«El 15 de septiembre de 1917, procedente de un pueblo extremeño donde vivían mis amores, como dice la copla, llegué a Granada sobre las tres de la madrugada», escribe Hermenegildo. «Como Teophilo Gautier –prosigue–, sin saberlo, me hospedé en la calle Párraga, en una fonda de muy buena apariencia». «A las siete de la mañana –relata–, con mis 23 años y no sé cuántas toneladas de ilusiones, salté de la cama, desayuné y pregunté al camarero por dónde llegaba más pronto al centro».
Así describe un jovencísimo Hermenegildo Lanz cómo fue su desembarco en la capital de la Alhambra hace ciento ocho años para tomar posesión de su cátedra de Dibujo en la Escuela Normal. Comenzaba así la vida granadina de una de las personalidades imprescindibles para entender la historia y la cultura de Granada en el siglo XX e incluso en el XXI. ¿Y qué suele pasar con los personajes imprescindibles? Que atesoran archivos que son, sencillamente, alucinantes. Y en Granada tenemos la enorme fortuna de que se mantiene intacto el de Hermenegildo en una casa de la calle Hoteles de Belén, en el barrio del Realejo, gracias al empeño y la sensibilidad de sus descendientes.
Descendientes que anhelan que esta joya, que incluye dibujos de Federico García Lorca, pinturas de Manuel Ángeles Ortiz o Ismael González de la Serna, partituras de Falla, libros de Fernando de los Ríos o los mismísimos títeres de cachiporra del día de Reyes en la Acera del Casino, se quede en Granada y esté a disposición de todos los ciudadanos de Granada.Y no será porque no le han salido novias. Entre otras, la mismísima Biblioteca Pública de Nueva York o el Centro de Arte Reina Sofía. La familia lo tiene claro: la Capitalidad Cultural podría ser una oportunidad de oro para su puesta en valor. Ahora solo hace falta que 'alguien' coja el guante. Sería una verdadera felonía que esta joya saliera de Granada, una opción nada descartable.
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Antes de explicarles todo lo que hay dentro de esa vivienda, diseñada por el propio Lanz para habitarla y para instalar en ella su estudio, conviene situarnos ante la relevancia de un señor que fue miembro destacado de la tertulia del Rinconcillo, presidente del Ateneo, amigo íntimo de Lorca y Falla y, sobre todo, un impresionante artista, en el más amplio sentido de la palabra. Hermengildo Lanz no solo fue un reputado pintor, grabador y fotógrafo, sino también uno de los escenógrafos más importantes de España, un creador de marionetas e incluso un inventor que patentó ideas que se aplicaron a la arquitectura como la escalera de pasos alternos –la que se sube con el mismo pie–.
El mejor conocedor de su legado es, sin lugar a dudas, su nieto Enrique Lanz, fundador y director de Etcétera, considerada la compañía de títeres más importante del mundo gracias a sus espectaculares montajes como 'El retablo de maese Pedro', basado en la obra de Manuel de Falla. Enrique acompañó a IDEAL en un emocionante viaje por el legado del maestro.
Empezamos por el continente, el chalet que fue el hogar de Lanz y de su esposa Sofía Azuaga entre 1935 y 1949, cuando falleció con tan solo cincuenta y seis años. «Previamente –aclara Enrique– residió en el número 1 de la calle Almirante». Hermenegildo se autoconstruyó este inmueble en el Realejo tras ser beneficiario de una de las parcelas de quinientos metros que la Casa de la Perra Gorda –la Caja de Previsión Social– ofrecía a su personal. «Ningún empleado las quería porque estaban lejos del centro y porque la zona no tenía buena reputación por haber estado el penal de Belén», dice Enrique. «Él pudo acceder a ella porque había hecho la decoración de la Casa de la Perra Gorda, el edificio de la Seguridad Social en Gran Vía, donde todavía perduran elementos hechos por Hermenegildo como vidrieras y mobiliario». Además de esos quinientos metros, pudo hacerse con otros quinientos aledaños, que los destinó a huerta. Un campo que luego fue básico para subsistir durante la Guerra Civil.
