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helPUS

josé e. cabrero (@jecabrero)

Viernes, 4 de septiembre 2015, 13:10

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El cartel está primorosamente escrito sobre un trozo de cartón arrancado a su amor. En estos días en los que está siendo tan difícil no pensar en la infancia rota (la infancia ahogada en una playa), recordé lo bien que se lo pasaron mis sobrinos cuando construimos una casa con una enorme caja de cartón. No importa lo que les regales -avisaron los abuelos-, la caja siempre será su juguete favorito.

Imaginé a esa niña, la que viste de rosa y tiene unos preciosos ojos de gato, sentada en una esquina del tren anclado en Hungría, sosteniendo el rotulador como le enseñaron en el colegio mientra escribe 'heLPUS'. Las letras juntas, lo suficiente como para que se confundan en una sola palabra. Una palabra en un idioma nuevo, inventado, que se entiende sin diccionarios. Además, las minúsculas y las mayúsculas juegan entre los trazos, dando un extraño carisma a la imagen.

Creo que la niña quedó contenta con su trabajo. Se lo enseñó a su familia y corrió a hacerlo saber al mundo entero: helPUS, helPUS. Y así, a lo largo de las horas, el orgulloso cartel de la niña que viste de rosa pasó de mano en mano, detrás de la verja, esperando a que alguien entendiera el mensaje. helPUS: sin espacios, sin indiferencia; con cariño, con presencia.

Me encanta ese cartel. Mientras lo veo una y otra vez, sigo imaginando el relato de cómo se escribió una palabra tan carismática, heLPUS. Y tarareo, sin querer, la melodía de Los Beatles.

When i was younger, so much younger than today

I never needed anybody's help in any way

But now these days are gone i'm not so self assured

Now i findi've changed my mind, i've opened up the doors

¿Y si nos dejamos de tonterías y empezamos a ayudar?

Quiero decir. Los que tienen que abrir puertas, que las abran. Y los que estamos cómodamente sentados, empujamos:

Vamos, helPUS, aquí.

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