El violador convertido en abogado en la cárcel
Los nueve años en la cárcel de Albolote se ha mantenido en destinos con trabajo y en un módulo tranquilo
J. R. VILLALBA
GRANADA
Lunes, 16 de septiembre 2019, 03:05
Las leyes no escritas de los presos de cualquier cárcel prohíben simpatizar con violadores y pederastas, los conocidos como 'violetas' o 'violines', en el ... lenguaje taleguero. El penal de Albolote no es una excepción y por eso las decenas de presos encerrados allí por agredir sexualmente a mujeres o abusar de menores tratan de pasar lo más desapercibidos posible ante los ojos del resto de reclusos, tratando de buscar el favor y respaldo de los funcionarios con un objetivo: frenar cualquier impulso de ser linchados en la celda sin que nadie se entere, sin hacer apenas ruido. Juan Carlos G. R., el violador en serie de Málaga, aprendió esta lección de supervivencia en los ocho años previos a su llegada a la cárcel de Albolote, mientras estuvo encerrado en las cárceles de Alhaurín en Málaga y en la de Córdoba.
Este ex profesor de Educación Física en el colegio concertado del Rosario Moreno de Málaga se procuró desde su entrada al penal de Albolote en 2011 un destino cómodo y fácil, donde pudiera evitar a los 'kie' o líderes de los módulos. Nada más ingresar se apuntó a la bolsa de trabajo de la cárcel de Albolote y al poco tiempo le dieron destino en el economato de la enfermería, uno de los más cotizados en la prisión: «Allí es donde acuden a tomar café muchos funcionarios cada mañana, por lo cual te resulta fácil darte a conocer y así buscarte un buen 'padrino'», apunta un exrecluso de la prisión de Albolote que conoció al violador en serie de Málaga durante su estancia en el penal de Albolote hasta 2014.
«Este tipo no solía ni suele relacionarse mucho con los demás presos, en la cárcel nadie quiere cuentas con estos 'julais'. Él estaba en un módulo tranquilo y creo que aún sigue en el mismo. No se metía en follones y nadie se metía con él», apunta este exreo quien no quiere identificarse. 'El violador en serie de Málaga' está ingresado en el módulo 13 de respeto, un lugar al que se llega solo por el buen comportamiento. Ahí ha compartido estancia con el constructor Ávila Rojas, condenado en el caso Malaya, y con el jamonero de Trevélez, quien montó un negocio de inversión en jamones que acabó convirtiéndose en una estafa piramidal. «Con ellos se llevaba bien».
Ni un parte de castigo
Su comportamiento en el penal ha sido muy bueno. Ni un parte. Ausencia de conflictos, no consumidor de drogas y participante en numerosos programas de la prisión. Todo lo necesario de cara a obtener beneficios penitenciarios.
'La voz del Mako' fue una revista puesta en funcionamiento por Giro Comunicación, una cooperativa de periodistas, que abrió las puertas de la información a los internos de Albolote para que fueran ellos mismos quienes elaboraran noticias o artículos de opinión. Este interno era uno de los colaboradores de esta revista. Entre sus improntas literarias dispone de dos artículos de opinión: 'El animal político está muriendo' -una crítica a los desmanes por los casos de corrupción política-; y otro, sobre 'El Derecho Penitenciario', para denunciar sus supuestas lagunas. Y de Derecho algo sabe, porque durante su estancia en el penal de Albolote ha obtenido el título de licenciado en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. El violador se ha convertido en abogado en la cárcel. De hecho la práctica totalidad de recursos que ha ido presentando en estos años ante el juez de Vigilancia Penitenciaria, los preparaba él de su puño y letra.
Módulo tranquilo
En su celda del módulo 13, quizás una de las zonas más tranquilas de la prisión tras el área de enfermería, disponía de un televisor para pasar las horas que estaba encerrado en su celda, además de radio y numerosos libros. «Él pagaba 183 euros y disponía de su televisor en su 'chabolo', como muchos otros internos. No le gustaba pisar mucho el patio».
La rutina en los nueve últimos años en Albolote, siempre ha sido la misma para Juan Carlos G. R. . Recuento a las 8.20 horas; desayuno a las 8.30 horas, después se iba a trabajar al economato; comida a las 13.30 horas y después al economato entre las 16 y las 19 horas; a las 19,15 la cena, para posteriormente subir a la celda, y hasta el día siguiente.
Muy aficionado al fútbol y en especial al Atlético de Madrid, este 'violetas' no ha conocido el amargor de estar mezclado con los presos más conflictivos y peligrosos de la cárcel de Albolote, repartidos por los módulos 1, 4, 5 y 8. «En un módulo de respeto nadie se complica la vida porque te pueden expulsar y todo el mundo sabe que antes de salir a la calle necesitas pasar por estos módulos, sino será señal de que aún estás lejos de conseguir tu libertad. Esa ha sido su principal protección», concluye el expreso consultado.
Pero además de todo ello, cuando Juan Carlos G. R. salga a la calle para comenzar a disfrutar su tercer grado penitenciario o régimen de semilibertad dispondrá casi con toda seguridad de algo más de 25.000 euros, a razón de 240 euros al mes que ha ido ganando en el economato con su trabajo diario en estos últimos nueve años en Albolote. «Un preso enganchado a la droga necesita dinero dentro de la cárcel, pero uno sin vicios no necesita gastar. Este interno saldrá casi con toda seguridad con todo el dinero ganado en este tiempo».
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