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La tecnología se alía con un Granada lleno de optimismo
El VAR provoca que el Celta se quede con nueve muy pronto, lo que los nazaríes aprovechan con mucha astucia
Rafael Lamelas
VIGO. Enviado especial
Lunes, 16 de septiembre 2019, 03:11
La tecnología fue el inesperado aliado de un Granada cuya inercia abruma cuando sale de turismo. Requisa jabones, toallas y hasta el secador del hotel ... . Sumó tres puntos más que hacen siete en la bolsa de estos cuatro primeros partidos, todos ellos conseguidos a domicilio. Es un equipo que se adapta a todos los destinos y circunstancias, que no necesita biodramina en el equipaje. El triunfo en Balaídos más de medio siglo después de la última vez –otra marca que derriba este conjunto explorador– sería imposible de explicar sin la intervención determinante del VAR, esa suerte de Gran Hermano futbolístico que ha venido para quedarse pero que sembrará más de un desconcierto hasta que se afiance del todo.
A veces, sus impulsores carecen de la sensibilidad natural que se solía aplicar a este deporte en vivo. El vídeo desnudó al Celta, que se quedó con diez futbolistas a los 11 minutos y con nueve a los 28 en dos acciones controvertidas, en puridad expulsiones bajo el orden rígido actual. El condicionante limitó a los locales a meras muestras de orgullo en adelante. Los nazaríes, fríos como glaciares, se armaron de paciencia. Sin riesgos y cuidándose de no cometer errores, encararon el encuentro al filo del descanso con un gol de cabeza de Germán a la salida de un córner y lo sentenciaron con un misil salido de la bota de Yangel Herrera en una segunda mitad bajo el control de los rojiblancos, conectados hasta cuando parecieron pasivos.
RC Celta
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Aidoo, Jorge Sáenz, Olaza; Fran Beltrán, Lobotka; Iago Aspas, Denis Suárez (Pione Sisto, m.77), Brais Méndez (Araujo, m.15); y Santi Mina (Pape Diop, m.59).
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Granada CF
Rui Silva; Víctor Díaz, Duarte, Germán, Quini; Yangel, Montoro; Puertas, Vico (Carlos Fernández, m.45), Machís (Azeez, m.88); y Soldado (Vadillo, m.66).
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GOLES 0-1, m.45: Germán; 0-2, m.54: Yangel Herrera.
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ÁRBITRO Prieto Iglesias (colegio navarro). Expulsó a los locales Jorge Saénz y Fran Beltrán con roja directa en los minutos 10 y 29 de partido, respectivamente. También amonestó a los locales Santi Mina, Hugo Mallo, Néstor Araujo y Denis Suárez así como a los visitantes Germány Víctor Díaz.
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INCIDENCIAS Partido de liga disputado en el estadio de Balaídos ante 18.259 espectadores (cifra oficial).
El nuevo régimen del VAR trae justicia, no es el problema; son las interpretaciones que se hacen de lo que se analiza lo que puede cuestionarse. Esas repeticiones ralentizadas de las acciones desde mil ángulos hacen dudar a cualquiera en cuanto existe el más mínimo contacto. Si encima la aproximación fomenta el debate, el lío está servido. Cierta normativa reciente ha convertido en capital la protección del tendón de Aquiles, con frecuencia hasta el exceso, pues en ocasiones se rompe solo, sin que intervenga ningún gesto violento del adversario. Lo que está claro es que el VAR es un sistema severo, frío pese a seguir en manos de seres humanos, que paraliza demasiado el juego durante las deliberaciones hasta afectar al ritmo posterior del partido y que trastoca la percepción de un hecho cuando se contempla bajo la óptica normal, de cerca, cuando tal vez se puede medir mejor la contundencia que no a cámara lenta.
El VAR hizo una escabechina descomunal en dos acciones que, a ojos del árbitro, eran una mera falta la primera y una amarilla la segunda. Apenas se habían producido intercambios de llegadas cuando llegó el primer lance del que hubo chivatazo por el pinganillo del colegiado. Jorge Sáenz, que debutaba en la zaga gallega, salió a disputar un balón dividido con Soldado en el sector del Granada, en una zona templada, lejos de las áreas. Fue con brío a la espalda del delantero. Tanto, que le pisó con la bota izquierda por detrás en el acto del empujón. Le dio en esa zona crítica que ya conoce bien la parroquia local; ya contempló un episodio similar en la primera jornada ante el Real Madrid. Entonces fue Modric el que, incrédulo, se fue a la calle. Esta vez, con más suspense, fue el joven central tinerfeño el que vio la roja. Como recuerdan los colegiados, no se evalúa la intencionalidad, sino el lugar al que van los tacos. Si era así, el zaguero tenía la multa asegurada.
