Joaquín Marín 'Quini' | Exfutbolista del Granada
«Retirarme como capitán del Granada era lo que más quería»«Pido a la directiva que tenga sentido común; las formas dejaron mucho que desear en salidas como la mía», apunta
Joaquín Marín 'Quini' (Fernán Núñez, 1989) vuelve a sentirse futbolista del Granada cada vez que regresa a la ciudad, donde mantiene vivienda propia. En esta ... última ocasión, además, podrá celebrar el cumpleaños de su hijo granadino allí donde nació y con sus amigos de infancia. No deja de sentirse granadinista por más que aún le duela cómo salió del club, ahora futbolista del Atromitos griego tras proclamarse campeón de la Conference League con el Olympiacos hace un año.
–¿Cómo le va en Atenas?
–Muy bien, también ahora en un club más humilde. Me encuentro perfecto físicamente pese a terminar la temporada con algunas molestias en la rodilla que me fastidié aquí; me asusté un poco, pero no fue gran cosa.
–Vuelve siempre que puede.
–Mi hijo nació aquí y tanto mi mujer como yo nos sentimos granadinos y venimos cada vez que tenemos ocasión aunque nos gustaría hacerlo más a menudo. Tenemos muchos amigos. Cada vez que vemos el Hotel Luna desde la autovía al venir, comento con mi mujer nuestra primera noche allí. Tengo recuerdos infinitos, y todos muy bonitos, de Los Cármenes al hospital en el que nació mi hijo o su colegio.
–Aquí se reúne con varios excompañeros de aquella etapa. Se dejaron ver por Ibiza y también por el Corpus...
–Nos van saliendo eventos y hacemos por juntarnos, cuando no es por el cumpleaños de uno es por el de otro porque cualquier excusa es buena (ríe). Mis seis años en el club me dejaron muy buenos amigos que mantengo.
–No es tan común forjar lazos tan fuertes en un vestuario.
–Lo que aún vivimos aquí no lo sentí nunca en otro sitio durante mi carrera, al menos yo. Se tienen que dar una serie de circunstancias y en ese momento se dieron todas juntas para crear ese grupo, y mantenemos la amistad.
«Una de nuestras fortalezas era la mentalidad; nos agarrábamos a todos los partidos»
–¿Cuánto tenía que ver Diego Martínez también en eso?
–Fue el principal responsable de forjar ese grupo, aunque ya estuviéramos varios antes que él. Todos los que vinieron después se integraron con mucha facilidad.
–Se adaptó a jugar por la izquierda cuando hizo falta, pero luego se lesionó de la peor manera y en el peor momento posible.
–Mantengo la espinita por lo bien que me encontraba en ese momento, justamente tras subir a Primera, y no sabré nunca qué nivel podría haber alcanzado aunque ya me pillara con 30 años y no fuera a tener tantísima progresión. Me llevó casi un año recuperarme, con otras lesiones ya musculares, pero al menos pude compartir más tiempo con mi mujer durante su embarazo y me consoló terminar siendo útil al final de aquella última temporada con Diego.
–Le costó quedarse fuera de la Europa League.
–Me jodió, claro, porque creía que podía ser la única oportunidad de jugar Europa en mi vida, pero lo entendí perfectamente al venir de la lesión porque mi rendimiento era una incógnita. Aun así, Diego consiguió que incluso los que nos quedamos fuera nos sintiéramos partícipes de aquello, animando desde la grada. Lo disfruté como un enano, como el que más. También la clasificación para las semifinales de la Copa del Rey con el Valencia, y no sufrí menos que los que jugaban con el Athletic.
–¿Fue el ascenso de 2019 su momento más feliz?
–Sí... porque tampoco se esperaba que lo consiguiéramos, además, tras la decepción del año anterior. El objetivo era distinto a priori, pero fue la hostia. En el siguiente, con Paco López en 2023, fue una liberación enorme pero ya fue algo distinto.
–Llegaron a convencerse de que podían ganar a cualquier rival.
–Una de nuestras fortalezas era la mentalidad. Volvíamos de jugar en Europa los viernes y aun así plantábamos cara a otros equipazos el domingo. Fue un milagro tras otro, pese a las bajas, porque estábamos convencidos de que había que ir a por los rivales. De la supervivencia en Nápoles al Camp Nou, pese a empezar perdiendo, aunque allí tuviéramos suerte. Nos agarrábamos a los partidos. Dejamos lecciones para la vida.
–Conociéndole, seguro que le dio especial rabia que fuera sin público...
–Siempre lo comentábamos en el vestuario; fue una pena, siendo la primera vez que el Granada jugaba en Europa. Hubiese sido precioso, el culmen de esa etapa.
«Hubo decisiones desacertadas en vez de darle continuidad a lo que se podía de la etapa en Europa»
–¿Qué pasó luego, con Robert Moreno y demás?
