Lo de Watchmen
Hacía tiempo que una serie no me producía este maravilloso efecto de fascinación
Escribo lo de Watchmen como si estuviera viendo el capítulo seis ahora. Y el ocho, el ocho también lo estoy viendo. Al mismo tiempo, ... sentado en mi sillón, pincho sobre el nueve. Y, por supuesto, empiezo con devoción la segunda temporada... Hacía tiempo que una serie no me producía este maravilloso efecto de fascinación. El 'Watchmen' de Damon Lindelof, en HBO, es un prodigio del que me confieso enamorado. Tan enamorado como el tipo que suelta una risita comedida al descubrir que ése es el momento exacto en el que todo empezó para él.
Lo primero que sentí con la serie fue confusión. No un mareo angustioso, como los que sentías cuando ibas al pueblo en coche. No. Una confusión hipnótica, de esas que te dejan una imagen dentro, muy dentro, como un 'Inception' de Nolan. Ahora me doy cuenta de que esa confusión era imprescindible para desarrollar con tanta pulcritud, con tanta exquisitez, este ambicioso relato multilineal. Qué placer, Dios, conforme las piezas van encajando en huecos que ni siquiera sabías que existían. Y qué difícil, rediós, escribir un guión en el que esos huecos pasen como lágrimas en la lluvia.
Lo de 'Watchmen' es una barbaridad. Es otro nivel. Por lo que cuenta: las máscaras, el racismo, la inmigración, el miedo a lo desconocido, el abuso de poder, la manipulación de ideologías, el sesgo, la religión, los límites de la ciencia... Y por cómo lo cuenta: el juego de imágenes, la poderosa recreación de la memoria, el montaje rítmico, el brillante uso de la elipsis y del color, los puñeteros detalles que se esconden en cada plano...
Damon Lindelof cumple con el dogma del escritor: 'show, don`t tell'; 'mostrar, no contar'. Esto es, en vez de que un personaje te cuente sus recuerdos, conseguir que tú, espectador/lector, vivas esos recuerdos. Yo vivo 'Watchmen'. Una serie inteligente. Exigente. Que nos implica en cada escena. Un relato en el que fantasía y realidad mezclan fronteras para crear un mundo que, sin embargo, es absolutamente nuestro. Si no la han visto ya, no se preocupen, tarde o temprano lo harán. Es cuestión de tiempo. Y el tiempo, amigos, es relativo.
Qué bueno es el ocho, ¿verdad?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión