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Un parking cobijado por siete siglos de historia

Un parking cobijado por siete siglos de historia

Cientos de vehículos aparcan cada día a apenas unos centímetros de la muralla de la Alberzana, uno de los cercados históricos del Albaicín

javier morales

Sábado, 7 de mayo 2016, 00:42

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El descampado de la carretera de Murcia es uno de los mayores aparcamientos al aire libre de la ciudad. Surte de plazas a quienes trabajan o estudian en los institutos cercanos y el Ave María, a los deportistas que acuden a las pistas de Aynadamar o a los visitantes que se acercan hasta el Albaicín.

No en vano, este espacio se encuentra a apenas 200 metros de la calle Pagés, que por su anchura se configura como una de las principales vías de entrada al barrio, pese a las restricciones a vehículos. Cuando se completa el aforo de este espacio de más de dos mil metros cuadrados pueden llegar a coincidir unos 15 vehículos. La zona de entrada al improvisado parking en superficie junto a Fajalauza aparece en el mapa de aparcamientos públicos del Área de Movilidad señalado con una 'P', de lo cual se deduce la legalidad del perímetro.

Sin embargo, son muchas las voces que a lo largo de los últimos años han puesto en duda el uso de este terreno, ya que su recorrido transcurre paralelo al de la muralla de la Alberzana, una construcción que data del siglo XIV. Apenas los matojos y algunos baches separan a los coches de sus piedras. No es raro apreciar algún vehículo que llega a rozar el muro cuando apura en el aparcamiento.

El recorrido cercano a la muralla en este punto se convirtió en un "circuito de motrocross" tras la retirada de los elementos de protección que resguardaban restos arqueológicos de la época íbera localizados en 2005. En 2010, los vecinos denunciaron esta situación de dejadez.

En 2014, el concejal de Izquierda Unida Francisco Puentedura solicitó al Ayuntamiento de Granada y a la Junta de Andalucía un plan de recuperación para las murallas. "En estos años la muralla y el entorno se han degradado significativamente pese a las denuncias de los vecinos", criticaba el edil en un escrito.

En agosto del pasado año, Puentedura volvió a poner en tela de juicio la situación de la fortificación, en este caso a raíz de las inversiones en Granada especificadas en los Presupuestos Generales del Estado. En su opinión, la renuncia al Plan Director de Murallas, que no dispone de ninguna inversión para 2016, implicaba "una vez más el abandono del patrimonio en la ciudad donde murallas milenarias como la Zirí y su continuación con la muralla Almorávide y de la Alberzana siguen siendo espacios degradados deteriorándose cada vez más".

A un lado de la muralla lucen las obras de adecuación planteadas en 2006. Al otro, los conductores levantan el polvo en busca de un aparcamiento. En la entrada, que suele estar controlada por un 'gorrilla', el pavimento es asfalto. Sin embargo, a unos metros el suelo pasa a ser de tierra. Llega entonces un desnivel plagado de baches que con las lluvias y los días ajetreados pueden alcanzar los 30 centímetros de profundidad. Los 'vigilantes' del aparcamiento y los propios usuarios se hacen cargo, ocasionalmente, de rellenar con arena las oquedades para que ningún obstáculo impida que los coches sigan a la sombra de siete siglos de historia.

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