El fugado de la Guardia Civil en Granada es un atracador hiperactivo de récord

Su última 'hazaña', por empezar por el final, lo devolvió a los titulares de sucesos que ya había ocupado en otras ocasiones: consiguió escapar del furgón de la Guardia Civil en el que era conducido al penal provincial de Albolote. Ocurrió el pasado 28 de junio y su evasión solo se prolongó durante tres horas. Al parecer, propinó una patada a la puerta del vehículo, abrió un hueco y consiguió saltar al asfalto con los grilletes puestos.

Era el 'broche' a una frenética actividad delictiva. El mapa de las andanzas de Mohamed R. es extenso y complicado (siendo todavía menor de edad tuvo más de un encontronazo con la ley).

Pero hay una sentencia, fechada el 17 de mayo de este 2019, que llama especialmente la atención: en ese documento, Mohamed se 'arrepiente' de su pasado y colabora con la justicia. Por aquel entonces llevaba poco menos de un año en prisión provisional y confiesa ser el autor de cuatro asaltos (tres de ellos a otras tantas gasolineras), con la particularidad de que uno de ellos se lo atribuye «antes» de se saber que «el procedimiento judicial se dirige contra él», lo que constituye «una circunstancia atenuante muy cualificada». En otras palabras, que la ley reconoce el acto de contrición de Mohamed, lo que se traduce en una moderación del castigo.

Por cierto, la citada resolución judicial recoge otro récord, este ya nada presunto, del joven malhechor:entre la una y diez minutos de la tarde y las nueve de la noche del pasado 26 julio de 2018, atracó a punta de cuchillo tres estaciones de servicio en los alrededores de la capital granadina, una 'productividad' notable.

Mohamed lo reconoció todo en el juicio. Sí, fue él quien, con la cabeza cubierta con un casco y a bordo de un ciclomotor, 'se hizo' tres gasolineras en apenas ocho horas. El botín: algo más de mil euros.

El 21 de julio de 2018, y en compañía de otro individuo también condenado, habían sustraído otros 6.500 euros también en una estación de servicio. En aquella ocasión, y al igual que su compinche, iban armados con pistolas. Para consumar el asalto, golpearon con una de las armas a una empleada que resultó herida y tuvo que estar dos meses de baja. Mohamed y su colega llegaron a la gasolinera en un coche robado.

Pero el precoz atracador admitió su responsabilidad en el juicio celebrado casi un año después, que era el tiempo que llevaba entre rejas. Incluso adelantó una cantidad para indemnizar a las víctimas. Y la sentencia, de acuerdo con las acusaciones y las defensas, impone a Mohamed una pena de ocho años de cárcel, dos por cada uno de los cuatro robos con violencia «en local abierto al público con uso de arma».

Además, y a la vista del arrepentimiento expresado con hechos por el acusado, Mohamed quedó en libertad hasta que se concretase la ejecución del fallo. Eso ocurrió en mayo de este año y, a finales de junio, el joven volvió a ser detenido por la presunta comisión de ocho atracos, una marca difícil de igualar.

La renuncia al delito de Mohamed, y siempre presuntamente, que parecía deducirse de autoinculpación en el juicio resultó ser una mascarada.

Nada más pisar la calle, supuestamente, volvió a las andadas y con la misma intensidad que antes de su falso arrepentimiento. Armado con un «arma corta de fuego» y moviéndose con un ciclomotor, asaltó ocho bares y establecimientos de hostelería de la capital y el cinturón metropolitano.

Y todo ello mientras esperaba a que le llegase la hora de entrar en la cárcel.