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Alan Turing.
El maratoniano que venció a los nazis
historias olímpicas

El maratoniano que venció a los nazis

Alan Turing, el genio que descifró Enigma, se quedó a un paso de competir en Londres 1948

Javier Bragado

Viernes, 19 de agosto 2016, 17:32

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Alan Turing escondió gran parte de su vida al mundo por su carácter y por sus peligros. Descifrar Enigma, la máquina nazi que encriptaba mensajes, fue un avance decisivo en la II Guerra Mundial, pero no podía ser un asunto público, pensaba su gobierno. En el ámbito privado, su homosexualidad tampoco podía ser revelada porque las leyes de su país eran muy restrictivas. Sin embargo, lo que todo el mundo podía saber del padre de la inteligencia artificial es que el lógico de Chesire era un maratoniano, un profesor aficionado a la carrera que aspiró a la gloria olímpica.

No obstante, el interés de Turing por correr largas distancias se construyó a largo plazo. Durante su juventud prefería el remo o el fútbol y sólo en días de mal tiempo optaba por ser 'runner' para mantener la forma. Una vez superada la II Guerra Mundial en que trabajó de manera exitosa en tareas de espionaje -sin reconocimiento oficial hasta tiempos recientes-, el treinteañero empezó a devorar millas y millas con sus pies. Según sus diarios, trataba de recorrer 32 kilómetros al día para completar su objetivo de 160 por semana.

Los éxitos de Turing en el asfalto se sucedieron. A sus 33 años, compitió en una prueba de 5.000 metros en que terminó a seis segundos del campeón olímpico de la distancia, Alec Onley. A pocos se les escapaba su potencial al verle. Fue reclutado para el club de Walton después de que adelantara a un grupo de corredores durante un entrenamiento por el campo. «Habíamos oído hablar de él antes de verle. Hacía un terrible gruñido cuando corría, pero nos pasó como una bala. Le invitamos a unirse. Inmediatamente se convirtió en nuestro mejor corredor», recordaba J.F. Harding, uno de los testigos y secretario del club cercano al laboratorio de trabajo de Turing.

El británico pareció elaborar un sistema lógico para alcanzar los Juegos Olímpicos de Londres en 1948. En 1947 tuteó en diferentes pruebas a Tommy Richards, el futuro subcampeón olímpico; y Stan Jones, ganador de los 'trials' de selección para Londres 1948. Incluso, su incipiente popularidad llevó a una revista especializada a reseñar el rendimiento de un atleta con un estilo «torpe y torcido» que completaba con una dieta rica en carbohidratos. «A Turing le gustaba sorprender a sus colegas corriendo hacia las reuniones científicas, derrotando a los que viajaban en transporte público», según su biógrafo, Andrew Hodges.

El punto culminante del matemático atleta podría haber sido el maratón de los Juegos Olímpicos de su país en 1948. Sin embargo, un infortunio le impidió completar su proyecto. Aunque estaba inscrito en las pruebas que servían de clasificación se ausentó en una de ellas, supuestamente por lesión, y fue registrado como el quinto en la lista en la selección. Cuando se celebró la competición su compatriota Richards se colgó la plata con un tiempo sólo 11 minutos mejor que la mejor marca del genio.

Según la documentación de sus biógrafos, el precursor de la informática moderna y creador de la 'Máquina de Turing' prosiguió con sus andanzas hasta que en 1950 una lesión en la pierna le obligó a detenerse. Prosiguió con sus investigaciones y sus aportaciones a la ciencia y a su país hasta que fue condenado por homosexualidad en 1952, algo que le preocupó por la posibilidad de que ensombreciera su trabajo. Fue tratado con hormonas y la llamada 'castración' química. Murió dos años después en extrañas circunstancias con un legado extenso a la humanidad y con una pequeña contribución al atletismo que hoy se honra con un maratón en su nombre.

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