El vendedor de 'moda' del Triunfo que arrancó en moto
Personajes de barrio ·
Antonio es un comerciante de toda la vida que puede presumir de haber vestido a varias generaciones de sus vecinos en el negocio que fundó su padre; lleva más de 40 años en Ancha de CapuchinosLa periodista está en los alrededores del Triunfo. Busca una tienda de ropa de esas de toda la vida, un comercio tradicional con apellido propio ... , el de su fundador, Antonio Bailón, hoy nonagenario y apartado del textil por ese ocaso que a todos espera. El local está en la calle Ancha de Capuchinos de la capital granadina.
-Perdone, ¿para Confecciones Bailón voy bien por aquí?, pregunta la informadora a un señor que pasea a su perro a unos 200 metros del destino.
-Sí, siga recto toda esta calle y al final de la siguiente encontrará la tienda. Ahí hay ropa buena, ¿eh?, contesta el viandante.
Al final es un joven treintañero vecino de la zona quien da a IDEAL las coordenadas exactas y también fe de que se trata de un lugar auténtico: «Yo entré a comprame una camiseta interior y la tienda me recordó a cuando me llevaba mi abuelo de compras», dice el improvisado cicerone, que se identifica como Sergio.
El comercio no defrauda. Conserva la esencia de esos establecimientos donde todo el género está perfectamente colocado y a la vista, para que el cliente localice pronto la prenda, se centre en el tacto del tejido y en oír los consejos del dependiente.
Hay ropa tanto de señora como de caballero. Pantalones, faldas, camisas, vestidos... Es un local «multimarca», donde comprar unos buenos calcetines sin que les salgan pelotillas en el primer lavado.
Detrás del mostrador está Antonio, con un semblante afable tras el que oculta tímidas sonrisas. Es hijo del fundador. Ha heredado el oficio y regenta el negocio junto a sus dos hermanos. También tienen otra tienda de ropa de hogar muy cerca. Basta con cruzar la calle.
«Mi padre lleva en el barrio unos 60 años y, como fue presidente del Vandalia, antes salía mucho en el periódico», comenta el vendendor, a la vez que rebobina la historia de su progenitor para explicar la génesis de la empresa. «Iba por los pueblos venidendo, por Campotéjar, por los Montes Orientales, y empezó con una moto, en la que llevaba la ropa».
A los seis o siete años de idas y venidas, de cargar mercancía sobre dos ruedas, Antonio Bailón padre decidió abrir por primera vez la persiana en aquella comarca. Hace medio siglo de eso. Luego, mudó el comercio a la calle Cristo de la Yedra de la capital, cerca de la actual. Ese fue el primer establecimiento de esta familia en Granada.
El actual negocio lleva abierto en Ancha de Capuchinos «43 o 44 años». El dedicado al hogar, unas tres décadas. «Yo me encargo de los bancos y esas cosillas». Quien habla es Miguel Ángel, hermano de Antonio, que acaba de llegar.
«La clientela que tenemos es de hace mucho tiempo. Algunos son de hace 40 años, pero ya se han ido muchos muriendo y han seguido viniendo los hijos», indica Antonio, que hace alarde de que en su comercio tienen de todo lo que se despacha en textil. Un completo surtido. Por tener tienen hasta paraguas, pero resistentes y estilosos. «Son italianos y cuestan 29 euros», especifica la cuñada de Antonio, Loli, que está tras otro de los mostradores. Acaba de atender a una vecina con un trato tan exquisito como «familiar». Esa forma de atender tan cercana es una de las señas de identidad del negocio.
De pronto, se vuelve abrir la puerta y avanza hacia el interior un elegante señor mayor. Va bien vestido y conjuntado.
-«Mire, esta chaqueta y la camisa que llevo son de aquí», informa coqueto dirigiendo su voz hacia la grabadora. «La corbata no, me la regaló mi hijo», añade con cierto rubor.
Antes de desvelar su edad, este cliente pide que sea adivinada por los allí presentes. Es consciente de que no aparenta los 84 años que tiene cumplidos. Lúcido y educado, se adentra en el reportaje para reivindicar el comercio tradicional frente a las grandes superficies. Suele acudir a la tienda de Antonio todos los días, aunque la mayoría de las veces para conversar un rato.
-Mi nombre es muy bonito, ¿o no? Me llamo Bonifacio, 'Boni-facio', que traducido del latín es 'Buenos-hechos'.
Este octogenario conoció al padre de Antonio por el fútbol, coincidió con él en un avión y la relación siempre ha sido muy cordial. «Yo también era presidente del Íllora», revela Bonifacio, que asegura que su señora y él compran en este lugar todo lo que necesita porque le dan un trato personalizado. «Siempre es importante tener la ayuda de alguien que te oriente»
Antonio, que comenzó en la tienda con 17 años y ya va camino de los 60, calcula que ha podido vender a lo largo de toda su vida comercial «unas 120.000 prendas». Hace el cálculo partiendo de una media de diez artículos diarios. El local, que abre de lunes a viernes 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas, y el sábado sólo por la mañana, ha tenido sólo un par de reformas y siempre se ha regido «por las mismas normas».
El hombre admite que la proliferación de bazares que importan ropa de China o India y que tiran los precios se ha notado «algo» en la caja. También la crisis repercutió en las ventas, pero el negocio de la familia Bailón siempre sale a flote porque la gente que quiere calidad no les cambia.
«A nuestra clientela le hemos dado incluso crédito», enfatiza el vendedor a la hora de resaltar la importancia de facilitar el pago en tiempos de recesión y hacer descuentos. «La gente venía, se llevaba ropa por 20.000 o 30.000 pesetas y lo pagaba en dos o tres meses», añade. Era una de las ventajas de ser del barrio y de ponerse en buenas manos para elegir el 'envoltorio' diario o el atuendo para una celebración. El boca a boca ha sido siempre su mejor publicidad y ahora tienen en proyecto sumergirse en el 'e-commerce' (comercio electrónico).
Sobre los precios, este profesional de la moda cree que en vez de aumentar, en ciertas prendas, se han abaratado. «Un traje antes lo podíamos vender en 30.000 o 40.000 pesetas y ahora cuesta unos cien euros o por ahí».
El género lo compran a fabricantes nacionales. Les llega en su mayoría de Madrid o Barcelona. Y aunque parezcan prendas para personas con un estilo más clásico, también hay moda juvenil. Habrá, Antonio, que volver a visitarle, pero la próxima vez para comprar.
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