La COP29 en el aire: los países en desarrollo califican la propuesta de 250.000 millones como un «escupitajo en la cara»

El Estadio Olímpico de Bakú se vacía poco a poco y las caras de sueño y ojeras se acumulan. Mientras las delegaciones siguen encerradas en las salas habilitadas para intentar llegar a un acuerdo que, a estas horas, parece lejano.

Pasados diez minutos de las 12 horas en la capital azerí (tres horas menos en España), el equipo de Mukhtar Babayev informó que «a mediodía se proporcionaría un nuevo texto y que por la noche se publicaría el texto final». Sí, la nueva actualización llegó a mediodía, pero hora central europea, es decir a las 15 horas en Azerbaiyán.

A tan solo tres horas del cierre, la presidencia puso sobre la mesa una nueva propuesta para el objetivo colectivo de financiación climática (NCQG), la adaptación y la mitigación. «A esta hora tendríamos que estar con el cierre del plenario y lo que tenemos es un texto que avergüenza», respondieron portavoces de Ecologistas en Acción.

Los primeros párrafos propuestos por Babayev, conocidos el jueves, fueron calificados como «un farol» y «un insulto». Otros, directamente, ni siquiera lo consideraron «un borrador». Para la Unión Europea, en boca de su comisario sobre el tema, «era un texto desequilibrado, impracticable e inaceptable». Pero apenas un día después y tras escuchar durante 5 horas los reproches y quejas de las casi 200 partes presentes en el plenario principal, la presidencia de la COP20 cambió el paso y presentó una nueva propuesta. «Estos textos forman un paquete equilibrado y racionalizado para la COP29. Instamos a las Partes a estudiar atentamente este texto para allanar el camino hacia un consenso sobre las pocas opciones restantes», destacó.

El nuevo borrador del NCQG «exige» poner sobre la mesa 1,3 billones de dólares «procedentes de todas las fuentes de financiación públicas y privadas» para 2035, es decir la reclamación que los países en desarrollo llevan pidiendo desde que comenzaron las discusiones de estos textos. Pero con una letra pequeña muy importante.

Según la redacción del borrador, que se ha reducido a la mitad tanto en folios como en párrafos, incluye un objetivo secundario en el que señala a los países desarrollados para «tomar la iniciativa» hasta alcanzar 250.000 millones de dólares de «financiación básica». Es decir, la cifra pasa de los 100.000 millones nacida en Copenhague en 2009 a 250.000 millones propuesta en Bakú. «Este objetivo no es suficiente» adviertió Friederike Roder, vicepresidenta de Políticas y Defensa Globales, Global Citizen. «No es lo suficientemente grande, no es lo suficientemente rápido, y no es lo suficientemente bueno. Mientras el mundo se quema, no podemos esperar otros 11 años para conseguir una miseria y dar la impresión de que estamos poniendo en suspenso la transición a los combustibles fósiles», añadió. «Son un escupitajo en la cara de naciones vulnerables como la mía. Ellos ofrecen migajas mientras nosotros cargamos con los muertos. Escandaloso, malvado y despiadado», afirmó Monterrey.

Pero aún quedan muchas cuestiones en el aire. ¿Cómo se consigue alcanzar el billón de dólares? «Exhortamos a las partes a ampliar la financiación privada y pública» ¿Y quién debe pagar? El texto apenas lo dice.

Hasta 2024, los países que han contribuido obligatoriamente a llenar de dólares la hucha climática han sido los países calificados como desarrollados en la Declaración de Río firmada en 1992. «El tablero ha cambiado mucho desde aquel año», señaló el jueves a RTVE Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y jefa de la delegación española en Bakú.

En esa lista no aparecen ni China, Corea del Sur o los países del Golfo. En este sentido, el borrador de acuerdo solo «invita» a otros países en desarrollo «a realizar contribuciones adicionales» para la nueva meta de financiación climática.

Junto a las 5 páginas y las cifras del NCQG, la presidencia ha hecho público el texto de los trabajos de mitigación. «No vemos ningún retroceso», aseguró Jasper Inventor, jefe de la Delegación de Greenpeace en la COP29.

En los últimos días, Arabia Saudi y China han presionado fuertemente para borrar del texto de Bakú el concepto «una transición lejos de los combustibles fósiles» que se acordó en 2023 en Dubái (Emiratos Árabes Unidos. Un logro histórico que la propia delegación emiratí ha defendido en las últimas horas: «Todos los países deben cumplir con lo que acordaron».

Aunque el concepto -transition away from fossil fuels en inglés- no aparece en los párrafos conocidos este viernes, el concepto sí se mantiene aunque de forma bastante enrevesada y débil. «La presidencia subraya la naturaleza multisectorial y multidimensional de las transiciones justas y la consiguiente necesidad de adoptar enfoques que abarquen a toda la economía y que involucren al sector privado, incluidas las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, y contribuyan a la creación de empleos verdes y decentes, y reconoce que esos enfoques incluyen importantes oportunidades socioeconómicas asociadas con la transición hacia sistemas energéticos que dejen de utilizar combustibles fósiles».

La propuesta sobre mitigación ya ha sido calificada «como demasiado débil para muchos países». Los textos están sobre la mesa y el reloj ya descuenta las horas. Entramos en el tiempo de la prórroga y las posturas siguen enfrentadas.