El bosque perdido
El último recorrido por un paraje desaparecido para siempre, las imágenes y sensaciones que no volverán a ser captadas | Días antes del incendio de Lújar, IDEAL recorrió el alcornocal para elaborar un reportaje que mostrase el alto valor de un bosque singular, un trabajo periodístico y de divulgación científica que publicamos ahora como documento para la historia
Juan Enrique Gómez
Lunes, 13 de julio 2015, 17:21
Tenían los troncos desnudos, la corteza vegetal mostraba un color rojizo y delataba que durante años, al menos un lustro, estuvo cubierta de corcho. Eran ... grandes árboles, algunos de ellos con más de diez metros de altura y espesas copas de hoja caduca, alcornoques (Quercus suber) que cubrían un territorio que desde las cumbres más elevadas de la Sierra de Lújar, caían hacia el mar. Ejemplares de repoblación que ocuparon los espacios conocidos como la sierra del Jaral y el cerro de la Campana Ariza, entre 550 y 950 metros de altitud. Un denso bosque que colonizó ecosistemas hacia oriente, más allá de donde se encuentra su óptimo de crecimiento y supervivencia, un alcornocal que junto con el del Haza del Lino, en la cumbre de la Contraviesa, eran los más meridionales de la península Ibérica y los más altos de Europa.
No es fácil encontrar este tipo de comunidades vegetales en la provincia de Granada. Pero la climatología de esta zona ha favorecido siempre las necesidades de una especie que está considerada como subatlántica y con mayor presencia en el Mediterráneo occidental. Las máximas extensiones de esta especie se encuentran en el Parque de los Alcornocales de Cádiz, el norte de la provincia de Huelva y en el Algarve portugués. Pero a mediados del siglo XIX, la familia Martín-Moré, decidió incrementar la presencia de alcornoques, Quercus suber y a los autóctonos se sumaron otros de repoblación que completaron espacios en estas laderas, y especialmente en el Haza del Lino. Los alcornocales, durante décadas fueron una parte importante de la economía de pueblos como Lújar, Gualchos, Polopos y Sorvilán.
El mantenimiento del alcornocal de la sierra del Jaral, evitó durante mucho tiempo la especulación y sobre todo facilitó la naturalización de un territorio al que se sumaron algunos pinares de repoblación, pero que gracias a la mínima alteración ecológica del suelo y su entorno, permitió el crecimiento de la vegetación típica de una ladera mediterránea, y especies que suelen vivir junto a alcornoques y ecosistemas donde hay un alto grado de humedad. Un alcornocal que logró resistir siglos de evolución y que no pudo sobrevivir al fuego. ()
Reportaje completo, fotogalería comparativa del antes y el después del incendio, vídeos y datos científicos del alcornocal, en Waste Magazine
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