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Sucesos en Granada
Reencuentro con los agentes de Atarfe que le salvaron de una muerte seguraJosé Miguel agradece en persona a la Guardia Civil y la Policía Local de Atarfe haberle rescatado del incendio en su vivienda
Es difícil encontrar las palabras que le dedicarías a aquellos que permitieron que hoy estés aquí. ¿Cómo transmitir el agradecimiento más profundo y sincero? Cuando ... has estirado lo máximo posible el idioma y aún así te parece poco, lo mejor es transmitirlo a través de los gestos, como José Miguel. Él mira a sus salvadores, los abraza, les toca el hombro en señal de cariño, se emociona. Dicen que los ojos no mienten, y los suyos, sin duda, son sinceros. Solo puede darles las gracias una y otra vez, porque fueron los que le sacaron de su vivienda aquel 27 de abril en el que un incendio hubiera acabado con él con toda probabilidad.
Mientras José Miguel dormía, el humo invadía la estancia, tal y como relató IDEAL cuando habló con él al día siguiente. Tres semanas después, todos se reencuentran en la puerta del edificio, esta vez con la calma que proporciona el paso de los días. «Me faltan palabras, si estoy vivo es gracias a su intervención. Son mis salvadores», sentencia. Aún sigue con el tratamiento para la inhalación de humo y vive a caballo entre la casa de sus dos hermanas, dado que hará falta mucho tiempo y dinero para reconstruir su domicilio. «Ahora estoy de gestiones con los seguros, pero menos mal que tengo un techo, si no no sabría cómo seguir adelante», lamenta.
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A su lado, los tres agentes sonríen y asienten la cabeza. Efectivamente, aquel día se juntó el esfuerzo y el tesón con esa pizca de suerte que marcó la diferencia. Falta solo un compañero, el policía local Francisco, que no pudo asistir al encuentro. Sí lo hizo su compañero José Manuel, que fue quien localizó al inquilino y lo sacó a rastras una vez que echaron la puerta abajo. Aún sigue de baja médica por todo el humo que inhaló aquel día, por el cual continúa con tratamiento. «No hay mayor satisfacción de una persona en su desarrollo profesional que salvar la vida de otro. En esos momentos tiras hacia adelante sin importar las consecuencias», asegura. Bomberos de Granada tardaron muy poco en llegar, pero el inquilino ya estaba fuera, así que las tareas se centraron en la extinción del incendio durante al menos dos horas.
La experiencia ha permitido que el policía local no haya entrado en un bucle, pensando en lo que podía haber pasado aquel día. «Me he visto envuelto en situaciones parecidas, tenemos un entrenamiento y eso al final te aporta calma», admite. Y si algo le han enseñado estos sucesos es que las decisiones tienen que tomarse en tiempo récord. «Unos segundos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte», insiste.
Efectivamente, el tiempo jugaba en contra de José Miguel. Llevaba demasiados minutos inhalando humo y estaba al borde de perder el conocimiento. Eso hubiera impedido que pidiera ayuda a gritos y hubiese sido un puente directo a la muerte -la inmensa mayoría de fallecidos en incendios perecen por intoxicación, no por las quemaduras-. «Salió con la boca negra y totalmente desubicado», recuerda por su parte Darío Tallón, que lleva quince años como guardia civil en Atarfe.
Aquel día se encontraban en un aviso por robo de cable en el municipio cuando les alertaron de que había una columna de humo. Guiándose por su intuición, consiguieron localizar la casa y unieron fuerzas con la Policía Local. Tras echar la puerta abajo, los agentes entraron en cadena. Había una segunda puerta cerrada y, al abrirla, una bocanada de humo les sorprendió. Tuvo que ser también atendido en el hospital. «Aún estoy ronco de la garganta», indica. Darío siente una satisfacción inexplicable al comprobar que el inquilino se encuentra bien, y que su participación, como la del resto, fue decisiva. «Él es muy conocido en el pueblo por su tienda y me da mucha alegría verlo de nuevo», manifiesta.
Junto a Darío se encontraba Guadalupe Pulido, guardia civil en prácticas, que acudió sin saberlo al primer incendio de su trayectoria profesional. «Cuando nos dimos cuenta de que la casa estaba habitada, no dudamos en entrar. Había que sacarlo fuese como fuese», explica. Ellos también podían haber sufrido lesiones, puesto que los Bomberos les confirmaron después que parte de la estructura estaba dañada. De hecho, dentro de la vivienda puede apreciarse cómo algunos techos se han desprendido, y con ellos todos los enseres que había sobre esa superficie.
«Se dieron un cúmulo de circunstancias para que la cosa saliera bien; está vivo de milagro», sentencia Guadalupe. La vocación, dice, sale a relucir en momentos como este. «Es lo que nos mueve, y si tu compañero entra, del tirón vas detrás», concluye la agente, que completa el grupo de ángeles de la guardia a los que José Miguel estará unido toda la vida.
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