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Pellé celebra el segundo tanto de Italia.
Italia entierra a la mejor generación de España

Italia entierra a la mejor generación de España

El camino a la gloria empezó con aquellos penaltis en Viena y terminó este lunes en París, donde la 'Azzurra' volvió a cambiar el ciclo de 'La Roja'y la convirtió en historia

ROBERT BASIC

Lunes, 27 de junio 2016, 22:39

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Ocho años después de aquella tanda de penaltis en el Prater de Viena que cambió el destino y el sentido del fútbol español, Italia se cruzó de nuevo en el camino de 'La Roja' para convertirle en historia y darle un lugar en la eternidad. La selección recibió la primera cornada en el Mundial de Brasil y este lunes, en París, despidió definitivamente su edad de oro con una derrota tan dolorosa como justa, ante una 'Azzurra' netamente superior y que volvió a cambiar el ciclo de España. En Austria lo hizo para alumbrar a una generación de jugadores prodigiosos que maravillaron con la conquista de sus dos Eurocopas seguidas y también con la victoria final en la Copa del Mundo de Sudáfrica, donde subió al cielo, y este domingo para enterrar a la mejor generación de futbolistas de 'La Roja' y certificar su prematuro adiós de Francia.

Tuvo que ser de nuevo Italia la que cambiara el rumbo de España. En su nuevo enfrentamiento en una Eurocopa, después de los más recientes en Austria y Suiza (2008) y Polonia y Ucrania (2012), en la fase de grupos y en la final de Kiev, la tropa de Antonio Conte, tácticamente impecable y físicamente muy superior a la cansada campeona, asfixió a los Iniesta y compañía, hizo lo que tenía que hacer durante los 90 minutos, redujo su fútbol a un mero ejercicio de intentos fallidos y ejecutó a una selección que ahora encara un profundo proceso de regeneración. Si en verano de 2008 España se liberó de todos sus fantasmas y rompió las cadenas con el pasado, en el mismo instante en que Cesc batió al interminable Buffon, este lunes supo desde que miró a los ojos de los italianos que su paseo triunfal tenía los minutos contados.

En Austria, país que se mueve al ritmo de la música clásica y presume de haber inventado la tarta Sacher, comenzó un viaje maravilloso que se avinagró en Brasil y terminó en Francia. España arrolló a sus rivales en la fase de grupos -Rusia, Suecia y Grecia- y en los cuartos de final se citó con Italia, que terminó segunda por detrás de Holanda y lo hizo con más goles en contra que a favor. En fin, nada nuevo bajo el sol, así que tampoco sorprendió su 'catenaccio' en busca de las semifinales. Los hombres de Luis Aragonés no consiguieron derribar la muralla transalpina y hubo que jugársela en la tanda de penaltis. Quien más quien menos se llevaba las manos a la cabeza y entre cerveza y cerveza avanzaba que aquello acabaría como siempre, con los españoles en la calle y los italianos, rácanos y huérfanos de fútbol, tan propiamente ellos, peleando por el título. Pero entonces algo cambió y varió el rumbo de la historia.

Cuentan los testigos de aquellos lanzamientos que todavía escuchan el llanto de Di Natale tras fallar su penalti. Antes habían errado Güiza y De Rossi, presente este lunes en el responso español y colérico por su cambio en el minuto 54, sustituido por Motta -estrelló dos botellas de agua contra el banquillo-, pero Cesc no tembló ante la imponente figura de Buffon. Marcó e hizo saltar por los aires décadas de maldición e innumerables frustraciones por sus prematuras eliminaciones en cuartos, su frontera del miedo. Aquel 22 de junio por fin la superó e inició una aventura sin precedentes. Accedió a las semifinales donde pasó por encima de Rusia y en la final se impuso a Alemania. Y todo comenzó con una increíble victoria en cuartos contra Italia y desde el punto de cal.

Sentirse liberado

España se sintió por fin liberada, y no sólo por ganar la Eurocopa, que también, sino por su capacidad de variar el rumbo de la historia ante la invariable Italia. Se habían quitado de encima un ogro, un fantasma, un muro interminable que le había rodeado toda su vida y que tenía muchos nombres y un solo destino. Por eso se sintieron ganadores y enterraron el recuerdo del Mundial de Estados Unidos, el codazo de Tassotti, el fallo de Salinas, la parada de Pagliuca, otra vez la cruz de cuartos. En Austria reescribieron el guión y, cuatro años más tarde, esta vez en Kiev, en la capital de Ucrania, humillaron a la 'Azzurra' en la final (4-0) después de empatar a uno en la fase de grupos. Fue una nueva demostración de poderío y fútbol total, que les permitió encadenar su segundo título en una Eurocopa, precedido del 'Iniestazo' en el Soccer City de Johannesburgo. España bajó de la nube en Brasil y este lunes definitivamente aterrizó en Francia.

Decía Vicente del Bosque nada más acabar el partido que no hay que temer por el futuro de la selección ni tampoco hablar de fin de ciclo. «Nuestro fútbol está bien estructurado, al igual que los clubes, y tenemos buena cantera. No tiene por qué haber terminado una etapa. Esto sirve -en alusión a la eliminación- para darnos cuenta de lo difícil que es ganar». Lo sabe bien él, campeón del mundo y de Europa, en cierto modo aliviado por la derrota. Daba la sensación de que se había quitado un peso de encima, el que dan las victorias, porque obligan a perpetuar el éxito incluso cuando uno sabe que no está en condiciones de repetirlo. Y Del Bosque lo sabía, al igual que sabe que agoniza una brillante generación de jugadores. Sólo Iniesta, Casillas, Silva, Cesc, Juanfran y compañía saben el tiempo que les queda en la selección, y habrá que ver cuántos de los que estaban este lunes en Saint-Denis estarán en Rusia 2018.

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