AVE Málaga-Madrid

Tres minutos de pausa en Córdoba para un tren que 'vuela'

Si hiciéramos el viaje por carretera, el conductor de Granada llegaría una hora antes, porque geográficamente está más cerca de Madrid. Pero en el tren, el que sale desde Granada, el tiempo es relativo.

El control de viajeros, con su máquina para escanear maletas y mochilas, no tiene colas. A esa hora pasan viajeros con bolsos de mano, portátiles, algunas mochilas y pocas maletas. Se saben los horarios porque llegan ajustados la mayoría. El acceso al tren se corta a las 06.53, sin esperar a nadie. Tampoco habría mucho problema, porque en caso de perderlo, sale otro media hora después y quedarían otras catorce conexiones más.

Los vagones van bastante silenciosos, es noche cerrada fuera y la mayoría están trabajando o aprovechan para dormir. No se oye un ruido en el interior. Un mensaje de megafonía avisa de que no funcionan ni las pantallas de vídeo ni el audio, no hay entretenimiento. No se oye una queja. El viaje comienza a coger velocidad muy pronto, superando los 200 kilómetros por hora. En unos 49 minutos, estamos en Córdoba.

Al ser noche cerrada fuera, el viajero no ve que ha pasado por Antequera. Las paradas que son un quebradero de cabeza para cualquier granadino, para el que sale de Málaga ni existen. A Antequera se llega en alrededor de veinte minutos, pero para el pasajero que ha salido de Málaga no se aprecia. El viaje no se detiene en ninguna de las dos estaciones de Antequera, como hará el que salió de Granada a la misma hora.

Sigue reinando la oscuridad cuando el tren se detiene en Córdoba. Son las 07.44. Tres minutos de parada. IDEAL va en uno de los vagones, apenas suben dos viajeros cortos de equipaje. El viaje prosigue en tres minutos. Con los monitores rotos, solo en los paneles antiguos sale reflejada la velocidad. Sube de 200 kilómetros por hora. En las ventanillas solo se ve el reflejo del interior, sigue sin aparecer el sol. Mientras el tren de Alta Velocidad que salió de Málaga se acerca ya a Castilla La Mancha, el de Granada aún recorre el ramal de la línea desde Granada a Bobadilla, que es la que conecta en realidad con la línea malagueña.

Pasan los miembros de la tripulación ofreciendo refrigerios, pero nadie compra. Hay cafetería, que sirve algunos cafés. Entre los pasajeros, hay un joven malagueño que trabaja para una empresa tecnológica, una madre y su hija que se van juntas de escapada, y otros pasajeros que han cerrado los ojos al poco de sentarse. Muchas chaquetas y maletines de portátil.

Lourdes Guadamuro, que trabaja para una empresa que ofrece programas educativos en inglés a colegios privados, explica que llegará a Madrid a las 09.45, tiene una reunión a las 10.15 y a las 12.35 coge el de regreso. «Vuelvo para comer con mi marido en casa, aunque sea a las 15.30», resume. El tren llega a Atocha a las 09.45, puntual, impecable. En dos minutos se quedará vacío.