Las ciberestafas se duplican en Granada en un año con el uso de la inteligencia artificial
De las cinco mil estafas informáticas o ciberdelitos registrados en la provincia en 2002 se pasó a diez mil casos en 2023 y la cifra se mantuvo el año pasado
No son organizaciones, son «imperios» que logran beneficios millonarios a golpe de clic. Las ciberestafas se han asentado como el delito que más aumenta anualmente ... en la provincia, así como en el resto de España. En un lado de la pantalla, delincuentes sin escrúpulos que llegan donde haga falta –han arruinado a enfermos de cáncer en Granada–. En el otro, ciudadanos que se confían y creen en la veracidad de un anuncio que les aparece en Instagram, una llamada, un e-mail, un SMS. Las ciberestafas son una de las mayores preocupaciones para las autoridades actualmente, con un agravante que ha supuesto una «revolución»: la inteligencia artificial (IA), que personaliza al extremo los fraudes. Son mucho más efectivos y, en consecuencia, el dinero defraudado aumenta. Hay un engaño diseñado para cada persona y todos somos susceptibles de caer.
Los expertos en ciberdelitos distinguen dos grandes hitos. El primero, la llegada de los smartphones allá por 2010, que cambió por completo nuestra forma de comunicarnos, y también las formas de engaño virtual. La otra «revolución» ha sido la inteligencia artificial, un «punto de no retorno» que ha disparado el número de denuncias en Granada. En 2022 se cometieron en torno a 5.000 infracciones penales en la provincia relacionadas con las estafas informáticas y otros ciberdelitos, según el balance de criminalidad. Un año después, en 2023, la cifra se duplicó hasta las casi 10.000. El dato se mantuvo similar en 2024 y sitúa estos delitos a la cabeza del balance.
Esta misma semana se ha dado a conocer la Operación Coinblack-Wendimine, que ha evidenciado la utilización de la IA para estafas online, en este caso vinculadas a las criptomonedas. La organización criminal desmantelada estafó 19 millones de euros a través de vídeos manipulados con esta herramienta. La investigación se ha desarrollado en Granada, donde se interpuso la primera denuncia, y en Alicante. Al frente de las pesquisas ha estado el equipo de investigación de delitos tecnológicos (Edite) de la Guardia Civil de Granada, que pone el foco en el punto de inflexión que ha supuesto la llegada de la IA.
«El algoritmo es la receta, los ciberdelincuentes saben lo que quieren cocinar y la IA se lo hace más rápido», cuentan los responsables de esta área, que prefieren mantenerse en el anonimato. Prácticamente todo se encuentra en nuestro móvil, donde inconscientemente guardamos una valiosa base de datos. Nuestra ubicación, nuestras búsquedas, nuestros planes. El algoritmo, en resumen, analiza el comportamiento del usuario para predecir qué le atrae y determina el contenido que probablemente le interesará más. Eso es lo que le muestra. «Sabe lo que buscas y lo que te gusta. El nivel de perfeccionamiento es impresionante en TikTok, Google Ads, Facebook Ads o Meta», detallan.
Las aplicaciones recogen esos datos y posteriormente «se compran y venden». La información es adquirida por los ciberdelincuentes para saber a quiénes dirigir sus agresivas campañas. Una vez que han seleccionado al milímetro su público objetivo, utilizan la IA para preparar publicidad hecha a medida del usuario y mostrársela en todos los sitios que visite; literalmente le persigue. Se da el caso de que muestran al usuario una estafa disfrazada de anuncio, por ejemplo, cuando detectan que se encuentra en el bar de siempre bebiendo alcohol, porque está más vulnerable. «Saben en qué calle vives, si estás triste porque buscas antidepresivos en internet, a qué hora te vas a dormir. En 2025, si te quieren conocer solo necesitan comprar tu vida, y ya se la has regalado con tu teléfono, tus registros, tus datos. Si lees los términos y condiciones te das cuenta de que renuncias a tu privacidad. También cuando preguntan por las cookies y le das a aceptar», detallan. La leyenda urbana de que el móvil escucha tus conversaciones es cierta; continuamente registra comentarios que pronunciamos en voz alta. También lo hacen los asistentes virtuales, que con la premisa de dar una mejor experiencia, registran infinidad de datos personales.
Miles de euros
Los malhechores pagan miles de euros por esas bases de datos, conscientes de que obtendrán gracias a ellas beneficios infinitamente superiores. En Estados Unidos es completamente legal adquirirlas; en Europa «es distinto», pero utilizan «trampas» para llevarlo a cabo. «Si alguien compra esos datos para un mal uso, nuestras esperanzas de salir indemnes son muy escasas. Si pasamos seis horas delante de la pantalla, nos conoce mejor que nuestra madre», indican desde el Edite.
Las criptomonedas es una de las modalidades más comunes actualmente, con anuncios que prometen una rentabilidad muy elevada con una inversión asumible. Conforme pasa el tiempo, los delincuentes se ganan la confianza de la víctima con mensajes personalizados y llamadas –hay call centers dedicados a tal fin– hasta desplumarla. «No hay inversiones lineales, sin riesgo, el problema es que encontramos a gente mayor que no sabe lo que es y se fía», cuentan. También hay jóvenes que caen por pensar que «saben más que nadie» pero, en cualquier caso, la Guardia Civil recuerda que no podemos culpar a las víctimas. «Los estafadores son muy inteligentes y saben cómo hacerlo», añaden.
Europa está tratando de regularlo, pero los delincuentes se mueven rápido y escogen otros lugares donde no encuentren esas trabas. «Hay que perseguirlos de manera adecuada y llegar al corazón de los que las diseñan y dirigen», expone la Benemérita. En este sentido, las investigaciones suelen dilatarse en el tiempo, al ser muy complejas. Necesitan indagar en un laberinto de datos y recopilar ingentes cantidades de información para dar con los responsables. Por suerte, la incorporación de novedosos sistemas informáticos, la habilidad de los miembros del Edite y su paciencia dan lugar a numerosos casos de éxito.
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