La hija del homicida de Arenas del Rey le quitó la escopeta tras los disparos
Un hombre mata a su cuñado de un disparo y luego se suicida
Hay una forma muy simbólica en algunos pueblos granadinos de anunciar que alguien ha fallecido: cuando doblan las campanas de la iglesia. Se trata de ... un toque seco a martillo, de forma solitaria, que siempre acaba con los clamores tocando a la vez. Es un sonido fúnebre y solemne que los vecinos saben distinguir a la perfección. Por ejemplo, si tienen constancia de que alguien está muy enfermo pueden sospechar, sin comunicación oficial, que ese es el fallecido. En Arenas del Rey, ayer las campanas doblaron dos veces, puesto que dos son los vecinos que perecieron durante la noche del lunes. Un hombre de 63 años fue presuntamente asesinado por su cuñado, de 60, que después se quitó la vida. Antes de hacerlo, también hirió de gravedad en una pierna a su hermana (mujer del fallecido).
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«Le disparó a sangre fría mientras tomaba el fresco con un amigo»
Fue una noche trágica para esta pequeña localidad de la comarca de Alhama, que dio paso a un martes de riguroso luto –las banderas ondean a media asta– y demasiados porqués. Hay pocas respuestas; los implicados se las han llevado a la tumba. Lo que sí se sabe es que se produjo un crimen en la calle Obispo Hurtado, donde residen todos ellos, en torno a las 23.15 horas del pasado lunes, 18 de agosto. Fueron dos disparos de escopeta. El hombre mató supuestamente a su cuñado, que murió prácticamente en el acto, y también disparó a su hermana –mujer del fallecido–, a la que hirió de gravedad en una pierna. Fue trasladada al Hospital de Neurotraumatología de Granada. Los investigadores trabajan con la hipótesis de que cada uno de ellos recibió un solo disparo, según pudo saber este periódico. Paradójicamente, tanto el presunto autor como las víctimas viven unos enfrente de otros.
La víctima estaba sentada en la calle cuando ocurrió todo. «Le disparó a sangre fría mientras tomaba el fresco con un amigo. Salió corriendo, pero terminó cayendo muerto», contó un testigo. Cuando el presunto autor de los disparos se acercó a sus víctimas, avisó a este amigo para que se apartara. «Le dijo que se quitara. Una vez que lo hizo, disparó con la escopeta a los otros dos», añadió. En el suelo podía apreciarse el color blanco en dos ubicaciones cercanas, símbolo de la limpieza profunda para eliminar los restos de sangre.
El arma de fuego estaba a nombre del supuesto autor de los disparos, según fuentes cercanas al caso. Fue su propia hija la que se la quitó de las manos y posteriormente la entregó a la Guardia Civil. Según fuentes vecinales, antes de marcharse le dijo a su hija: «Dame un beso, que a lo mejor no nos vemos más». Después de estos hechos, de los que alertaron algunos residentes pasadas las 23.30 horas a la Agencia de Emergencias de Andalucía 112, el presunto homicida se dirigió a su cortijo, que se encuentra en las afueras del pueblo, y se quitó la vida con otra arma de fuego.
La escena en la calle era desoladora. El cuerpo del fallecido yacía sobre el asfalto, mientras los vecinos iban saliendo y los gritos de pánico intensificándose. Por otro lado, la mujer permanecía herida grave. Un residente en la zona que trabaja como técnico de Emergencias le taponó la herida hasta la llegada de la ambulancia. Estaba desangrándose y temían que pudiera perder la pierna.
La Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigación del crimen. Los motivos del mismo no han trascendido por el momento y será complejo avanzar en un caso en el que dos de los protagonistas no podrán declarar.
Un tema «tabú»
IDEAL se desplazó ayer hasta la zona, donde el hermetismo era evidente. La mayoría aseguraron que desconocían que tuvieran rencillas previas. Solo un vecino admitió que habían tenido «alguna trifulca». Otro conocido de ambas partes se mostró contundente: «El tema por el que se han peleado es tabú. Solo ellos lo saben». Lo que sí dijeron en voz alta todos los entrevistados fue que ambos eran «buenos vecinos» y jamás hubieran esperado este desenlace.
A juzgar por el estado de la calle, era casi imposible adivinar que allí se vivió una pesadilla unas horas antes. No había rastro del precinto policial, ni de sangre. Solo quedaba al final de la vía una pista: un trozo de plástico, el taco de cartucho de la escopeta que se empleó presuntamente para cometer el crimen.
Las banderas ondean a media asta (se han decretado tres días de luto) en una pequeña localidad en la que no se habla de otra cosa. Todos conocían a las víctimas. Y los que viven en el barrio de Obispo Hurtado escucharon perfectamente los disparos pasadas las once de la noche. «Parecían petardos. Ojalá hubiera sido eso. También oí los gritos. Salí y vi el cuerpo sin vida de mi vecino y a mi vecina malherida», explicó una mujer mientras limpiaba con una manguera la calle sobre las 11.15 horas. «La sangre llegó hasta mi puerta», agregó.
En el pueblo se formaron corrillos para comentar lo ocurrido. Y, sobre todo, prestaron apoyo a los familiares, que siguen en shock. En la casa donde vivía el supuesto autor se oía por la mañana el llanto desconsolado de una mujer. Arenas del Rey tardará tiempo en recuperarse de este golpe.
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