su economía.
Después de enloquecer hasta llegar a los nueve euros por litro durante los años de sequía –cuando la mayoría de los agricultores no tenía aceituna que vender– el precio tenía que bajar, pero ahora preocupa que lo haga en caída libre. «Ha habido momentos en los que el litro de virgen extra ha caído a 3,5 euros, lo que significa que en otras categorías más bajas está en tres y esto es muy preocupante porque el volumen de la cosecha actual no justifica este descenso tan pronunciado», subraya el director de Cooperativas Agroalimentarias Granada, Gustavo Ródenas.
Gustavo Ródenas
Director Cooperativas Agroalimentarias Granada
Recuerda, además, que la sequía no es un problema del pasado, por desgracia. «Al contrario, es acuciante. Tenemos zonas del Poniente donde llevan 200 litros acumulados en el año hidrológico cuando a estas alturas deberían estar ya por encima de 500», incide Ródenas. Los olivos, que tanto sufrieron durante los dos años de sequía extrema, siguen recuperándose y no se han hartado de agua. En este sentido, la próxima campaña es todavía una incógnita. «No hay producción, ni previsión de la cosecha próxima, que dependerá de las lluvias y la floración, que justifique este desplome», incide Ródenas, que apunta a los movimientos de venta especulativos.
Pero además, el responsable de las cooperativas, pone el foco en que la rentabilidad no es la misma para las producciones intensivas o superintensivas –que con el litro en origen a tres euros ven beneficios– que para el agricultor tradicional. El productor con fincas en secano –el 70% del olivar en la provincia– tiene unos costes de producción mucho más elevados, lo que significa que con el litro de aceite por debajo de la barrera de los cuatro euros, empieza a perder dinero. «Hay una Ley de la cadena que dice que no se puede comercializar un producto por debajo de los costes de producción, por lo que hay que empezar a poner en valor estas variables y a distinguir el producto. No es lo mismo el pollo de jaula que el pollo de corral», advierte Ródenas.
Desde la cooperativa de segundo grado Dcoop, la mayor productora mundial de aceite de oliva que comercializa el aceite de 17 cooperativas granadinas, creen que la acumulación, a la hora de salir al mercado, del nuevo aceite producido en esta cosecha frente al ritmo de la gran distribución, que siguió comprando poco a poco, con operaciones a corto plazo, es el factor que ha agudizado la caída del precio. «Una vez que se empezó a producir aceite en gran cantidad, se generó una gran presión vendedora (con aceites tempranos, cosecheros que deciden el momento de venta…) que, ante una demanda que compraba lo necesario con la expectativa puesta en qué iba a pasar, ha acelerado la caída», analizan desde Dcoop.
Sin embargo, inciden en que hay claves determinantes que pueden frenar el descenso del precio del aceite en este año. «Todavía hay factores importantes que valorar para avizorar la evolución: cómo se comportarán las salidas de aceite, que han de aumentar necesariamente; Italia ha tenido menos cosecha que la esperada; en España los rendimientos están siendo más bajos y parece que el ritmo de molturación es menor que otros años y sobre todo, si va a llover, porque hay zonas con una gran escasez de lluvia. Todo esto podría frenar el descenso de los precios», concluyen.
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