«¡No hay derecho a lo que han hecho con él!¡Le ha pegado un tiro!»
Familiares de Juan, la víctima de Prado Negro, protagonizaron escenas desgarradoras a unos metros del lugar donde se produjo el secuestro, que ha terminado con la mujer liberada y el atrincherado, detenido
Un llanto desgarrador rompía a todos en dos. «Qué lástima de mi Juan, que no se metía con nadie. ¡No hay derecho a lo que ... han hecho con él! ¡Le ha pegado un tiro!». No hay palabras dignas de describir el dolor que se respiraba en el ambiente. La sensación de vacío, de impotencia, de pérdida, de rabia. Los familiares de Juan, asesinado este miércoles, llegaron sobre las 20.00 horas a Prado Negro: «Con lo feliz que siempre fue aquí mi Juan. Él no le hacía daño a nadie, ¡a nadie!».
Los vecinos trataban de consolarlos, pero era imposible. El dolor lo inundaba todo. La familia pedía poder acercarse más a la zona. Les permitieron avanzar unos metros, apartados de los medios de comunicación, y les advirtieron de que debían mantenerse en silencio para no entorpecer la negociación con el secuestrador, que en ese momento mantenía todavía retenida a Lourdes, mujer de Juan. «¡Que la suelte ya a ella!», gritaba una allegada de la pareja antes de emprender la marcha calle arriba, en busca de un lugar donde llorar tranquilos a, según coincidían todos, un hombre bueno.
A las 20.30 horas llegaron más familiares de la víctima. «¿Qué ha pasado? Decid algo, por favor», suplicaban. Les dieron la poca información de la que disponían y rompieron a llorar. «¿Pero por qué ha hecho eso?¿Por qué? ¡Hijo de puta!», exclamaron. Pidieron subir junto al resto de allegados. Les dieron permiso y echaron a correr. Antes, prometieron que no harían ruido.
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