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Antonio Ramírez.
Muere en Granada el empresario de hostelería Antonio Ramírez

Muere en Granada el empresario de hostelería Antonio Ramírez

Era un personaje muy especial y querido, tanto, que muchos se van a sentir hoy huérfanos de apoyos fundamentales, sobre todo los chavales jóvenes que aspiraban a convertirse algún día en figuras del toreo y que recurrían siempre a él en demanda de cualquier cosa

F. MARTÍNEZ PEREA

Lunes, 10 de abril 2017, 01:54

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Cuando los granadinos conozcan la noticia de su súbita muerte, seguro que el sentimiento de pesar será tan grande como lo fue su persona. Porque Antonio Ramírez, además de un gran empresario del sector de la hostelería, fue puro corazón. Un hombre de generosidad infinita que hizo todo el bien que pudo y que actuó siempre con un desinterés admirable. Por eso y por muchas cosas más cuesta asumir su marcha, mucho más cuando apenas hace unos días lo vimos complacido y feliz en el Cuarto Real de Santo Domingo en el acto de presentación del programa cultural de Lances de Futuro, la nueva empresa arrendataria de la Monumental de Frascuelo, la plaza que formaba parte del horizonte diario de este granadino emprendedor y comprometido con su ciudad.

Antonio Ramírez era un personaje muy especial. Y muy querido. Tanto, que muchos se van a sentir hoy huérfanos de apoyos fundamentales, sobre todo los chavales jóvenes que aspiraban a convertirse algún día en figuras del toreo y que recurrían siempre a él en demanda de cualquier cosa. Porque Antonio siempre ha estado incondicionalmente del lado de los más necesitados y del lado también de cualquier causa benéfica que llamara a las puertas de su corazón. Sería prolijo enumerar su implicación en actos solidarios. Y más prolijo aún acertar a saber de mecenazgos que él solía ocultar porque en su código ético la palabra vanidad no tenía cabida. Tampoco cualquier otra relacionada con la rentabilidad. Ayudó cuanto pudo y a cuantos pudo.

Pero Antonio Ramírez era algo más que un gran referente en el mundo taurino por su gran amor al llamado Arte de Cúchares y por su complicidad con toreros y empresarios. Con ser tal vez la faceta más llamativa, lo cierto es que Antonio logró crear un pequeño imperio a base de tesón, iniciativa y conocimiento. El Restaurante Ramírez ha sido y será su buque insignia, el restaurante taurino por excelencia, pero la feliz consecuencia de más de medio siglo de actividad empresarial ha tenido otros muchos e importantes frutos en el siempre difícil mundo de la gastronomía. Antonio, con la complicidad de sus hijos, ha logrado que al emblemático negocio de la Avenida del Doctor Olóriz se sumaran otros establecimientos de prestigio, como Alquería La Caleta, Asador San Lázaro, Bodega Tendido 4, Bocadillería Ramírez, Cafetería Pub R-6 y el Club Social Hospital. Negocios todos con el sello de la calidad, de la cercanía y de la amabilidad, las señas de identidad del gran hombre que se marchó ayer de forma silenciosa, de la misma forma con la que él solía actuar al dictado de su enorme corazón. Descanse en paz.

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