Los premiados con el Nobel de la Paz que tampoco acudieron a la ceremonia de entrega
El caso de María Corina Machado no es excepcional, otros galardonados no pudieron recoger su distinción por motivos relacionados con la inseguridad causada por conflictos armados
Para luchar por la paz hay que adentrarse en la guerra. El premio que se le ha entregado a la líder de la oposición venezolana, ... María Corina Machado, no está exento de polémica pero tampoco de riesgo. Desde que comenzaron a otorgarse, en 1901, son muchos los galardonados con el Nobel de la Paz que no han podido acudir a recibirlo tanto por la necesidad de permanecer en la clandestinidad debido a las amenazas como por encontrarse en prisión o no poder regresar a su país si acudían a la ceremonia celebrada en Oslo. Recibir la condecoración que más respeto y admiración genera en el mundo conlleva involucrarse en situaciones, como mínimo, complicadas.
El caso más reciente similar al de Machado lo protagonizó la activista iraní Narges Mohammadi. En 2023 el comité noruego le otorgó el galardón por su oposición al régimen chií en Irán, que decretó el uso obligatorio del velo y legalizó la pena de muerte, entre otros dictámenes contrarios a los derechos humanos. Mohammadi no pudo acudir a la ceremonia de entrega del Nobel, ya que se encontraba detenida en la cárcel de Evin, en Teherán. Fueron sus hijos mellizos, exiliados en Francia y de tan solo 17 años por aquel entonces, los que lo recogieron en su nombre y leyeron un discurso que ella les hizo llegar desde su celda. En 2024, la galardonada fue puesta en libertad provisional por razones médicas, pero en la actualidad se encuentra bajo arresto domiciliario, aunque el viernes pasado acudió a Barcelona para la inauguración de la 22ª edición del Festival de Cine de Derechos Humanos.
Otro disidente que fue reconocido en condiciones extremas fue Ales Bialiatski, fundador y durante años director de Viasna –la principal organización de derechos humanos en Bielorrusia–, quien recibió el Nobel de la Paz en 2022 mientras estaba en prisión. Un año más tarde fue sentenciado a diez años -condena que aún cumple- por supuesta financiación de acciones colectivas que, según el régimen, «atentaban gravemente contra el orden público». En su lugar, asistió a la ceremonia su esposa.
Sin representación
La entrega del premio a Liu Xiaobo en 2010 también estuvo marcada por la ausencia del galardonado, que se encontraba bajo rejas en China. El caso de Xiaobo fue especialmente llamativo ya que su silla quedó vacía, pues ni su esposa, Liu Xia –en arresto domiciliario–, ni sus tres hermanos –que tenían prohibido salir del país– pudieron acudir en su representación. Escritor y profesor de literatura, Liu fue una figura central del movimiento democrático de Tiananmen y un crítico firme del régimen comunista. Obtuvo la libertad condicional en mayo de 2017 debido a un cáncer terminal y falleció solo dos meses después.
Algo similar le ocurrió a Aung San Suu Kyi, quien recibió el reconocimiento en 1991 «por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos en Myanmar». Se hallaba bajo arresto domiciliario en Birmania y, aunque la junta militar le permitió viajar a Oslo, prefirió no hacerlo por miedo a que no le permitieran volver. A diferencia de Xiaobo, no hubo una silla vacía pues fueron su esposo y sus dos hijos quienes aceptaron el premio en su nombre. Tras llegar a la presidencia de su país en 2016, un golpe militar en febrero de 2021 derrocó a la activista, que ahora cumple una condena de 27 años.
El polaco Lech Walesa no estaba privado de libertad cuando se le otorgó el galardón en 1983. El «sacrificio personal realizado para contribuir al aumento de los derechos de los trabajadores y a constituir sus propias organizaciones» fue el motivo que alegó la organización noruega para conceder el premio al líder clandestino del sindicato Solidaridad, quien no pudo acudir a la ceremonia de entrega por miedo a no poder retornar a Polonia si abandonaba el país. En su representación asistieron su esposa y su hijo. Seis años más tarde, el sindicato –convertido en partido político– ganó las elecciones y Walesa fue elegido presidente de una Polonia más libre.
Le Duc Tho y Henry Kissinger recibieron el premio en 1973. Sin embargo, Tho lo rechazó. Es el único que ha negado el galardón hasta la fecha.
En consonancia con estos casos de represión política, el físico y disidente Andréi Sájarov tampoco pudo presentarse en Oslo en 1975. Su «valiente lucha como opositor en defensa de los derechos humanos, las libertades civiles, el desarme nuclear y la coexistencia pacífica» le valieron para ser premiado. La Unión Soviética le negó el permiso para viajar al extranjero, impidiendo al fundador del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos recibir personalmente la condecoración. Su esposa, Yelena Bónner –también activista–, acudió en su lugar.
El único galardón rechazado
Un ejemplo distinto pero igualmente marcado por la inasistencia fue el galardón de 1973. Fue concedido en conjunto al entonces secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, y al revolucionario y político vietnamita, Le Duc Tho, por sus gestiones en la guerra de Vietnam. Sin embargo, ninguno acudió a recoger el premio. Tras más de 15 años de feroz guerra civil en Vietnam y después de cuatro años de negociaciones, Le Duc Tho y Kissinger lograron firmar un pacto de paz en enero de 1973, pero al llegar octubre el conflicto seguía abierto y la confianza entre las partes estaba hecha pedazos. «La paz no se ha establecido realmente en Vietnam del Sur», dijo Tho en respuesta a la concesión. «Bajo estas circunstancias, me es imposible aceptar el premio». Con esta frase, Tho se convirtió en la primera –y hasta el momento, única– persona en no aceptar el Nobel de la Paz. Kissinger evitó viajar a Oslo ante el temor de protestas.
El caso del periodista alemán Carl von Ossietzky fue aún más dramático. Recibió el premio en 1935, mientras estaba detenido en un campo de concentración nazi, tras la oleada represiva que siguió al incendio del Reichstag en 1933. Gravemente enfermo de tuberculosis y aún retenido, las fuertes movilizaciones internacionales consiguieron que fuera trasladado a un hospital, donde murió en 1938. Adolf Hitler, el líder nazi, tomó el premio como una ofensa, por lo que prohibió que ciudadanos alemanes aceptaran el galardón.
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