«Los retrasos en el tren son el pan nuestro de cada día»
Viajeros del tren Madrid-Granada que estuvo tres horas parado este sábado explican cómo vivieron la demora: «La gente perdió conexiones»
Unos leían, otros escuchaban música, otros dormían. Los que iban acompañados, charlaban. Un sábado normal en un trayecto de AVE cualquiera. Hasta que el tren ... se paró. «Será algo rápido», pensaron (y desearon) los pasajeros. Nada más lejos de la realidad. Por megafonía les informaron de que se había producido un incidente con otro tren y hasta que no lo solventaran no podrían reanudar la marcha. Un revisor pasó poco después. «No sabemos si serán 20 o 30 minutos», admitió. Una mujer dijo en voz alta: «O más bien una hora». Al final fueron tres.
El AVE 02136 Madrid Puerta de Atocha-Granada partió a las 13.30 horas y llegaba, según lo previsto, a las 16:50, pero los viajeros se bajaron, desesperados, a las 20.00. Durante esas tres horas estuvieron detenidos en Malagón (Ciudad Real). El origen de la demora fue el conato de incendio en un vagón de tren que conectaba Almería con Madrid, que obligó a interrumpir el tráfico ferroviario entre Madrid y Andalucía a su paso por Castilla La Mancha. Los 210 pasajeros del convoy fueron desalojados y la vía que conecta el centro y el sur peninsular quedó cortada.
La consecuencia directa fue el retraso de tres horas del tren que mencionábamos al comienzo de esta noticia. Dentro de él, diversidad de historias y situaciones. Los que venían de vacaciones se lo tomaron con más filosofía, pero hubo otros que perdieron conexiones de tren y autobús o que, incluso, llegaron tarde a una boda.
En el caso de Álex Linares, un joven de Granada, acababa de terminar el Camino de Santiago. Volvía a casa con los pies doloridos y ganas de descansar. Subió al tren en Santiago a las 7.48 horas e hizo trasbordo en Madrid. Todo fue con normalidad hasta que llegaron a Malagón. «Se detuvo de repente, pero no me preocupé porque suele hacerlo para que pasen otros trenes. Después, avisaron por megafonía de que el tren que nos precedía se había roto», indica.
Acostumbrado a leer noticias de este tipo, se siente afortunado porque, al menos, tuvieron aire acondicionado todo el tiempo y no pasaron calor. «A las dos horas nos dieron una botella de agua», agrega. Iba acompañado de su novia y su cuñada. Esta última perdió una conexión de autobús. «Otros viajeros de mi vagón no llegaron a tiempo a coger otros trenes», detalla.
«Otros sí tenían compromisos»
Francisco Sáez, otro pasajero residente en Madrid, venía de vacaciones a Granada, su tierra natal. «No iba con prisa, pero otros sí tenían compromisos. Una pareja, en vez de llegar a Granada, se bajó en Córdoba, no sé si porque no sé fiaban de que hubiera más retrasos o porque los iban a recoger», apostilla.
El ambiente en el vagón, dice, «no era malo» y la gente «se lo tomó con paciencia». «Al menos teníamos aire acondicionado y no tuvimos que salir», afirma. Al coger trenes regularmente, está tristemente acostumbrado a los retrasos. «Son el pan nuestro de cada día, sobre todo en el último año y medio», reconoce. Su madre lo esperaba en la entrada de la estación de Andaluces, indignada por el retraso, al igual que otros muchos familiares.
Alba Rodríguez, otra granadina, venía especialmente cansada; es médico y salía de una guardia de 24 horas. Lo que más echó de menos es información más detallada por parte de la empresa. «No nos dieron apenas explicaciones. Me llamó la atención una señora que decía que en julio también había estado doce horas parada por un problema en la vía en el mismo trayecto. Es demasiado habitual», señala Alba. Por suerte, no viajaba con su hijo pequeño, que lo hubiera pasado mucho peor que ella. Renfe les devolverá el importe del billete. En la tarde del sábado, más de uno puso en práctica el refrán: 'Quien no se consuela es porque no quiere'.
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