Las señales olvidadas de la cuesta de las 40 multas
Vecinos y viandantes de la Cuesta del Pescado piden más vigilancia policial para que se cumplan las normas de circulación y se eviten accidentes
Leticia M. Cano
Jueves, 17 de julio 2025, 23:44
Bajar por la Cuesta del Pescado en el barrio del Realejo, en algunas ocasiones, se convierte en una actividad de riesgo. Ya bajen andando, en ... bicicleta, en moto o en coche. Saber lo que espera al final de la pendiente descendente es cuestión de suerte, ya que en cualquier momento pueden encontrarse con un vehículo que sube en dirección contraria –y prohibida–. Las señales parecen no ser visibles aquí, donde en las últimas semanas la Policía Local ha llegado a abrir hasta 40 sanciones.
La cuesta que desemboca en la Plaza de Carretas es estrecha y de una sola dirección. En su inicio, una señal de circulación indica que la velocidad máxima es de 20 kilómetros por hora, pero su asfalto empedrado es el que avisa cuando la norma se incumple: a mayor velocidad, mayor ruido. Si los viandantes que suben la cuesta escuchan al asfalto hablar, quedan paralizados. La curva pronunciada hacia la derecha –mirando desde su inicio– no admite compañía. Si baja un coche, las personas tienen que apartarse para que pueda girar.
En esa misma curva, la visibilidad es inexistente e innecesaria porque ningún vehículo puede entrar en dirección contraria o, al menos, eso pretenden anunciar las dos señales colocadas a ambos lados donde finaliza la vía. La realidad no es la misma. Bicicletas y patinetes suben la calle sin ningún tipo de precaución. Uno de ellos asciende a gran velocidad, sin casco y por mitad de la calle. ¿Cómo sabe que no baja ningún vehículo? Por el ruido. «Cuando escuchan coches, se apartan rápidamente», comenta una de las vecinas que vive en la propia calle.
A parte de subir en dirección contraria, les molesta el empedrado del suelo y deciden invadir la acera para que el viaje les sea más cómodo. Una turista francesa que desciende por ella ha quedado paralizada. Una bicicleta la ha esquivado a muy poca distancia y su cara es una mezcla entre el miedo y el alivio. «Una vez me dieron un porrazo que casi me rompen la mano», añade otro de los vecinos que pasea con su perro. Conoce el problema de la calle y varios de ellos coinciden en que ni siquiera pueden quejarse.
«Si les dices algo, se te lanzan», advierten ante la falta de educación de los conductores de esos vehículos. El pasado martes se conoció que la Policía Local realizó una campaña en la calle para poner freno a la situación, donde sobre todo inquietan los patinetes, pero los vecinos advierten de que no ha sido suficiente y que no se ven mucho a los cuerpos de seguridad en la vía. Creen que son necesarios para acabar con esta situación que pone en peligro a todos los usuarios que la transitan a diario.
«Una vez me dieron un porrazo que casi me rompen la mano»
Un vecino de la Cuesta del Pescado
Instantes después de ver ascender a un patinete en dirección contraria, un coche baja la calle. ¿Qué hubiese pasado si llegan a coincidir? La suerte ha estado de su parte. «Poco sucede para todas las normas que infringen», añade un viandante. A este problema hay que sumar las dos obras que se están llevando a cabo en la calle. Una de las aceras, llena de piedras y arena, no deja espacio para los transeúntes y deben ocupar la vía central a la altura de la estrecha curva.
Los coches que conocen la zona giran con soltura, confiando en la responsabilidad de los demás; pero, en realidad, se trata de confiar en la suerte. Los patinetes pueden escuchar a algunos coches bajar y reaccionar a tiempo para apartarse. Pero, ¿cómo, desde dentro de un coche, se podría escuchar el sigiloso ruido de un patín para tener tiempo para frenar? Sus usuarios coinciden en que la solución es el cumplimiento de la norma y la vigilancia policial para escarmentar a todo aquel 'listillo' que pretende acortar su camino de vuelta a casa, sin siquiera pensar en que lo importante es llegar y no ocasionar daños en el trayecto.
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