Las múltiples vidas del fruto de la Costa Tropical
Un proyecto granadino aprovecha los desechos de productos hortofrutícolas y los convierte en nuevas fuentes de riqueza
La cifra es apabullante: 14.300 toneladas de frutas y verduras, desechadas cada año en Europa. Una ingente cantidad de producto que no encuentra su ... hueco en el mercado. De esa cifra, una parte importante se origina en la costa granadina, donde nadie sabía qué hacer con los excesos de tomates o pimientos. Ahora, sin embargo, hay una idea sobre la mesa contrastada científicamente, con un futuro brillante y un compromiso evidente por la economía circular y el freno del cambio climático: 'Biovege'.
'Biovege' es un proyecto desarrollado por el Centro Tecnológico de Investigación y Desarrollo del Alimento Funcional (CIDAF), una entidad científica situada en el edificio Bioregión del Parque Tecnológico de la Salud (PTS) de Granada. «La Fruta y los vegetales se pierden por dificultades de almacenamiento, problemas ambientales, pérdida de nutrientes o de biomasa, pérdidas económicas...», explica Ana Vigil, responsable de desarrollo de negocio del CIDAF. Y continúa: «La recuperación de estos compuestos de alto valor añadido como ingredientes bioactivos es una forma elegante de reutilizar estos subproductos y obtener un beneficio económico para nuestro sector agroalimentario».
Esa forma elegante es 'Biovege', un proyecto 'Interconecta' del Ministerio en el que empresas de diferentes sectores colaboran para sacar un aprovechamiento. La idea se gestó con la intención de aprovechar los desechos de productos hortofrutícolas que se acumulaban en la Costa Tropical. «Seleccionamos una serie de productos básicos con los que creíamos que podríamos trabajar –detalla Vigil–. Tomate, pimiento rojo, pimiento verde, berenjena y sandía». A continuación, desarrollaron una 'caracterización' de los productos, esto es, analizar qué compuestos útiles tenían. «Sabíamos que dos de los más importantes eran los carotenoides y los flavonoides, que están, sobre todo, en la piel y en la semilla». El interés en estos compuestos no es caprichoso. Los carotenoides actúan como antioxidantes en el cuerpo, lo protegen contra el daño celular, los efectos del envejecimiento e incluso de algunas enfermedades crónicas. Y los flavonoides protegen al organismo del daño producido por agentes oxidantes, como los rayos ultravioletas, la polución ambiental, sustancias químicas presentes en los alimentos, etcétera.
Tras una primera fase de análisis, Vigil explica que decidieron seguir trabajando con el tomate, el pimiento rojo y el pimiento verde, por contar con grandes cantidades de ambos compuestos. «Gracias a nuestro equipamiento tecnológico, pudimos identificar los compuestos y vimos que se podrían reutilizar en la industria», dice Vigil. Esta materia prima de desecho ofrece dos vías de 'resurrección' del producto. La primera, la extracción y separación de compuestos bioactivos (que son antioxidantes, antibacterianos y antifúngicos) que se pueden usar en la industria alimentaria como conservante alimentario o como ingredientes bioactivos (que se pueden introducir en zumos, batidos... cualquier alimento).
La segunda, a través de otro proceso tecnológico, descubrieron que eran capaces de obtener alcoholes y, con ese alcohol, desarrollar 'biopolímeros' o 'bioplásticos'. Es decir, que a partir del producto sobrante de tomates y pimientos, desde el CIDAF han encontrado la manera de desarrollar plásticos reciclables. En concreto, han creado mallas biodegradables y films retráctiles para envolver otros productos: «Bolsas para el envasado de pepinos y calabacines, por ejemplo. Algo muy interesante para todos los procesos de exportación; perfectas para los controles sanitarios. O, también, mallas para ajos, judías, mejillones... para lo que quieras».
Uno de los grandes frutos –valga la redundancia– del proyecto 'Biovege' ha sido la creación de un gazpacho muy especial: 'Gazpacho Ready to Blend', elaborado con subproductos liofilizados de tomate, pimiento y pepino. Imaginen un bote de leche en polvo, como la que le damos a los niños. El proceso es sencillo: echas un par de cucharadas, añades aguas y, al momento, tienes leche. Algo parecido es lo que han conseguido en el CIDAF, partiendo, una vez más, del subproducto (los desechos) que se generan en la Costa Tropical. «Utilizamos una máquina que se llama 'Spray-dryer' o, en español, 'Desecador por atomización'. Una tecnología puntera similar a la que se utilizan para hacer fórmulas lácteas infantiles».
La idea, explicada someramente, es realizar una receta de gazpacho (con los productos naturales habituales) que se introduce en el 'desecador', una máquina que provoca un ciclón que termina evaporando el contenido que porta. «Lo seca –puntualiza Vigil– y queda un polvo que puedes reconstituir fácilmente con agua. Con la ventaja de que los compuestos con capacidad antioxidante y los compuestos bioactivos se mantienen en el tiempo». Listo para tomar en cualquier momento.
También han participado en preparados cárnicos enriquecidos, en los que utilizan el polvo del tomate, que aporta un color rojizo, y sustituye a otros componentes que se suelen introducir químicamente y realizan la labor de conservante. «Así no tienes que añadir un producto químico que te mate las bacterias. Lo tienes de manera natural», señala Vigil.
En el mercado
¿Y todas estas ideas, están ya en el mercado? «No, por ahora no. Tienen un coste elevado que el mercado español todavía no admite. La industria no siempre acepta lo que se inventa; ahora mismo, sólo ve el coste». La clave para entender el futuro prometedor de todos estos proyectos de economía circular y aprovechamiento del subproducto reside en un evidente cambio de paradigma social y político. Así lo explica Vigil: «La gente está empezando a valorar que se usen plásticos biodegradables. Ya saben que es algo bueno, falta que estén dispuestos a pagar un poco más por ese proceso. Y, en el caso del gazpacho en polvo, es complicado –subraya– que se venda en España. Quizás haya que pensar en otros mercados, otros países».
En toda esta revolución juega un papel fundamental las políticas europeas que son las que, finalmente, impulsarán el cambio. «Nosotros estamos preparados para cuando llegue la legislación que obligue al uso de plásticos biodegradables. La gente está concienciada, sabe que es mejor, pero para que paguen hace falta un paso más».
Con 'Biovege' finalizado, el siguiente proyecto de innovación en desarrollo es 'Aguavalue', que centra sus esfuerzos en los subproductos de la industria del procesado del aguacate: «Queremos resolver parte del problema de gestión de estos subproductos, minimizando su impacto medioambiental y rentabilizando su reutilización». Sin duda, ambos proyectos da una nueva vida a los productos de nuestra tierra.
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