Un joven que rajó el cuello a un hombre que le dio de comer en Pinos Genil acepta siete años de cárcel

A continuación, cogió una botella de ron o whisky que había en la mesa y, con ánimo de acabar con la vida (de la víctima) la rompió sobre su cabeza y con la botella rota le golpeó en el cuello y vientre. Luego, con una navaja, asestó dos puñaladas en el abdomen (al agredido), dejando de resistirse en tal momento este último pues perdió el conocimiento», relata la resolución judicial que ha zanjado este episodio de violencia y a la que ha tenido acceso IDEAL.

Los extraños aprovecharon esa circunstancia para desvalijar la casa y escapar, una fuga que acabó en la Estación de Autobuses de Granada.

El suceso ocurrió el 12 de octubre de 2022 en la localidad de Pinos Genil. El herido sobrevivió porque pidió auxilio a gritos y tres vecinos les prestaron ayuda para que no se desangrase. Los testigos también avisaron a las fuerzas de seguridad y los servicios sanitarios.

El presunto autor material del ataque, un joven galo sin domicilio conocido que está entre rejas desde su detención el 14 de octubre de 2022, ha aceptado ahora un pena de seis años de cárcel por un delito de homicidio en grado de tentativa, según la sentencia. El fallo, que es fruto de un acuerdo entre la defensa y las acusaciones, también impone otros doce meses del presidio al procesado por un delito de hurto.

En un principio, la fiscalía había reclamado ocho años de cárcel para el reo por el intento de acabar con la vida de su benefactor y dos más por el robo. Sin embargo, y al haberse alcanzado un pacto de conformidad entre las partes, el encausado se ha beneficiado de una rebaja de tres años de presidio.

La mujer que acompañaba al encausado el día del ataque, y que quedó en libertad con cargos tras se arrestada junto a él, está en paradero desconocido y no ha podido ser juzgada por el tribunal granadino. En este sentido, está en busca y captura, ya que, según refiere la sentencia, fue ella la que facilitó el arma del crimen al ahora condenado.

Una cámara de seguridad instalada en un edificio cercano al lugar de los hechos fue una de las pruebas decisivas que propiciaron la caída de los delincuentes. Ambos fueron grabados cuando entraban en el inmueble con el vecino que les había ofrecido ayuda y también cuando salieron precipitadamente del bloque de apartamentos. El agresor llevaba una mano manchada de sangre.