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La jirafa, antes de ser pintada.
Adiós a la jirafa del Realejo

Adiós a la jirafa del Realejo

El graffiti de la jirafa que coronaba la calle Molinos ha quedado tapado tras una reforma por humedades

javier morales

Sábado, 30 de enero 2016, 01:34

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El Realejo ha despedido este jueves a uno de sus símbolos. El graffiti de la jirafa, situado en una esquina en la zona alta de la calle Molinos, ha desaparecido. Las obras para acabar con las humedades de una fachada y la posterior imprimación amarilla han cubierto uno de los iconos del arte urbano en la ciudad de Granada, ideado en 2002 por El Niño de las Pinturas para adornar un cuadro eléctrico.

La imagen de esta esquina, desnuda ya de su inquilino, ha recorrido las redes sociales desde que una usuaria que circulaba por la zona diera la voz de alarma a través de Facebook. 'Propongo que vayamos esta noche a poner velas, flores y cartas de despedida. Voy a proponerle al Coro de la Orquesta Ciudad de Granada que esta noche, después del ensayo, vayamos a cantar el Lacrimosa del Réquiem de Mozart', rezaba una de las publicaciones. Dicho y hecho. Acudieron miembros del coro, interpretaron la pieza, y el vídeo ya es viral.

En la tarde de este viernes, las velas y la flor que se utilizaron en este particular homenaje, seguían allí. También los operarios que cubrieron la pared, quienes explicaban que la mano de pintura se dio el jueves como parte de una reforma para evitar humedades. Lo confirma el propio Niño de las Pinturas, Raúl, que asegura que el artiodáctilo de spray "volvería si por los dueños del inmueble fuese. Una ley BIC de congelación de espacios públicos impide un permiso por parte del Ayuntamiento. Por tanto, la jirafa volverá como llegó...".

Con este final enigmático, el autor asegura que los propietarios están de acuerdo en recuperar la 'jirafa cablejera', como la llama, pero plantea la duda de su legalidad. En abril de 2010, la comisión técnica del Plan Centro ya emitió un dictamen en contra de un mural de este artista en la calle Vistilla de Los Ángeles, continuación de Molinos, pese a que su obra contaba con permiso del propietario. En su momento, el Ayuntamiento argumentó que la pintura requería autorización municipal al considerarse "incoveniente o lesiva para la imagen del conjunto histórico". En 2014 se enfrentó a una circunstancia similar por pintar un retrato de Carmen Amaya en una cueva del Sacromonte.

El de la jirafa no es el único graffiti que ha dicho adiós al Realejo en los últimos meses. A mediados de octubre desapareció otra de las paredes diseñadas por Raúl. "Cansado de no encontrar respuesta, decidí cambiar mis preguntas", rezaba el mural, junto a las pupilas plenas de intriga de su protagonista. Pese a que la visión de 'El pensador' de Rodin con la firma de El Niño de las Pinturas sigue en la parte superior de la fachada, el blanco del escaparate de una parafarmacia domina la zona inferior, en la que se situaban el lema y la chica.

"Es una pena"

A primera hora de la tarde de este viernes todavía quedaba algún vecino que no se había percatado de la ausencia de la jirafa. Jorge, que caminaba por la zona junto a su hija, decía sentirse "sorprendido". Sin embargo, decía señalando a la menor, "la más sorprendida es ella". Este saliente de la calle Molinos se sitúa en plena zona de paso del colegio Santo Domingo, ubicado apenas a 50 metros. "Es un símbolo representativo de un momento de su vida", argumentaba este padre.

Ángel y su mujer, Frances, vieron el andamio, pero no se habían fijado en la consecución de la obra. "La jirafa representaba una especie de reflexión sobre cómo algo tan feo como un cuadro de cables puede tener un sentido artístico", comentaba él. Por su parte, otro vecino, Sergio, aportaba este viernes el contrapunto: "No estoy en contra de los graffitis, tienen un meritorio trabajo, pero sí con los que hacen en algunas zonas. Pueden hacerlo en sitios privados".

Para Jesús, que caminaba por Molinos bajo la lluvia, la jirafa "era el símbolo de la esquina". Cuando vio el andamio pensó que iban a respetar el trozo de la jirafa: "Igual la dejan tranquilita, como está". María, que también recogía a su hija del colegio, intuyó el final cuando se percató de las obras. "Me acuerdo que vi el andamio y me dije: va a desaparecer la jirafa", bromeaba.

Mientras El Niño de las Pinturas, el propietario del inmueble y, quién sabe, el Ayuntamiento se deciden por devolver al Realejo una de sus estampas más reconocidas, este barrio queda despojado de otro símbolo. Por el momento, perviven como testigo de esta jirafa de 14 años sus cuatro patas, aún visibles en el zócalo de la casa.

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