Malafollá, Berlanga y el tren de los Lumière
Curiosos, incrédulos y cargados de ironía, los granadinos que acudieron a ver la llegada del AVE en el andén vivieron una mañana expectante
Una hora antes de que llegara el AVE del presidente a la estación de Granada, dos señores de boina y bastón esperaban en el andén, ... bajo un enorme cartel en el que se leía 'Del Albayzín a Gran Vía en solo 3 horas'. Uno de ellos mira su muñeca, levanta la mirada y pregunta «¿cuándo llega el AVE?» El otro, sin mediar duda, responde: «Hoy». Ayer llegaba el AVE, al fin, a la tierra de la malafollá. Con medias sonrisas y chanzas alegres, el andén era un hervidero de curiosos. Curiosos e incrédulos a partes iguales:«Parece mentira. Ahora me voy a Zaragoza en bus y tren. Pero, a la vuelta, en AVE. Se me va a caer una lagrimita», decía Jaime Abad.
Lejos, en la acera de enfrente, al otro lado de la estación, una ordenada fila de espectadores intentaba intuir lo que pasaba junto a los andenes. «¡Berlanga, Berlanga!», gritan dos señores divertidos. «¡Esto parece 'Bienvenido Mr. Marshall'!», ríen. A su lado, una señora muy sonriente les dice que cuesta creérselo, pero que aquí está el AVE. «A ver –dice, muy didáctica–, tampoco nos vamos a quejar por todo, ¿no? Que al final nos pasan las cosas y sólo nos quejamos».
Patricia esperaba dentro de la garita, junto al andén, en su puesto de trabajo. «¿Hoy? Normal, un día de trabajo», dice mientras una marabunta de periodistas se suben a una plataforma para hacer la foto de Pedro Sánchez. «Bueno, normal... –corrige– La cosa es que está yendo todo muy bien». Y entonces, conforme las autoridades pisaban tierra y la llegada del AVE era una realidad, resonaron las palabras del taxista que, horas antes, había cruzado la ciudad con un periodista a bordo. «A mí me recuerda esto a la película aquella en blanco y negro, la de un tren entrando en la estación, que asustó a todos los que estaban en la sala porque no se esperaban tanto realismo». Y así, con los hermanos Lumière en el recuerdo, se cumplió la profecía del señor de boina y bastón. «Hoy».
Ambos señores, por cierto, aguantaron hasta el final del acto, en una sombra, en la puerta de la estación.
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