El caserón está distribuido en sótano y dos plantas. En la segunda se halla esa gran estancia donde Hermenegildo Lanz trabajaba.Le encantaba hacerlo delante de un gran ventanal con orientación norte desde el que veían las Torres Bermejas, el Hotel Alhambra Palace y el recién erigido Carmen Blanco de la Fundación Rodríguez-Acosta. Fijándose en los reflejos de esta cristalera hizo su famoso autorretrato. Las dimensiones de esta gran habitación no son casuales: miden como un telón de fondo estándar.
Allí pasaba muchas horas Hermenegildo. Era también un lugar de encuentro para la familia y para sus ilustres conocidos.Por ahí pasaban con frecuencia Federico García Lorca y Manuel de Falla, del que era prácticamente vecino –la calle Antequeruela Alta está muy cerca–. Hermenegildo Lanz reprodujo en un cuaderno los muebles del carmen de Falla. Una auténtica delicia.También eran habituales Manuel Ángeles Ortiz e Ismael González de la Serna, de los cuales hay decenas de cuadros y láminas en el hogar de Hermenegildo. Y fotos, como esa en la que se ve González de la Serna pintando a Sofía.Un retrato que se muestra, por cierto, en un lugar preferente de esta luminosa dependencia en la que, curiosamente, durmió el propio Enrique durante veintitrés años. «Aquí pasé mi infancia», confiesa con añoranza.
El contenido
Y ahora vayamos con el contenido. En una caja se conservan unas dos mil placas de imágenes tomadas por Hermenegildo con su cámara estereoscópica. Un verdadero potosí. Ahí están, por ejemplo, las instantáneas del viaje de la Barraca de 1932 cuyos vídeos inéditos acaban de salir a la luz pública. «En un lado estaba grabando Menéndez Pidal y en el otro Hermenegildo Lanz», asegura Enrique. Imagínense todo lo que puede salir de ahí el día que se positive ese material.
En un cajón duermen todos los personajes de la función de Reyes Magos del 6 de enero de 1923 en el domicilio de los García Lorca en la Acera del Casino. Ahí está el centenar de figuras planas, en cuyo reverso Lorca escribió de su puño y letra el nombre de cada una. Junto a ellas, envueltos en papel tisú, los títeres: Cristobica, Currito del Puerto, El Mago, La Niña que riega la albahaca, El Príncipe Preguntón, el Rey y la Reina. Se interpretaron tres piezas con música de Manuel de Falla. También está por allí el payaso Totolín y toda su filosofía. Es alucinante verlo manipular por el propio Enrique.
Hermenegildo Lanz guardaba cinco dibujos de Federico García Lorca. Entre ellos, el boceto para la representación de Mariana Pineda. También es de máximo interés la correspondencia. Se contabilizan más de mil cartas donde se narra, por ejemplo, todo el proceso creativo de 'El retablo de maese Pedro' entre Lanz y Falla. O las epístolas con Torres Balbás sobre la reconstrucción de la Alcazaba de Málaga. También hay telegramas de Margarita Xirgu, la actriz con la que Federico García Lorca tenía una relación especial; una misiva enviada a Lanz por el director de cine José Val del Omar, considerado uno de los padres de la cinematografía moderna;o una simpática postal remitida desde Cadaqués por Federico García Lorca y Salvador Dalí.
Las estanterías están llenas de libros maravillosos como una primera edición de 'Impresiones y paisajes' dedicada a Lanz por su autor, Federico García Lorca. O un título sobre religión y política con unas preciosas palabras de Fernando de los Ríos.
Lanz es la Historia de Granada. Y Granada tiene la obligación moral de que su herencia no salga. 2031 está a la vuelta de la esquina.
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