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En una empresa como Mariscos y Congelados Apolo, con sesenta años de historia a sus espaldas, han visto y superado ya crisis de todos los tipos y colores, pero la del apagón de este lunes 28 de abril de 2025 van a tardar en olvidarla. El gigante granadino del congelado libró una auténtica lucha contra el reloj para salvar el producto que guardan en los más de 3.000 metros cuadrados de cámaras de congelación de sus instalaciones en Loja, cifrado en más de nueve millones de euros de valor económico.
En una empresa con tales dimensiones y cantidades de congelado están totalmente preparados, con placas solares y generadores y un fuerte equipo de mantenimiento que realiza pruebas constantes para comprobar que arrancan los motores de emergencia. De hecho los simulacros por si se va la luz son su día a día. Pero esta vez la prueba fue de fuego.
El suministro energético se cortaba a las doce del mediodía en Loja. En una empresa de congelados sabían perfectamente que hacer: la prioridad era salvar el producto de las cámaras. Apagaron luces, ordenadores y todos los aparatos eléctricos para optimizar la energía y se cerraron las cámaras a cal y canto de manera preventiva para preservar la temperatura interna.
«Aquí por seguridad siempre trabajamos con temperaturas más bajas en las cámaras de lo que marca la ley, las teníamos a -25 grados en lugar de los -20 exigidos por ley. Por suerte logramos mantener las condiciones óptimas de conservación, garantizando los -20º requeridos para la correcta preservación de nuestros productos», explica la responsable de Marketing e hija de los propietarios de esta empresa familiar, Irene Alcaide.
La empresa mayorista y distribuidora elabora sus productos propios, con líneas de langostino cocido, pulpo, preparados... que se distribuyen a grandes cadenas y hostelería. Las líneas de preparación y envasado se paralizaron en una de las naves mientras que la segunda pudo continuar hasta las seis de la tarde con generadores eléctricos autónomos.
La preparación de pedidos también se bloqueó para no abrir las cámaras. Se vivieron momentos de incertidumbre en la lucha contra el reloj, por encima de las doce horas la energía de reserva empezaba a peligrar. «Tuvimos la suerte de que en Loja la luz volvió a las doce de la noche, antes que en otros puntos. Seis, ocho, diez horas más nos hubieran puesto contra las cuerdas y ya sí se hubiera estropeado producto», esgrime.
«Durante el apagón, nuestros equipos comerciales y de reparto, que se encontraban en ruta, perdieron temporalmente la comunicación debido a la falta de cobertura exterior. También hubo devolución de pedidos de los que estaban en reparto porque sin luz los clientes no podían mantenerlos», relata.
Los congelados guardados en las cámaras superan los nueve millones de euros de valor. «Es una cantidad como para poner en riesgo la viabilidad de una empresa, sin tener en cuenta que hubiéramos roto la cadena de producción al quedarnos sin materia prima, para el pulpo tienes que realizar los pedidos tres meses antes porque tiene épocas de cría», comenta Alcaide, aliviada porque no se produjera el peor de los escenarios.
De hecho, hoy es un día, dentro de la preocupación para estar orgullosos porque han evitado un desastre de pérdidas porque estaban bien preparados, pero sobre todo, Irene Alcaide destaca el compromiso de la plantilla, que dio el do de pecho.
La luz volvía a las 00.20 horas en Loja y en apenas minutos corrieron a las instalaciones de Apolo los camaristas, transportistas y el resto de la plantilla necesaria para sacar los pedidos que se habían paralizado. Estuvieron trabajando durante toda la madrugada, lo que ha permitido que los pedidos estén hoy en manos de los clientes, solo con pequeños retrasos.
«Desde Congelados Apolo queremos agradecer públicamente a todo nuestro equipo su compromiso, esfuerzo y flexibilidad, todos dieron el do de pecho y estamos muy orgullosos. Somos 240 empleados y somos una familia, a mi me han visto crecer aquí y los más antiguos hasta me han cambiado pañales», comenta Irene emocionada. «Gracias a su disposición para adaptarse a cambios de horario, colaborar en tareas de carga y dar lo mejor de sí mismos en esta situación excepcional hemos podido seguir garantizando el buen funcionamiento de la empresa y el servicio a nuestros clientes», concluye.
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