El Barça no necesita ninguna mano

Llegó precedida de una mano de Busquets en el centro del campo que ni le pareció de De Burgos Bengoetxea en juego ni a Pizarro Gómez en la sala VOR. Este fútbol auscultado al milímetro con algunos, de repente prescindió de una tecnología útil para estos casos. Los rojiblancos se quedaron con cara de bobos y se llevaron una paliza, pero hasta llegar a hundirse ocurrieron cosas.

Más allá de discusiones sobre el reglamento, el Granada anduvo fatal, con muchas dudas. No llegó a acomodarse al encuentro y se desquició a fuerza de golpes. Sin una versión exquisita del Barça, su genuina resistencia defensiva desapareció. Flojeó en la medular y no encontró escapatorias ofensivas, siempre agudo Ter Stegen cuando le testearon. En el tramo final se puso a pensar en lo que viene, pero al menos mantuvo cierta tensión para no llevarse una tunda para el recuerdo, aunque fuera la peor de la etapa Diego Martínez en casa.

El vigués sacó de inicio un 'once' sin fichajes de esta temporada. Dobló esfuerzos Carlos Neva en el lateral izquierdo y volvieron los tres centrocampistas al medio, pero con Eteki y Herrera emparejados en la base y Montoro suelto por delante. Un destacamento de fieles para mantener el respeto táctico y agobiar. Todo fue saltando por los aires a golpe de goles culés.

Como en un 'déjà vu' del partido con el Madrid, el Granada se topó con una ocasión muy pronto fruto de la presión, con el mismo finalizador que en Valdebebas. De Jong le dio un pase blando a Busquets y Soldado salió al quite, llevándose una tarascada del pivote azulgrana y provocando su fallo. El balón rodó hasta Puertas, que encaró con brío y chutó potente, pero Ter Stegen despejó a mano cambiada y la pelota acabó en córner, con más mérito del alemán que impericia del almeriense.

No achuchaba el Barça, pero sí penalizaba mucho el error. En un mal envío al centro de Germán, Pedri rompió líneas y se plantó en el área con varios cambios de pedalada, aunque la zaga le achicó el espacio y evitó la culminación del canario. De la continuación del córner posterior llegó el tanto culé y la primera polémica. Busquets recibió en la frontal e intentó un pase de devolución. Soldado trató de interceptarlo, pero lo que ocasionó fue un rebote hacia el centro, donde estaba Griezmann, en teórica posición de fuera de juego. Marcó a placer y el árbitro, De Burgos Bengoetxea, lo anuló, pero las protestas visitantes hicieron que consultara con rapidez a su asistente y al 'controlador' televisivo, Pizarro Gómez. Se evaluó que era despeje de Soldado y no una carambola. Hubo celebración diferida de los catalanes.

El Barça se nutrió con la diana. Tocó con más intención ante un Granada rabioso y Dembélé estuvo a punto de cruzar un tiro letal a la red. El colegiado, entre medias, expulsó al técnico de porteros de los azulgranas, explicándose ante Koeman, incrédulo. Había cargado contra el banquillo contrario.

Soldado asomó la pezuña ante Ter Stegen, ante los vítores de Diego Martínez, que pedía ritmo, hiperactivo. Umtiti, que había entrado de improviso a segundos del arranque por lesión de Araujo en el calentamiento, pareció romperse en menos de media hora, pero hubo 'magia' en las manos médicas con el frágil francés.

Soldado canalizó una pelota sobre la ruptura de Puertas, que erró el desenlace, aunque partía de posición irregular, así que de poco importó para el inventario. Umtiti, ya sano, pudo lucirse al remate de una falta botada por Messi, pero se quedó a palmos. Machís siguió percutiendo sobre Ter Stegen en el otro sector, aventurero, pero hacía falta algo más que lanzamientos secos para superarlo.

Entonces llegó el escándalo. Herrera reclamó una mano de Busquets en tierra de nadie, muy clara, pero De Burgos dejó seguir la jugada y el Barça cabalgó sobre Griezmann para que Messi acabara empotrando el balón en la escuadra, su firma clásica. No hubo mirada al monitor para que el del silbato reevaluara su proceder. A fuerza de repetición, más nítido se veía para el espectador que debía haber censura, pero no para los jueces. «Quéjate de los árbitros ahora», le exhortó mientras tanto Soldado a Koeman, que negó la mayor. Diego, mientras, se indignó en el banquillo.

El Barça iba ya en lancha motora y el Granada se iba resquebrajando. Eteki frenó a Pedri en la corona sin venir mucho a cuento y Messi se topó con una de esas faltas que son como un penalti para él. Buscó la esquina baja y Rui se lanzó tarde. 0-3 sin necesidad de avasallar con su fútbol. Un correctivo a martillazos con un Granada desajustado, pifiando en demasía, pero también con un sistema de chequeo sin batería.

Diego lo intentó arreglar con un triple cambio al descanso. Vallejo, Luis Milla y Luis Suárez por Neva, Montoro y Soldado. El maño al lateral diestro y Foulquier al izquierdo; lo demás, relevos naturales. La actitud, más atosigante para el robo, aunque sin el punto de fineza, a la espera de que el Barça se dejara ir por su ventaja. Puertas volvió a buscar a Ter Stegen, pero chutando hacia sus guantes.

No había ya prisas en los azulgranas, adormeciendo con su nana de pases, bien posicionados aunque al ralentí. De Jong buscó el cuarto en una huida, como respuesta a un ataque desbocado del Granada, nervioso mientras seguía sin suturar su herida. No agarraba el timón por el centro, dificultado para tocar bajo el dictado de Eteki, y cada avance se atropellaba.

Nada funcionaba y Griezmann abultó el problema. Dembélé le combó un pase y el francés sacó el cuchillo de la mantequilla para hallar el cuarto, destructivo para la moral rojiblanca. Koeman hasta se permitió el lujo de retirar a Messi y De Jong, dos de sus intocables.

El 'chamán' sacudió su 'once' con Soro por Herrera. Más que un revulsivo, reserva de fuerzas para el venezolano, pues el martes juegan de nuevo, con Osasuna. El Barça siguió con sus sustituciones. Al final, Vallejo enganchó a Braithwave cuando se quedaba solo ante Rui. Una roja inoportuna en un periodo que sobró al completo, en el que estuvo más próxima la manita que la honra local. Tocó una noche oscura para el granadinismo, con detalles en la trama a reseñar, aunque el desenlace acabara siendo el mismo.