«Acabamos un juicio a las 2.30 de la madrugada y ningún funcionario puso pegas»
«He venido a trabajar aquí sábados y domingos, días de Navidad o de Año Nuevo y nadie me ha puesto problemas, es una satisfacción muy grande»
Don Emilio ha sido poco de despacho. Casi lo utilizaba solo como confesionario, consulta psicológica o ambas cosas a la vez. Allí le contaban sus ... penas y sus alegrías los niños y los padres. Si esas paredes hablaran... El resto del tiempo lo pasaba celebrando vistas o sentado frente a una pequeña mesa que los funcionarios, más bien funcionarias, le habían cedido en un rincón de la oficina judicial. Mientras firmaba legajos y se quejaba de algo, lo que fuera, conversaba con su equipo. Escuchaba a la plantilla de su juzgado como lo hacía con los padres y los niños. Y aprendía. Ese vínculo ha sobrevivido a la jubilación. «Una vez empezamos un juicio a las diez de la mañana y acabamos a las 2.30 de la madrugada, pero ningún funcionario puso pegas», recuerda agradecido el magistrado.
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–¿Qué se ventilaba en ese juicio?
–Era un tema delicado. Una violación múltiple. Había varios acusados y en el suceso había ocurrido en un pueblo muy alejado de la capital. Si parábamos, la víctima, los acusados y sus familias tendrían que haberse ido a casa y volver al día siguiente. Así que acordamos entre todos que había que seguir, dijimos que hacíamos un descansillo para comer y continuamos. Ya digo, estuvimos hasta las 2.30 de la madrugada y ningún funcionario puso problemas.
–Es bonito, ¿no?
–Claro. He venido aquí a trabajar sábados y domingos, días de Navidad o de Año Nuevo y ningún funcionario me ha puesto problemas. Y no teníamos guardias. Eso es una satisfacción personal y profesional muy grande. Con los funcionarios, todo han sido satisfacciones. Siempre dije que no iba que permitir que un juzgado de Instrucción tocase a un menor estando yo de juez de Menores. Y estando yo de juez de Menores ningún juez de Instrucción ha tocado a un menor. Si tenía que bajar del Albaicín, bajaba, porque ese era mi trabajo.
–Y eso que al principio usted era de los que pensaban que los que trabajan es porque no valen para otra cosa...
–Hay que evolucionar, pero, vamos, que lo que más me gusta es aburrirme y luego descansar, ja, ja, ja.
–Póngase a ello.
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