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Manuel Alcántara posa en Málaga.
Manuel Alcántara y el artículo literario

Manuel Alcántara y el artículo literario

Manuel Castillo, director de Diario Sur, alaba la trayectoria del "poeta y periodista", al que define como "el más importante de los columnistas" de prensa española en este género

colpisa

Lunes, 8 de mayo 2017, 19:34

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«Manuel Alcántara, poeta y periodista -el orden de las palabras está plenamente justificado como demostraré- es el más importante de los columnistas de prensa en lengua española dentro de una clase de textos que se define como artículo literario. Su extraordinaria trayectoria así lo muestra; sus premios (Premio Nacional de Literatura, Premio González Ruano, Mariano de Cavia, Luca de Tena, González Ruano, entre otros muchos) y, lo más importante, la admiración de sus iguales y el reconocimiento de sus lectores. De hecho, todos sabemos que son muchos los que empiezan a leer el periódico por su columna, en muchos casos la última página del diario, escrita en una máquina ya arqueológica, y que suma día a día una cifra de textos que se cuenta por miles. Más de 20.000 artículos desde hace 59 años; cada día, de lunes a domingo, sin faltar a su cita diaria. Desde los años 80 escribe en todos los periódicos regionales de Vocento y en algunos más, siendo hoy, sin duda, el articulista más leído de España. Y seguramente, de forma entrañable, el más querido.

En los manuales se repite que Larra es el creador del moderno artículo literario y que nombres como Cavia, Ruano, Camba, Pla, Umbral, Vázquez Montalbán y el propio Alcántara son herederos de un ejercicio que, en mi opinión, es una de las vías de futuro del periodismo, en el contexto de una sociedad global e inmediata donde todo parece dominado por el tiempo real.

Sabemos que la columna no es informativa en sí. Y su primera característica es la libertad sobre la materia y el desarrollo de la misma. Y Alcántara, en sus más de 20.000 días frente a su Olivetti, ha tenido eso tan difícil de atinar con los temas y, lo más asombroso, no repetirse.

La columna tiene una finalidad persuasiva. Alcántara desea el asentimiento del lector pero este objetivo, precisamente por serlo, se diluye en lo que le importa verdaderamente: el uso eminente del lenguaje, la potenciación de los recursos que este ofrece para la creación de una pieza breve en una síntesis que solo se puede calificar de poética. Alcántara administra magistralmente el recurso de la greguería, el ritmo de la prosa y la belleza y musicalidad de ritmo. Y todo ello resumido en una intensa mirada cervantina sobre el mundo con gotas de escepticismo y capaz de deslizarse entre culto y de lo popular.

Ya sabemos que la columna diaria es la galera del soneto barroco, la lucha contra el breve espacio de la página, la exigencia del estilo que es voluntad de ser y estar en la palabra.

Año tras año, desde la crónica de un combate de boxeo -son míticos sus textos sobre peleas épicas- a la reiteración de la política, pasando por el mar, la primavera, el horizonte desde su terraza o la denuncia de las injusticias de este mundo, Alcántara ha creado un universo de mundos posibles para compartirlos con todos sus lectores. Lo hace cada día siguiendo el precepto de Juan de Valdés: Escribo como hablo. Pero es que Alcántara habla casi mejor que escribe. Escucharle es un placer y oírle recitar, un privilegio. Nadie ha destacado la importancia de la oralidad en el autor malagueño y universal, y la oralidad es clave para adentrarse en las claves retóricas de su prosa.

La retórica de Alcántara es hija de paralelismos; un elemento objetivo se transforma por comparación o metáfora con otro y el resultado es sorprendente. El lector la degusta y sonríe levemente con la inteligencia de un humor elegante.

La intertextualidad es otro rasgo de su estilo. El recurso a la evocación, a la presencia de la memoria en el texto. Porque el maestro Alcántara tiene una memoria prodigiosa, capaz de recitar desde Quevedo a la generación del 27, sin olvidarse de los clásicos. Verso a verso entre sorbo y sorbo.

Alcántara viaja cada día de lo cotidiano a la magia de lo trascendente, al detalle elevado a categoría, a poesía como suprema expresión del yo, como voz lírica para que la palabra se sacrifique en el altar del estilo.

La cultura milenaria corre por sus artículos. Y se puede adivinar a Manuel Machado. O incluso a Marco Aurelio. Los siglos se cruzan en la sensibilidad de Alcántara y el tiempo se hace presente en detalles como la espuma de la orilla, la caída de la tarde, la víctima inocente, la denuncia de la corrupción, la misericordia ante la tragedia, el desprecio del terror o la necesidad imperiosa de cultura.

Él dice que sólo vale la pena luchar y vivir por lo que se está dispuesto a morir. Y don Manuel, en nuestro último Dry Martini juntos, me comentó que estaba decidido a escribir hasta el último día. Hasta el final.

Existe una directa e íntima conexión entre la intención y el resultado, un salto sorprendente y no previsto, un guiño al modo de Gracián en la esencia del concepto, de la palabra. La palabra, esa herramienta artesana de don Manuel. Muchas gracias.»

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