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Nadia Bolz-Weber lleva los brazos tatuados con escenas religiosas. También le encantan las grandes hebillas con imágenes o mensajes cristianos.

La pastora irreverente

Con sus tatuajes, su afición a las palabrotas y su pasado salvaje, Nadia Bolz-Weber es una de las predicadoras más chocantes de Estados Unidos. Su iglesia es «progresista pero con raíces muy profundas»

carlos benito

Jueves, 9 de julio 2015, 22:04

La primera palabra de la autobiografía de Nadia Bolz-Weber es mierda, y ese detalle, poco habitual en cualquier libro de memorias, todavía lo es ... más en un volumen que intenta repasar el itinerario espiritual de una predicadora de éxito. Pero, claro, también es verdad que no hace falta mucha indagación teológica para darse cuenta de que Nadia Bolz-Weber es una pastora poco convencional: basta echarle un vistazo a su anatomía de metro ochenta y cinco, con ese gesto vagamente amenazador y el montón de tatuajes que parecen derramarse por ambos brazos. Se trata, eso sí, de dibujos cristianos, como una vidriera hecha de piel. En el brazo izquierdo, el más abarrotado, una Creación pequeñita convive con una especie de calendario litúrgico, en el que se aprietan escenas de Adviento, Cuaresma, Semana Santa o Navidad. En el izquierdo comparten espacio María Magdalena y Lázaro resucitando de entre los muertos. Y, fuera de nuestra vista, Nadia luce en la espalda una enorme Anunciación que le ha servido para tapar un tatuaje de su vida anterior, el que le perpetró un tipo conocido como Jimmie el Yonqui.

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