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Mariluz Escribano muestra una de las fotos que le hicieron en la Huerta con solo cuatro años.

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Mariluz Escribano muestra una de las fotos que le hicieron en la Huerta con solo cuatro años. Jorge Pastor

Llanto por la Huerta de San Vicente

«Normalmente dormía en el dormitorio contiguo al de Federico. Su habitación era un lugar sagrado; allí no entraba nadie» Mariluz Escribano, que vivió parte su niñez en la casa de Federico, pide compromiso para frenar su deterioro

Jorge Pastor

Granada

Martes, 5 de septiembre 2017, 01:09

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Tito y Sultán, los perros de Mariluz, parecían inquietos aquella mañana de verano. Iban, venían, saltaban, correteaban... un nerviosismo infundido, quizá, por la presencia del ... hombre extraño. Mariluz aguardaba al periodista tendida en la butaca del salón de su domicilio. Allí, en lo alto de Granada, donde no hay ruido. Los recuerdos de la escritora Mariluz Escribano, nacida el año anterior al asesinato de Federico, son los recuerdos de una infancia en la Huerta de San Vicente. A la sombra de los cipreses que plantó el propio García Lorca, al frescor de los maizales, los trigales, las acequias, los aires de Sierra Nevada. Sí, aquella Huerta de San Vicente, «la más hermosa de todas las que había por allí». Y esta Huerta de San Vicente, amenazada por el tiempo y la desidia. La del piano cimbreado. La de la solería rajada. La de los quicios de puertas y ventanas despegadas de los maderos. La que es un frigorífico en invierno y un horno en verano.

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