Primero se fijó en madres del barrio; después, en alumnas de Erasmus
Las abordaba encapuchado y las agredía sexualmente, haciéndose pasar, en ocasiones, por fontanero
J. CANO / Á. LÓPEZ
Granada
Martes, 10 de septiembre 2019, 02:03
A Juan Carlos G. R. se le conoció en Málaga como el violador del Rosario Moreno, un centro educativo concertado, ubicado en pleno corazón de ... la barriada de La Paz, en el que entró a dar clase en 1998. Al enrollado profe de gimnasia, de aspecto educado y bonachón, lo detuvo la policía en el propio colegio en febrero de 2002 como sospechoso de 13 agresiones sexuales y 11 tentativas. Pero vayamos al principio. Concretamente, a abril de 1997. En aquellas fechas, la policía registró la primera de las denuncias que más tarde los agentes atribuirían a Juan Carlos G. R., que empezó a actuar bajo el velo de impunidad que le concedía la doble vida que llevaba. Nadie sospechaba de él, ni en el colegio, ni en el Málaga Club de Fútbol, donde ejercía de administrativo. Tenía reputación de buen compañero y trabajador aplicado.
Aunque el perfil de las víctimas era similar (jóvenes, rubias y bien parecidas), los investigadores sí observaron una evolución en su modo de actuar. Las primeras víctimas solían ser mujeres del barrio, a las que, al parecer, estudiaba previamente. Las abordaba encapuchado y las agredía sexualmente.
Otra forma de actuar
Años más tarde, cambiaría su modus operandi y el perfil de las víctimas: fijó su objetivo en chicas jóvenes y extranjeras, generalmente universitarias de intercambio (Erasmus) de rasgos nórdicos, aunque no necesariamente esa su procedencia. Llamaba a su puerta haciéndose pasar por fontanero o revisor del gas -decía que lo había llamado la comunidad de propietarios del edificio- y, a cara descubierta, estudiaba sus hábitos y horarios para, posteriormente, cometer las agresiones sexuales.
Fue detenido por la policía en el colegio malagueño donde ejercía de profesor
Nació en la barriada de Portada Alta, en Málaga, en el seno de una familia humilde, estudió Educación Física y se casó con su novia de siempre. Trabajaba por las mañanas en el colegio, donde daba clases de gimnasia, y por las tardes en el club de fútbol. Juan Carlos G. R. era el yerno perfecto. Hasta que la Policía Nacional, a la que tuvo en jaque durante cinco largos años, lo desenmascaró.
Está considerado un depredador sexual. Sus víctimas se reparten por la ciudad de Málaga, distintos países extranjeros e incluso Córdoba, según han comentado a este diario las fuentes consultadas.
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