La actuación de una pareja de guardias civiles ayuda a salvar la vida a un bebé en Torrenueva

Los agentes se percatan de inmediato de la situación de emergencia ante la que se encontraban y que, efectivamente, la sintomatología que presentaba el bebé hacía temer por su vida. Por dicho motivo los guardias civiles toman la decisión de activar las señales de emergencia y escoltan el vehículo de la angustiada familia hasta el Hospital comarcal de Santa Ana, en la localidad de Motril. Por el camino los agentes de la Guardia Civil fueron además comunicando la sintomatología del bebé para que el personal sanitario del hospital estuviese preparado para la situación.

Y así fue, a su llegada al Hospital de Santa Ana, el Servicio de Urgencias se hallaba dispuesto con personal y medios para atender al pequeño de inmediato. Posteriormente el responsable del Servicio de Urgencias informó que ya se encontraba estabilizado y fuera de peligro, agradeciendo la celeridad en el traslado.

«Procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido, y que a su presentación (…) el que vea a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado…». En 1845 el Duque de Ahumada lo tuvo muy claro, ese era el espíritu benemérito que debía alimentar a sus guardias civiles, y lo consiguió. Esa orden, plasmada por escrito en la Cartilla del Guardia Civil, un documento único en la función pública española que constituye una obra clásica de la deontología profesional, continúa plenamente vigente en el día a día de los hombres y mujeres que integran la institución, y los hechos que aquí se relatan dan fe de ello.