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Van Niekerk celebra su victoria en la camilla.
La carrera del Mundial
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La carrera del Mundial

El sudafricano Van Niekerk abandona la pista en camilla tras ganar la primera final de 400 con tres atletas por debajo de los 44 segundos

Fernando Miñana

Miércoles, 26 de agosto 2015, 19:36

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El campéon de los 400 metros no dio la vuelta de honor para recibir la felicitación de los entusiastas aficionados chinos. Wayde van Niekerk logró uno de los triunfos más prestigiosos de este Mundial al ganar la final con una marca de 43.48, una carrera que, por primera vez, tuvo a tres atletas por debajo de los 44 segundos. Pero fue tan grande el esfuerzo del sudafricano, se exprimió de tal forma, hasta la última gota, que acabó siendo retirado en camilla y metido en una ambulancia. No era nada grave. Su único problema fue haberlo dado absolutamente todo para no ceder ante el estadounidense LeShawn Merritt (43.65, marca personal), que se llevaba su quinta medalla en un Mundial (dos títulos), el atleta de Granada Kirani James (43.78) y hasta del dominicano Luguelín Santos, el subcampeón olímpico al que su récord nacional (44.11) no le valió ni para subir al podio en esta selecta carrera.

Van Niekerk cruzó la meta solo tres décimas más lento que el récord del mundo de Michael Johnson, ahora comentarista de televisión, quien auguró que en un par de años alguno de los finalistas podría acercarse a los 43.18 que firmó en Sevilla en 1999. El nuevo campeón solo tuvo tiempo de hacerse un selfi. Justo después estaba encima de una camilla abandonando la pista.

Wayde van Niekerk, en realidad, era un especialista en los 200 metros que llegó a bajar de los 20 segundos (19.94), pero en 2011, con 19 años, justo después de lograr su primer título nacional absoluto, sufrió una rotura en los isquiotibiales que le condenó a una larga recuperación. Su veterana entrenadora, Ans Botha, la mujer de 74 años que, según cuenta Arturo Casado en Twitter, le marcaba el ritmo en Bloemfontein con unas castañuelas, decidió que ese largo parón era el momento ideal para reconstruir a su atleta. Ambos decidieron centrarse en crear una buena base. Por primera vez empezaron a levantar hierros para transformarle en un velocista más fuerte. No solo tuvo tiempo para muscularse, también para viajar al interior de su mente, para conocerse mejor, volverse más espiritual, más creyente y, de paso, ordenar sus prioridades. Desde entonces su cuenta de Twitter es muy significativa @WaydeDreamer (Wayde soñador).

Este seguidor del Liverpool de 1,83 metros de estatura ha salido de Pekín inmaculado. Esta temporada no ha perdido ninguna carrera. Quince victorias consecutivas. Este joven de 23 años, nacido en el verano del 92, hijo de saltadores de altura y con padrastro maratoniano, siempre ha adorado el deporte. De joven jugó al rugby y probó con la altura, pero no pasó de 2,05 y se mudó a la pista. Lejos del tartán se entrega a sus estudios de marketing en la universidad y su afición enfermiza por los videojuegos.

Kenia domina el medallero

Kenia sigue exhibiendo músculo en estos Mundiales de Pekín. Su proverbial supremacía en las pruebas de largo aliento ha dejado de ser su único poder. El martes lograron el título en los 400 m vallas con Nicholas Bett y este miércoles se ha convertido en realidad el viejo sueño de Julius Yego, el chico 'raro' de la tribu Nandi -Keino, Rono, Kipketer, Lagat...- que aprendió a lanzar jabalina viendo vídeos en YouTube y que acabó convirtiéndose en un gran atleta cuando recibió una beca para entrenarse en Kuortane, mítico centro de jabalinistas en Finlandia. Allí llegó en el invierno de 2011 a 2012 sin abrigo y tuvo que prestarle uno su entrenador, Petteri Piironen, el técnico que también modela al lanzador que acabó segundo en la final, El Sayed (88,99), que logró la primera medalla de la historia para Egipto.

Yego estaba fuera de la mejora a falta de un lanzamiento. En ese momento dio un golpe de autoridad que sentenció la final. El atleta, que también es policía en Kenia, lanzó la jabalina a 92,72 metros, récord de nacional, récord de África y la octava mejor marca mundial de todos los tiempos. De repente ese lanzador autodidacta en sus inicios se encontraba en la cúspide y solo veía por encima a dos leyendas: el finlandés Aki Parviainen (93,09) y el inolvidable checo Jan Zelezny, el plusmarquista mundial (98,48).

Lo bueno de Kenia es que ha ido abriendo el abanico sin perder su base, como los 3.000 m obstáculos. Los hombres coparon el podio y su compatriota Jepkemoi se llevó el título en la prueba femenina (9:19.11). Kenia luce orgullosa al frente del medallero con sus once trofeos, seis de oro, muy por delante de los tres oros de Gran Bretaña o las nueve medallas y un solo título de Estados Unidos. Una desconocida Rusia desde que comenzaron a destaparse los escándalos por dopaje, como los 31 positivos del grupo de marchadores de Chegin, permanece en las catacumbas del medallero con una plata.

Algunas variables nunca cambian, como el poderío de las mujeres de la Europa del Este. La checa Zuzana Hejnova se convirtió en la primera atleta que logra revalidar el título en los 400 m vallas (53.50). O el de las cubanas. Un día después del triunfo de la discóbola Denia Caballero llegó el de la saltadora con pértiga Yarisley Silva, la mujer que en ocasiones entrena en Pamplona, que necesitó once saltos para proclamarse campeona del mundo. La sentencia llegó cuando superó 4,90 en el tercer intento. Luego se regaló tres más sobre 5,01, pero y había tenido bastante.

Desastre español

El Mundial, después del excelente triunfo de Miguel Ángel López en los 20 km marcha, parece que avance sin presencia española. Sí que la hay, claro, pero se ha convertido en un penoso carrusel de atletas que entran en la pista y se despiden inmediatamente en la clasificación o en las series. Solo se han salvado del suspenso Kevin López, Naroa Agirre, Esther Guerrero o Yidiel Contreras, que avanzó hasta las semifinales de los 110 m vallas. Por el camino, fracasos sonados como el de Jesús España, que reconoció su decepción y se calificó con "un suspenso", o Pablo Torrijos, el hombre de los 17 metros en triple salto que se quedó en 16,32. Es el momento de que llegue la caballería. O sea, Ruth Beitia, la otra opción de medalla.

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