Los milagros de San Blas
Dúrcal celebra desde hace 568 años sus fiestas en honor a San Blas, el milagroso santo que impidió que se inundara el pueblo cuando se desbordó el ‘Barranco Porras’
Rafael Vílchez
Jueves, 4 de febrero 2016, 16:04
Dúrcal ha celebrado a lo grande sus fiestas patronales en honor a San Blas, del que se cuentan cientos de milagros. Muchos de ellos relacionados ... con enfermedades de la garganta desde que, según la leyenda, San Blas recibió a una madre angustiada por que su hijo estaba en peligro de muerte al haberse atragantado con la raspa de un pescado. San Blas le extrajo al pequeño la raspa y desde entonces es implorado, principalmente, cada vez que existe un problema de garganta. En dos milagros más cercanos, San Blas impidió que las aguas de una gran tormenta inundara Dúrcal y que se le incendiara el camión al cosario de Lanjarón.
A San Blas se le implora cada vez que aparece un problema. Como a Juan Reyes, de Lanjarón, que era cosario y recadero, y por cierto, el hombre que se encargaba de llevar y alojar gratuitamente a Fray Leopoldo de Alpandeire, cuando se acercaba a Lanjarón para pedir limosna. Se cuenta en Dúrcal que a primeros del pasado siglo Juan Reyes tenía un camión con el que abastecía de enseres a los vecinos de Lanjarón. Un día, pasando cerca de la ermita de San Blas, el camión empezó a arder. Juan Reyes, asustado, dirigió los ojos a la ermita de San Blas, que se encuentra junto a la carretera y antigua calzada romana, y pidió al santo encontrar agua con la que apagar las llamas. Y en ese momento comenzó a llegar agua y dos cubos por la cuneta. Y de esta forma, el cosario pudo apagar el fuego con la ayuda de varios hombres y evitar la ruina que supondría para él perder su herramienta de trabajo.
En otra ocasión, llovía a cántaros sobre Dúrcal. Tanto que se desbordó el Barranco Porras, y los vecinos temieron que el agua destrozara gran parte de las casas de la vecindad. Algunos lugareños se armaron de valor y con picos y palas quisieron desviar el cauce de las aguas pero se quedaron de piedra cuando vieron a las afueras de la barriada de El Darrón, en mitad del camino que va a Nigüelas, a un hombre vestido de obispo que dirigía el agua hacia otro cauce para que no entrara por el casco urbano. Aquel misterioso hombre desapareció de repente y al momento salió un sol radiante. Los vecinos de Dúrcal vieron en aquel milagro la mano de San Blas. Algunas personas se acercaron a la ermita para darle las gracias y rezarle a San Blas y comprobaron que su vestimenta estaba empapada en agua aunque no existían goteras ni grietas en la ermita.
La ermita de San Blas de Dúrcal dispone de una casa para el ermitaño. Hace varias décadas, cuando Trinidad (ya fallecida) era la ermitaña, un albañil que reparaba la ermita encontró una placa de cerámica en la que se decía la fecha de terminación de la misma: 1.448. Hace muchos años doña Gloria, la esposa del teniente general Serrano de Alba, regaló un manto para la imagen de San Blas. Dicen que uno de los más fervientes seguidores de San Blas era Fray Leopoldo y siempre que iba a Dúrcal en el tranvía entraba en la ermita para rezarle. Cada año en las fiestas de San Blas se reparten miles de cintas rojas protectoras para los males de garganta que han sido pasadas por la imagen del santo y bendecidas por el párroco de Dúrcal. Las fiestas de Dúrcal han durado este año seis días.
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