María Pérez | Marchadora tetracampeona del mundo
«Que se invierta en mis sucesores me importa más que el reconocimiento»Entrevista ·
«Me gustaría que los niños viesen en mí un ejemplo de que no hace falta ir a un centro de alto rendimiento», resaltaMaría Pérez atiende a IDEAL recién desayunada y justo antes de volver al aeropuerto para coger el nuevo vuelo que esta vez le llevará a ... México de vacaciones. Camina por la capital de España, que apenas pisa por unas horas, mientras su madre Paqui compra lotería antes de regresar a Granada. Aún no es consciente de la dimensión a la que ha saltado al revalidar en Tokio sus dos títulos mundiales en 20 y 35 kilómetros marcha, un año después de sus dos medallas olímpicas en los Juegos de París. Le sabe mal no pasar por casa todavía, ni atender los homenajes que le esperan en Granada y en Orce, pero necesita descansar y desconectar precisamente para ofrecer su mejor versión a sus paisanos a su vuelta, ya después de la 'pájara' aún pendiente por el doble esfuerzo en el campeonato.
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–Vaya sorpresa le dieron su madre y su amiga Pili al aterrizar en Madrid...
–La verdad es que sí. Me llenó compartir un tinto de verano con familiares y amigos después de irme de casa ya en junio. Eso me carga la energía entre algunos viajes tan duros. No me lo esperaba y me puso muy contenta.
–Fue portada en toda la prensa nacional.
–Me acosté a las dos y me desvelé a las cuatro, y viendo las redes sociales y las distintas portadas, entendí que la había liado demasiado y no sabía de hecho si me estaba gustando (ríe). Hay que ser agradecidos y que la sociedad me reconozca viene bien para que no sea siempre el fútbol el que ocupe esos espacios, o que al menos fuera también por el femenino.
–¿Qué queda de María a su vuelta de Tokio?
–Los huesos, que me he quedado en ellos (ríe). No soy una persona a la que le guste mucho la farándula, pero irme a México a desconectar y descansar era lo mejor que podía hacer después de dos años muy intensos, de Budapest a los Juegos con la lesión de por medio y recuperándome con prisa. Necesito reencontrarme conmigo misma para ser consciente de lo que he conseguido antes de poder devolvérselo a la sociedad.
–Ya se sienta con Carl Lewis, Usain Bolt y Mo Farah en la historia de los Mundiales.
–Bolt estuvo allí en Tokio, viendo las pruebas de velocidad, y con Farah coincidí en Font-Romeu años atrás. Me impresionan sus nombres porque además son referentes del buen hacer en el atletismo, pero me quedo con ser la primera mujer en revalidar un bicampeonato del mundo, algo que también me impone mucho. Me gustaría que los niños viesen en mí un ejemplo a seguir para ver que no hace falta ir a un centro de alto rendimiento para tener grandes resultados sino que lo más importante es ser feliz con lo que uno hace.
–No podrá desempatar con ellos en Pekín...
–No, porque no haré la maratón sino la media, como la prueba que quiero hacer en los Juegos de Los Ángeles, y no doblaré. Sí espero conseguir una quinta medalla en Mundiales, pero no pienso en ello. Salí bastante cascada de los 35 kilómetros, pero saqué la garra para los 20 y respondí bien, aunque me veía más plata que oro. En cualquier caso, no hago nada de esto por pasar a la historia del atletismo sino para seguir explorando mis propios límites.
–Sus allegados dudan que niguna de esas tres leyendas sea tan buena persona como usted...
–Bueno, es que yo pienso que nadie se acordará de todo lo que hice el día que me retire, porque vivimos del presente. Si me tienen que recordar, que sea por buena persona, y yo creo que todos los deportistas lo son si se basan en los valores olímpicos del esfuerzo y el sacrificio como esencia del deporte, aunque el nuevo sistema de los Juegos los sacrifique en pos del espectáculo y la repercusión. Esa evolución se lleva por delante los principios antiguos que yo al menos mamé.
–Durante sus carreras parecía que no sufría, pero lo llevaba por dentro.
–A los doce kilómetros de los 20 quería retirarme, y decidí cubrir la espalda de Antonella (Palmisano) porque a mí no me respondían las piernas. No muestro mi sufrimiento para que mis rivales no sepan cuándo voy mal y para no preocupar a quienes me ven por televisión desde casa y muy lejos, pero sí, lo pasé regular cuando me vi sola, rodeada por seis rivales que querían batirme, pero yo ya había puesto las cartas sobre la mesa con el 35, para que me ganaran si podían, y aguanté.
–Quienes doblaron tuvieron un mérito enorme.
–Sí, doble, pero no quiero quitárselo a quienes decidieron hacer únicamente la distancia corta porque las dieciocho primeras bajamos de una hora y 30 minutos, la carrera más rápida en la historia del Mundial. Cada una jugó sus bazas.
–Sigue dejando a Jacinto Garzón sin palabras pese a ser su entrenador...