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La revisión llegó porque Soldado se quedó dolorido, quejoso, haciendo aspavientos, protestando, hasta incitar a que Jaime Latre, el árbitro a distancia en la burbuja de pantallas, se hiciera eco de sus lamentos y pidiera que le pusieran el fragmento una y otra vez, para observarlo con lupa. Surtió efecto. El punta tiró de veteranía aunque, por si acaso, se encargó de difundir una foto al final del encuentro en la que se contemplaban los estragos del golpe en la zona de marras. Tenía el restregón y sangre. Sáenz era culpable.
El técnico celeste, Fran Escribá, tuvo que improvisar defensa retirando a Brais Méndez y colgando a Araujo de la retaguardia. Al Celta la afrenta le enardeció como un insulto y donde faltaba uno se multiplicaba Iago Aspas, que ha convertido un trauma añejo, aquel gatillazo en el ascenso rojiblanco, en una fuerza motriz con la que descargar venganza. También reclamó el patíbulo para Germán en varios forcejeos menos punibles.
El Granada adoptó una postura de meditación ante la vehemencia del rival. Quiso seguir su plan al margen de las incidencias. Explotar la estrategia ante un contrario que sabía que podía flojear en las marcas personales. Lo intentó así Víctor Díaz desde la frontal tras un saque de Montoro. El Celta seguía brioso hasta que el encuentro se volvió a detener por una tarascada a Puertas. Fran Beltrán se pasó de frenada y topó con la pierna del almeriense con la plantilla de su bota por delante. No hubo intención agresiva, pero sí fue aparatoso. Prieto Iglesias le amonestó, pero fue incitado a un nuevo cónclave por el auricular en medio de las discusión de futbolistas. La duda le llevó al monitor, y del monitor al bolsillo. Cambió el color de la tarjeta.
La indignación corrió como la pólvora entre los parroquianos, que asistieron estupefactos a la fijada pausa para la hidratación, mero enjuague ante tanta amargura. Al Granada no le afectaba tanto tumulto y se lo tomaba todo con calma de más, dando pases de seguridad, con lentitud, que animaron a los vigueses a seguir percutiendo. Iban a llegar vivos al descanso hasta que apareció Germán con la frente de martillo para poner el 0-1 en el alargue provocado precisamente por el VAR. La suerte es de quien la trabaja y bien que se han entrenado estas situaciones durante toda la semana en la ciudad deportiva. Todo sonreía a los nazaríes, pero en medio llegó la nota triste. Fede Vico, cojeando, pidió el cambio. Salió Carlos Fernández con ansias rematadoras.
Con 0-1 y el adversario tan mermado, los rojiblancos dejaron que la fruta madurara y que cayera del árbol por efecto de la gravedad. Mostraron alguna dificultad para atacar a un rival acantonado y ágil en la carrera, pero cuando aún le cabía al Celta la esperanza de la heroica, Yangel Herrera lo hundió con un impresionante obús que lijó la escuadra. De Tampa volvió un tornado.
El encuentro entró en una fase irregular, de transiciones precipitadas. No llegó una tercera diana del Granada y hubo meritorios acercamientos de los vigueses, que tiraron de corazón con sus refrescos. Vadillo salió por Soldado, enemigo público número uno en Balaídos, y Diego Martínez acabó cerrando el asunto con Ramón Azeez por el centro. Tenía listo a Martínez para colapsar la defensa, pero prefirió engrosar de fibra la medular, por la que se aplicaban Pione Sisto y Pape Cheikh. El pie ya estaba levantado.
El Granada vuelve a casa en pleno estado de optimismo, sin ansia ante la visita de todo un Barcelona. Habrá millones de testigos. El VAR, también. ¿Será tan implacable en caso de ser azulgrana el infractor? Se verá.
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