La Alhambra adjudica las obras para convertir el Hotel Reúma en un centro de información

El proyecto pretende recuperar los valores arquitectónicos del histórico inmueble, que se construyó en 1910 a los pies del recinto palaciego nazarí, junto al cauce del río Darro. De acuerdo a los estudios previos, se documentó que el espacio fue ocupado por caserío tradicional desde al menos el siglo XVII. De esa época están datadas las referencias gráficas registradas en el histórico lienzo de Juan de Sabis o en la Plataforma de Granada de Ambrosio de Vico, donde se aprecio la situación del entorno.

Sus funciones, sin embargo, cambiaron en los siglos siguientes hasta la realización del hotel a comienzos del XX. Se pretendía que tuviera un papel protagonista en el ámbito turístico de la capital. El deseo, sin embargo, se vio pronto truncado, lo que llevó a que las instalaciones fueran usadas con funciones de lo más diversas, desde residencia de estudiantes a casa de vecinos, hospital de campaña, centro de reuniones de las logias masónicas o camerino para las fiestas que se celebraban con motivo del Corpus.

Ninguno de estos usos logró asentarse en el tiempo, lo que llevó al abandono del inmueble, que pasó a manos del Patronato de la Alhambra. De esta etapa apenas se recuerdan modificaciones realizadas con objeto de adaptar el antiguo hotel para que fuese empleado como un residencial plurifamiliar que tampoco llegó a hacerse realidad.

La puesta en marcha del proyecto para rescatar la antigua acequia de Romayla y la transformación de la margen izquierda del Darro puso de nuevo al edificio bajo el foco. Fue entonces cuando desde el Patronato de la Alhambra se planteó la posibilidad de poner en carga el antiguo hotel, pero con nuevas funciones culturales.

El proyecto cuyas obras se acaban de adjudicar pretende la rehabilitación completa de los cuatro niveles del edificio para su transformación en un centro de difusión cultural vinculado a la Alhambra. Como recoge el proyecto, se van a eliminar las estructuras internas y externas añadidas en los últimos periodos, además de crear la «máxima flexibilidad» de los espacios resultantes.

En la planta baja se va a recuperar el antiguo sistema de acceso del hotel, manteniendo la entrada en la fachada principal protegida por una celosía vegetal. El vestíbulo contará con iluminación natural a través de un hueco en el forjado y se abrirá acceso a las naves históricas que están vinculadas al inmueble, que serán las que sean empleadas para exposiciones.

En la planta primera se van a eliminar las adiciones que no sean originales y se mantendrá la estructura original del edificio. Las estancias también darán acceso a zonas expositivas. La segunda planta contendrá las dependencias de la unidad de coordinación, así como espacios de apoyo y una sala de reuniones que ocupará el espacio central del edificio.

En el último de los niveles se actuará de manera especial para acomodarlo como un espacio único que abarcará toda la superficie. Esta estancia tendrá un carácter multifuncional que, además, se verá enriquecido por el escenario que se configurará mediante la recuperación del singular sistema de cerchas de madera que sostiene el tejado, además de la iluminación cenital y la vista panorámica que ofrecerá del Albaicín. Como refleja el proyecto, con esta operación se pretende recuperar el valor espacial latente que tenía originalmente el edificio cuando fue construido a comienzos del siglo pasado.