–Es que todos creéis que hablamos mucho antes de las carreras, pero no las planificamos tanto como parece; no hay ningún plan preestablecido sino que va surgiendo. Nunca me ha gustado que me digan lo que tengo que hacer. Una cosa es cómo proyectas la competición y otra cómo la desarrollas después. Agradezco la mejor preparación del mundo, y Jacinto es la persona que consigue que mis sueños se hagan realidad, pero también tengo una cabeza muy fría luego y no me da miedo nada. Nos va bien así.
–Otros colaboradores técnicos granadinos, como el fisiólogo Jesús Rodríguez Huertas, sí dice que consulta cada paso previo a las carreras.
–Sí, ahí sí, como en el avituallamiento por ejemplo. Ellos se ponen más nerviosos que yo, pero me siento muy a gusto con las personas con las que trabajo, que son las mismas desde que empecé. Ellos no quieren oírme decir que es mi último ciclo olímpico, pero yo se lo recuerdo para que lo disfruten. Sé que los mantendré a mi lado más allá del deporte.
–Su historia de amistad con Antonella Palmisano fue de las más bonitas del Mundial.
–Kimberly García León y Paula Torres entrenan juntas, pero si yo no podía ganar, prefería que lo hiciese mi amiga porque veo cómo se esfuerza y trabaja. Idolatraba a Antonella y gracias a ella tuve el sueño de ser campeona olímpica. Su amistad es verdadera, sin secretos, y es de lo mejor que me llevaré del deporte; si alguien tenía que batirme, que fuera ella.
–Entrar al estadio nacional fue épico.
–En los 20 no podía más ya, porque llevaba un par de kilómetros sin respirar casi para ir más rápida y me apretaban las costillas, y caí tendida al suelo al cruzar la meta. Estaba molida y me faltaba el aire, medio mareada. Era bonito ver la luz al final del túnel que daba el acceso. Al salir las gradas estaban vacías, pero al volver se llenaron y el eco cuando la gente chillaba era espectacular. Sentí el cariño de todos los nipones que corearon mi nombre aunque sonara raro y ante todo animaran a sus paisanas. Fue único porque me sentí ejemplar también para ellos. Bendita locura la mía que con mi sufrimiento hago feliz a tanta gente, aunque a menudo no sea consciente de la repercusión de lo que hago, sobre todo cuando me aíslo durante los campeonatos.
–Hay un clamor popular para que te den el premio Princesa de Asturias.
–Creo que no hay nada más importante a nivel internacional ni siquiera. Serena Williams se lo merecía, y sería un privilegio que presentaran mi candidatura para figurar entre deportistas de tanto nivel. No depende de mí, pero sería bonito que me reconocieran con un galardón que tan poca gente tiene.
–En Granada ya se están movilizando...
–Es bonito que la Diputación quiera que sea Hija Predilecta de la provincia o que el Ayuntamiento vaya a darle mi nombre al polideportivo de Bola de Oro, y sobre todo que sea conmigo en vida para disfrutarlo. El mayor regalo que me hicieron fue darle mi nombre a mi colegio en Orce, y eso es difícil superarlo. Ser una referente donde la práctica deportiva de la mano de la salud de los niños me hace sentir afortunada, como llevar a mi tierra por bandera. No diré que no a nada.
–Ya no debe quedar más cordero segureño para premiarla en Orce.
–Alguno quedará para hacer más barbacoas. Que se invierta en instalaciones deportivas, para quienes me sucedan, me importa más que mis propios reconocimientos. ¿Por qué no puede haber una escuela de gimnasia rítmica en un pueblo de ocho habitantes? Mi carrera se acabará algún día, pero vendrá otra como yo si se cree en ello y a mí me encantaría disfrutar al otro lado, como lo haré con Ana Alonso en los Juegos Olímpicos de invierno como opción seria de medalla junto a su entrenador Javi Argüelles, que también me ayudó. No todos los fondos deben ir a deportes profesionales que ya generan ese dinero, y convendría anticiparse en la ayuda a otros talentos antes de sus resultados.
–¿Piensa cumplir la promesa de cortarse el pelo que le hizo a Palmisano?
–Sí, sí, Antonella me lo recordó durante el calentamiento para los 20 kilómetros aunque la mandara de paseo. Así me veréis en el Europeo de Birmingham; si no me sale bien, será por eso, pero puedo probarlo ya de cara a los próximos Juegos Olímpicos. Soy de cumplir mis promesas.
–¿Y compensar a su vecino Antonio por las dos fiestas en su casa?
–Ya le pedí perdón, lo hago de nuevo ahora y lo volveré a hacer cuando le toque la puerta al regresar. Creo que lo entendió, pero le invitaré a una cerveza si quiere.
–Se va de vacaciones a a México sin descansar apenas.
–Sí, es lo que tiene el 'jet lag' porque la adaptación se hace difícil después de 20 días en Tokio y de siete horas de diferencia paso a otras siete. Necesito resetear la mente y quien me quiera, respetará mi descanso hasta que vuelva.
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