Un bloque okupado en plena subida a la Alhambra
El intento de desalojar el edificio por parte una «empresa de seguridad» causa un enfrentamiento con los okupas y deja seis detenidos de la propia compañía
Cuatro pancartas enturbian la subida de Cuesta Gomérez desde hace dos semanas. Los turistas detienen su mirada en los mensajes que cuelgan de los balcones ... de un edificio y pierden así la atención de los souvenirs y las postales en las que se dibuja Granada en plena subida a la Alhambra. «Okupar es un derecho cuando vivir es un lujo», se lee. «Llevamos dos semanas de enfrentamientos constantes entre los okupas y quienes vienen a desalojarlos», aseguran los propietarios de negocios de la zona.
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Los carteles en los balcones han hecho saltar las alarmas de viandantes, pero los vecinos conocen de sobra la okupación. Conviven con ella con cierta «normalidad» desde 2017. «Todo estaba tranquilo hasta que trataron de alquilar una de las viviendas», explican los ciudadanos.
El inmueble fue adquirido por una promotora que se encargó de reformarlo a principios de la década de los 2000, pero los pisos nunca se llegaron a vender. «Eran la envidia de todo el que pasaba por la zona, entraron en ellos recién arreglados», cuentan. El inmueble quedó en manos de una entidad bancaria hasta que hace ocho años fue okupada. «Se metieron en los pisos por la terraza de la casa trasera y se hicieron con todo el bloque en solo unos meses», detallan. Un particular compró seis de las siete viviendas del edificio en septiembre de 2023 pese a conocer la existencia de la situación, según declaró a IDEAL el actual propietario, y denunció la okupación. «Intentamos pactar con ellos de forma pacífica, pero no dio resultado», añadió. Uno de esos seis domicilios no está vacío.
Los hechos
Una «empresa de seguridad» fue la pasada semana al bloque porque «estaba interesada en alquilar el piso vacío». Según confirmaron fuentes policiales a este periódico, el conflicto entre ambas partes terminó con seis detenidos de la compañía. Desde la propia empresa aseguraron que los arrestos se produjeron por «lesiones leves». El responsable de la mercantil indicó que «ellos no trataban de echar a nadie y que solo estaban interesados en arrendar una vivienda».
Acusan a los okupas de cambiar la cerradura del portal e impedirles llegar hasta ese domicilio, motivo por el que recurrieron a trepar por las ventanas, como aparece reflejado en un vídeo difundido por redes sociales.
Ambiente
Una pancarta con distintos mensajes se extiende en cada uno de los pisos que compone el edificio. Los escritos son claros: «La avaricia rompe el saco», «Granada, despierta, tus barrios están en venta» y «Contra tu violencia, okupación y resistencia».
El bloque está completamente blindado. El olor y los restos de spray en los laterales advierte que han pintado recientemente la puerta principal. «Han hecho que esto sea suyo», comenta un vecino. Algunas bicicletas y plantas en los balcones dan fe de la vida que las instalaciones guardan en su interior, pero el paso es imposible. El portal no tiene timbre y justo en el lateral de la fachada se aprecia una de las marcas que la asociación de vecinos del Realejo identificó como una señal para okupar viviendas hace meses. Se ve a simple vista que las cortinas de la última planta están quemadas y como el hollín se acumula en el techo. «Hacen hogueras en invierno para calentarse, nos da miedo en lo que esto puede desembocar», alertan. Temen que se repita lo sucedido en Santa Ana y sospechan que algunos de los que vivían en ese inmueble se han trasladado a este lugar.
Enfrentamiento
El bloque okupado de Cuesta Gomérez amanece con tranquilidad. El reloj marca las 11.30 horas, pero no se aprecia ningún signo de vida procedente de su interior. «Duermen por el día porque viven por la noche», señala Manuel, vecino de la zona. El tono de su voz muestra enfado, pero también cansancio. La indignación se traslada a su rostro mientras niega con la cabeza. «Aguantamos música, fiestas y descontrol de sus perros desde hace años. Y, ahora, malas formas», se quejan. Los ciudadanos denuncian que los hechos acontecidos estas últimas semanas han incrementado la crispación entre los propietarios de negocios y vecinos. «Nos dicen fuera extranjeros y puestos, pero nosotros llevamos aquí toda la vida, mucho más que ellos», defienden.
Los turistas pasean y disfrutan del encanto de un entorno que desprende historia. Fotografían con sus cámaras cada uno de los rincones de la subida a la Alhambra, pero también la fachada del edificio que mancha un recorrido esencial a su paso por la ciudad nazarí. «Esta es la imagen que le damos a los visitantes», expresan. Después, continúan con sus labores mientras bajan la mirada y evitan alzar la vista a los carteles que alertan de la okupación. «De ahí no se van. Quién en su sano juicio dejaría una casa con vistas a la Alhambra», sentencian.
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