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Pablo Ruz, magistrado de la Audiencia Nacional. / Archivo
El juez tranquilo
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El juez tranquilo

«No se casa con nadie y asume con humildad los golpes. Su trabajo con las fiscales de 'Gürtel' es excepcional», aseguran en la Audiencia Nacional

MATEO BALÍN

Miércoles, 10 de abril 2013, 05:26

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Miércoles 16 de enero, media tarde. Desde la Audiencia Nacional se envía un SMS a los móviles: "Va a salir algo muy gordo del 'caso Gürtel'". El bombazo informativo está servido. Auto del juez Pablo Ruz: Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular, tenía varias cuentas en Suiza donde llegó a amasar una fortuna de 22 millones de euros. Mientras la noticia se amplificaba y golpeaba como un tsunami la sede nacional del PP, en la cercana calle Génova, el juez más bisoño del tribunal central abandona a toda prisa su despacho para reunirse con su familia.

Aquel frío día, los funcionarios del Juzgado Central de Instrucción número cinco llevaba en la cara una sonrisa. El trabajo ingente de varios meses para rastrear los millones de Bárcenas, escondidos tras el armazón de hormigón del secreto bancario suizo, había dado sus frutos. El jefe de la investigación, Pablo Rafael Ruz Gutiérrez (Madrid, 1975), era un hombre tan feliz como el cirujano que concluye con éxito la operación de su vida.

¿Cómo negar la felicidad de un instructor que dos años y medios antes bregaba con casos de menudeo de droga, agresiones o denuncias de tráfico en un juzgado del municipio de Collado Villalba, en la sierra de Madrid? ¿Cómo obviar la alegría de un juez que cuando aterrizó en la Audiencia Nacional para sustituir temporalmente al mediático Baltasar Garzón tenía encima de la mesa algunas de las patatas judiciales más calientes, como el 'caso Gürtel' o el 'chivatazo policial a ETA'?

Cuando regresó a su juzgado en el verano de 2011, Ruz y las fiscales del caso, Miriam Segura y Concha Sabadell, se concentraron en sacar adelante las 18 comisiones rogatorias internacionales pendientes del 'caso Gürtel'. Una tarea de titanes para recuperar el dinero evadido a paraísos fiscales. Para ello puso a un funcionario a pleno rendimiento y se apoyó en el trato «excepcional» con las fiscales. Y tras muchas vueltas llegó la primera respuesta. Era finales de noviembre y el archivador llevaba el sello de Suiza.

"Fortaleza física"

Si hay tres virtudes que definen a Ruz son humildad, trabajo y fortaleza física, según las personas consultadas. Condiciones esenciales para investigar una compleja trama de corrupción política y empresarial con múltiples tentáculos. Pero, además, paciencia y minuciosidad para no caer en los errores que llevaron a Garzón al patíbulo porque los abogados defensores del 'caso Gürtel', algunos exjueces y exfiscales de su mismo tribunal vigilan con lupa sus actuaciones.

Ruz sustituye la inexperiencia, entró en la carrera judicial en 2003, con una tremenda minuciosidad. "Es una hormiga obrera rodeado de reinas. No le pierden los nervios ni tiene enemigos reconocidos en casa", dicen desde su entorno. Y eso que sufrió un varapalo cuando la Sala de lo Penal le ordenó rehacer su instrucción sobre el 'caso Faisán' en septiembre de 2011.

Otros hubieran quedado tocados, pero Ruz salió adelante y en junio pasado llevó a buen puerto la instrucción del soplo policial a ETA. Casi nada. Un denodado trabajo reconocido por sus compañeros de toga. El hecho más palpable es que ninguna de las personas consultadas hablan mal de las investigaciones del juez. Y eso que tiene bastante reciente otro tema caliente, la diligencias sobre el hijo de Jordi Pujol y las acusaciones de blanqueo de capitales, que rechazaba investigar hasta que la Sala le corrigió.

"Asume los golpes sin caerse, con tranquilidad y vuelta a empezar. Ese es uno de sus fuertes", dibujan en su círculo. Porque Ruz cumple a rajatabla con esas personas que se llevan el trabajo a casa y revisa papeles cuando cae el sol. Y es que en su juzgado también se tramitan las causas de la SGAE, Caja Castilla-La Mancha, Fórum o Nueva Rumasa.

En sus pocos ratos libres toca la guitarra, alterna con su mujer, abogada de profesión, juega con sus cuatro hijos (todos varones) y se empapa de autos y sentencias relacionados con sus instrucciones. Ahora toca corrupción, delitos económicos y bucear en la lectura de entramados de sociedades opacas desde donde se ha robado dinero a espuertas. Una temática que maneja con solvencia, ya que fue él quien mandó a prisión a Juan Antonio Roca, cabecilla del saqueo del ayuntamiento de Marbella en el 'caso Malaya'.

Ruz no se casa con ninguna asociación judicial y solo se le conoce una afinidad, la plataforma Otro Derecho Penal es Posible, una visión humanista y rehabilitadora de la Justicia, liderada por uno de sus maestros, Julián Ríos, catedrático de Derecho Penal. Este compromiso también se hizo visible en el reciente acuerdo firmado por los jueces de instrucción de la Audiencia Nacional para pedir más medios humanos y materiales contra la corrupción.

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