–Teníamos muy buen equipo todavía pero fueron tomándose decisiones desacertadas, empezando por la salida de Monterrubio y la marcha de Diego aunque eso lo decidiera él. A Fran Sánchez le invitaron a irse, y pienso que había que darle continuidad a lo que se pudiera de lo que había una vez que no se pudo convencer a Diego. Creo que habría que haber apostado por un perfil de entrenador más parecido a él porque Robert, sin ser ni mejor ni peor, sí que traía una idea que no era la que ese equipo necesitaba en mi opinión por la línea de base que ya teníamos, pese a que tuviéramos futbolistas con calidad. La primera victoria, con el Sevilla, fue haciendo lo que en los años anteriores. Nos fuimos con un buen colchón a Navidad, pero se nos fue complicando y bajamos cuando parecía que ya habíamos hecho lo más difícil; fue una debacle.
–Ya vio salir de aquella manera a Germán Sánchez y a Ángel Montoro, y usted fue el siguiente pero no el último.
–Parece que en el fútbol idealizamos las despedidas, y a todos nos gustaría irnos por la puerta grande de nuestros equipos, en el estadio y con la afición, pero también hay puntos intermedios y conmigo en concreto no fueron claros sobre si me querían o no. No querían cerrarme la puerta, pero me dijeron que estaban mirando otras opciones y que buscara por mi cuenta, y estaba subiéndome al avión para Grecia cuando me avisaron de que iban a sacar un comunicado de despedida. Tres meses antes de terminar la temporada me decían que todos contaban conmigo independientemente de si subíamos o no, pero que ya nos sentaríamos para cerrarlo; fue durante la fiesta del ascenso cuando empecé a intuir que algo no iba bien. Colgar las botas como capitán del Granada era lo que más deseaba cuando salí, y lo pasé muy mal con ese palo. Incluso estando en el Olympiacos comentaba con varios excompañeros que me volvería con ellos a sufrir juntos porque los echaba de menos.
–Usted siempre se sintió «un granadino y un granadinista más». También ellos.
–Esto es fútbol y es normal terminar yéndose de los sitios, pero lo feo en mi caso fue crearme ilusiones y engañarme. Todos los que nos vamos terminamos hablando de las formas del club... más allá de lo deportivo, en todos los casos dejaron que desear. Me alegré mucho por el partido que hizo Puertas aquí con el Eibar porque creo que se lo merecía después de que la temporada pasada se le machacara de más, aunque todos pillaran, sabiendo lo mucho que sufre por este club.
–¿Qué cree que se viene haciendo mal en concreto?
–Lo primero, tener una propiedad a miles de kilómetros sin idea de lo que pasa en el día a día, aunque realmente ni sabemos quién es el dueño. Luego, no dejar a la gente que venía trabajando bien. El problema está dentro; arriba.
–¿Siguió mucho al equipo la temporada pasada?
–Sí, siempre. Soy granadinista. Fui a dos partidos en Los Cármenes esta temporada, con el Córdoba y con el Castellón, y al principio me costó porque no quería encontrarme con según qué gente, pero me convencieron y lo reviví todo con mucho cariño. Vi al equipo con dudas, muy irregular, pero creí en el ascenso con Pacheta si entraban en el 'play off'. Sé que era el entrenador que quiso Fran Sánchez al irse Diego Martínez, y creo que habría sido lo más parecido en la línea que llevábamos. A ver qué equipo le montan, pero creo que es un buen entrenador.
«Tres meses antes de terminar contrato me decían que todos contaban conmigo; me engañaron»
–El Granada busca hasta cuatro laterales en el mercado...
–(Ríe) Que las cosas fuesen mal desde mi salida hace que la gente me recuerde con más cariño quizás. Ojalá asciendan dentro de un año porque es lo que deseamos todos los que queremos al Granada.
–¿Le apena especialmente la salida de Carlos Neva?
–La verdad es que sí, porque era la última pieza que quedaba del 'EuroGranada'; se va cerrando una etapa. Vi su gesto con la afición y me sorprendió, pero sabía que llevaba mucha frustración acumulada dentro. Sé que estuvo llevándose mucha 'mierda' a casa.
–¿Qué le pediría a cualquier empleado del Granada, futbolista o no, como ex ya?
–A los empleados del día a día en la Ciudad Deportiva, nada, que sigan igual porque son el alma del Granada, los que te hacen ir a entrenar contento porque vas a recibir una sonrisa y una buena palabra que te levante el ánimo. A los de más arriba, que tengan más sentido común en sus decisiones y que hagan lo que toque en cada momento de forma simple y sin inventar, porque se está haciendo daño al Granada teniendo a la gente tan cabreada.
–¿Comprende a la afición aún más desde que está fuera?
–Entiendo que la afición quiere ver a su equipo ganar y si no carga contra los futbolistas, porque así funciona el fútbol, pero, por ejemplo, la plantilla de hace dos temporadas no era acorde como para competir en Primera división por más palos que nos lleváramos nosotros. La salida de Samu nos debilitó y se pidieron refuerzos que no llegaron, ya fuera por la posible venta o no.
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