Un oasis en el desierto para el Granada
El Granada reaccionó en el Martínez Valero gracias al balón parado tras una primera parte irreconocible. El cuadro de Guille Abascal renunció a la presióny al juego alegre de ataque, sus señas de identidad, para prolongar su pesadilla
No es que el Granada deambule sin rumbo por el desierto, sino que es su esencia la que está llena de arena. El equipo rojiblanco ... afrontó el duelo del Martínez Valero totalmente irreconocible. A pesar del pobre arranque liguero, las pocas –por no decir únicas– certezas del cuadro dirigido por Guille Abascal pasaban por discutirle la pelota al rival y por un juego alegre y vistoso con ella en los pies. Ante el Elche, ni lo uno ni lo otro. Justo cuando tocaba aferrarse a la zona de confort de cara a crecer en la adversidad, el equipo salió de ella para desdibujarse al extremo y alimentar la crisis de un proyecto con poco más de tres meses de vida que no termina de crecer adecuadamente.
Noticia relacionada
El balón parado da un punto al Granada
Repitió Abascal la zaga de tres centrales con dos carrileros con la que sorprendió al Deportivo de La Coruña la pasada semana en Los Cármenes. El equipo logró en cierto modo coser sus costuras y contener a los blanquiazules sin renunciar en demasía al ataque. Una fórmula que no dio el mismo resultado ante el Elche. Los franjiverdes, aún más necesitados de puntos que el Granada, jugaron a placer sin prácticamente oposición. Los rojiblancos se embotellaron en su propio campo, cediéndole a los de Eder Sarabia todo el protagonismo ante su afición. La presión alta brilló por su ausencia, y cuando apareció lo hizo sin orden ni coherencia. Un despropósito que derivó en cero disparos a portería en la primera parte ante el escaso colmillo de los atacantes.
El técnico alineó de inicio a Shon Weissman como referencia arriba, acompañado por Giorgi Tsitaishvili y Reinier Jesus en los flancos. El israelí mantuvo la titularidad con respecto a la última jornada y pese a la vuelta al equipo de Myrto Uzuni tras su estancia con la selección nacional de Albania. Weissman es la clara apuesta de Abascal desde la pretemporada, cuando el sevillano pareció otorgarle una segunda oportunidad en base a su facilidad para ver puerta. El ariete debió gastar toda su pólvora en los amistosos, pues no ha apretado el gatillo en lo que va de liga. El de Haifa persiguió sombras junto al resto de sus compañeros. Únicamente dispuso de una notable acción al proteger el balón en el centro del campo durante un contraataque que inició Manu Trigueros. Weissman lidió con los centrales, esperó su momento y cedió al espacio con calidad para dejar solo a Tsitaishvili por la derecha, que inició la arrancada sacándole metros a la zaga del Elche. El extremo pisó área contraria, acaparó la atención de los zagueros y pasó al punto de penalti en el momento preciso para dejar a Reinier ante Dituro. El brasileño, con todo a favor, mandó el balón fuera rozando el poste. Un espejismo que desesperó a Weissman.
Fue la oportunidad más clara para los visitantes, un desperdicio que pasó facturas al descanso. El equipo saltó al césped en la reanudación sin el israelí, que se quedó en el vestuario. Uzuni se enfundó la rojiblanca horizontal, preparado para revitalizar al equipo y evitar la UCI. El albanés materializó una de las primeras bolas que tocó en un saque de esquina que peinó Ignasi Miquel, el primer gol del pichichi del último curso en Segunda. Un chispazo que prendió la mecha del Granada. Dos minutos después del empate, fue Loïc Williams el que remató un envío desde 30 metros de Tsitaishvili para firmar la remontada. También a balón parado, una faceta que por un día no supuso castigo alguno para los rojiblancos. Más bien, un oasis en mitad del desierto con el que frenar la agonía y desenterrar los pies. Aún queda mucha arena por recorrer –y tragar–.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión