Granada
El consumo de fármacos para conciliar el sueño aumenta un 8% desde la pandemia en GranadaAfecta casi al doble de mujeres que hombres, y aunque históricamente solían ser personas mayores, cada vez más jóvenes presentan esta problemática
Cuando llega la noche la escena se repite. Miles de granadinos se tumban en la cama y les resulta imposible conciliar el sueño. Estrés en ... el trabajo, problemas de salud, un momento delicado en la relación de pareja… La casuística es infinita, pero el resultado es el mismo: las noches se vuelven eternas. La pandemia ha intensificado esta dificultad para conciliar el sueño. El consumo de benzodiacepinas -medicamentos para tratar la ansiedad, el estrés o el insomnio- ha aumentado en torno a un 8% en la provincia de Granada desde entonces, algo que también ocurre en el resto de España. De hecho, se trata del país del mundo con mayor consumo de estos fármacos, con casi 110 dosis diarias por cada mil habitantes, según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE). Sólo Bélgica (84 dosis diarias) y Portugal (80) se acercan a las cifras de España, de las que quedan muy lejos, por ejemplo, países como Alemania (0,04 dosis diarias).
En Granada, las cifras han aumentado desde la aparición de la covid-19, con un incremento en la provincia de en torno a un 8%. La subida más pronunciada se registra en el distrito sanitario Granada-Metropolitano, el de mayor dimensión, con un 10,45% más de benzodiazepinas consumidas. Según informan desde el distrito, si tomamos como referencia el grupo que abarca de los 21 a los 40 años, ha aumentado un 55%. En cuanto a la edad, las mujeres recurren a estos fármacos mucho más que los hombres, un 65,47% frente a un 34,53% en 2022.
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Por su parte, desde el distrito sanitario Granada Nordeste apuntan que durante 2022 una población de 97.000 habitantes consumió 3,93 millones de benzodiacepinas, lo cual ejemplifica su elevado consumo. La dosis diaria se situó en 101,56 dosis por cada mil habitantes. El dato más alto se alcanzó en 2021, en plena pandemia, con 4,04 millones de fármacos de este tipo consumidos en el distrito, según apuntan fuentes del mismo.
A nivel andaluz, más de un millón de personas toman benzodiacepinas: una de cada diez es consumidora crónica. La cifra ha aumentado un 4% en la comunidad desde 2019, año previo a la pandemia. Así lo revela el Centro de Información del Medicamento del Colegio de Farmacéuticos de Granada, que cifra en más del 50% los afectados mayores de 65 años. En la actualidad, confirman, se receta al doble de mujeres que de hombres. «Los más demandados son Lorazepam, Lormetazepam, Bromazepam y Zolpidem», informan desde el centro. Sin embargo, en función del distrito sanitario varían los más consumidos. En el top 5 suelen estar también el Alprazolam o el Diazepam.
En busca de la receta
El primer lugar al que suelen acudir aquellos a los que les atormenta el insomnio es al centro de salud. Buscan en muchas ocasiones que les receten un fármaco, ya que las opciones naturales, como la melatonina, suben de precio. Así lo afirma Juan Sergio Fernández, médico del centro de salud de Armilla que trata habitualmente estas consultas. «Tendrían que empezar por ahí, pero prefieren ansiolíticos porque son mucho más baratos, en ocasiones les cobran unos céntimos con la receta», argumenta.
A su juicio, detrás de las altas cifras de consumo está la «escasa tolerancia de la población al dolor». No entienden, según indica, que el sistema sanitario debe dar respuesta a los problemas de salud, no a los vitales. «Muchos vienen porque se encuentran en un proceso de ruptura o duelo, por el desasosiego propio de ciertos momentos de la vida. Sería conveniente que los centros de salud tuviesen psicólogos, porque gran parte de los problemas del día a día se solucionarían así», asegura.
Aunque algunas se especializan más en unas propiedades que en otras, las benzodiacepinas ayudan en todos los casos, al tener efecto ansiolítico, hipnótico, anticonvulsivo y como relajante muscular. «Los que van al médico suelen saber qué marca concreta buscan», agrega el médico de Armilla. Las personas mayores son los que históricamente las han consumido en mayor medida, pero cada vez más jóvenes se suman a este grupo. «Las piden para quitarse ese cosquilleo que sienten en el pecho. En muchas de mis guardias en Urgencias vienen chavales de 20 años un sábado a pedir algo que les controle rápido esa sensación. No se soluciona así: los problemas de la vida no son una enfermedad», insiste. Para los que llevan cinco o diez años consumiéndolas hay técnicas de retirada progresiva, y preocupan igualmente los que han empezado a tomarlas ahora. «Hay que estar atentos a los pacientes nuevos», apunta Juan Sergio Fernández.
El turno del psiquiatra
Cuando el paciente se resiste a la medicación o si el caso es complejo de por sí, actúa el psiquiatra. José Orta, profesional del Hospital HLA Inmaculada, suele empezar por sustancias como la melatonina -que a dosis bajas es de venta libre en farmacias-. «Muchas veces mejoran por el efecto placebo», señala el psiquiatra, que también cuenta con una consulta privada. Cuando el problema no cesa, se pasa a las benzodiacepinas en dosis bajas, «intentando que sea en periodos cortos para evitar que se cronifique». El siguiente paso serían los hipnóticos, «interesantes para inducir y mantener el sueño». Por último, si el paciente no mejora con lo anterior, habría que recurrir a fármacos de mayor intensidad, como antipsicóticos o antidepresivos de perfil sedativo. «Se trata de intentar mejorar con el menor coste posible para el paciente», añade.
A los pacientes que acuden a su consulta les preocupa, entre otros, los temas familiares, de índole económico o las situaciones laborales difíciles. A juicio del profesional, hay que contextualizar cada trastorno de sueño y entender qué le ocurre a la persona. «Si es necesario hay que recurrir a psicólogos o neurólogos/neurofisiólogos para abordar el problema», resume José Orta.
Campaña de concienciación
Beatriz Nucete Gallego, farmacéutica del Distrito sanitario Granada-Metropolitano, recomienda que las benzodiacepinas se usen por un periodo de tiempo limitado y para un objetivo concreto. «Muchos las utilizan de forma crónica, generando situaciones de dependencia y tolerancia, con el consiguiente riesgo para los mismos. En el caso del insomnio, su efecto en 4-6 semanas se iguala al placebo», explica. Y es que su uso crónico conlleva una serie de riesgos, como son las caídas, los accidentes de tráfico, el deterioro cognitivo, la demencia o la dificultad de pensamiento. «Solo deberían usarse cuando los síntomas sean realmente incapacitantes», añade.
Con el fin de concienciar a la población, en 2022 se puso en marcha en Granada la campaña 'Benzostopjuntos: Vivir sin tranquilizantes es posible', impulsada por la Subdirección de Farmacia y Prestaciones del Servicio Andaluz de Salud y el Consejo andaluz de colegios oficiales de Farmacéuticos. El fin es mejorar el conocimiento de la población, minimizando los riesgos derivados del uso continuado de estos fármacos. El mensaje se le traslada al paciente a través de distintos profesionales: farmacéuticos, médicos de Familia, profesionales de Enfermería o trabajadores sociales, entre otros. «Mediante un pilotaje previo de la campaña se ha visto que la intervención es efectiva a los seis meses, pues abandonaron una de cada tres personas a las que se les entregó el material educativo», concluye Beatriz Nucete.
«Si no tomo melatonina pienso que no voy a poder dormirme»
Laura Pérez toma melatonina desde que estalló la pandemia. Se acercó a estos fármacos buscando una ayuda para conciliar el sueño y le sirvió, no necesitó aumentar la dosis ni consumir medicamentos más potentes. Ahora no puede irse a la cama sin tomarla. «Si no me la tomo pienso que no voy a poder dormirme. Es una dependencia más bien emocional», explica la granadina.
Son varias las razones que la inquietan, pero se resumen en la presión en el trabajo y en las preocupaciones derivadas de tener una hija de seis años. Compra la melatonina en formato «gominola», con sabor a frutas del bosque, y toma una cada noche. Adquirirla es tremendamente fácil: un click en Amazon y al día siguiente la recibe. «No sé en qué momento dejarlo, me da miedo volver a los problemas de sueño», indica.
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