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Miembros de la asociación en una de las partidas con compañeros de otros colectivos, en una imagen cedida.
Una batalla donde el enemigo es amigo y las armas son de juguete

Una batalla donde el enemigo es amigo y las armas son de juguete

Asociación Airsoft Granada El Tercio | Aficionados a juegos de simulación militar

CRISTINA GONZÁLEz

Viernes, 3 de junio 2016, 02:13

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Hay mucho desconocimiento. Cuando ven lo que hacemos se dan cuenta de que somos gente normal y corriente», asegura Miguel Ángel Castillo, presidente de la Asociación Airsoft Granada El Tercio. Ciudadanos normales, como usted y como yo. Fontaneros, electricistas, abogados, comerciales, directores de banco... Granadinos, al fin y al cabo, con una afición. Sólo que quizá no sea una tan típica como el ciclismo o los videojuegos. Lo suyo se llama 'airsoft', que literalmente significa 'aire suave', pero que se refiere a un juego -originario de Japón, por cierto- y deporte de estrategia basado en la simulación militar. «En España lleva funcionando desde los años 90. Yo lo conocí a través de un amigo de mi cuñado, que me animó. Me dijeron que era como las pistolillas que compran los niños en los chinos, mi hijo lo miró por Internet, me pidió que le llevará... y hasta hoy», recuerda.

La asociación

  • -Asociación Airsoft Granada El Tercio. Grupo de amigos jugadores de 'airsoft' (juegos de simulación militar donde no se usan armas de fuego) de Granada y de sus alrededores, cuyo único objetivo es divertirse.

  • -Miembros. Actualmente, 14 socios.

  • -Contacto.

  • http //airsoftgranada.foro-activo.es/

  • Teléfono 603 85 77 16.

No eran esas pistolillas, más bien réplicas de las armas reales pero ciertamente de juguete. «Algunas personas nos critican porque no saben realmente lo que son pero llevan cuatro engranajes, un pistón, unos cables y una batería. El aire suave que suelta pasa por el cañón y le da efecto y velocidad a la munición pero la potencia es mínima», subraya. Una munición, por cierto, la mar de curiosa. Los aficionados a esta práctica se califican defensores del monte y por eso usan como 'balas' unas bolas de sémola de patata biodegradables. «No dejamos rastro en el campo», añade, además de contar con seguro individual y permiso de la Guardia Civil, la Policía Local y Medio Ambiente.

La asociación granadina, que nació en 2005, cuenta en la actualidad con 14 socios, algunos vinculados al ejército, aunque llegó a tener en su punto álgido a más de medio centenar, algunas mujeres. Son muchos clubes y colectivos en la provincia que contactan entre sí por foros o 'guasap' para las partidas que echan los fines de semana. En su caso, cada quince días y en domingo. El guión no siempre es el mismo. Algunas cosas sí son tradición. Quedan a primera hora de la mañana para desayunar. Reparten los roles de los equipos. Si son dos suelen caracterizarse según los uniformes: desérticos (claros) y boscosos (oscuros). Si son más, usan otros distintivos como chalecos o brazaletes. Luego, se fija un objetivo, que puede ser localizar a un piloto antes que el 'enemigo' o un objeto y desactivarlo (como un despertador en una maleta).

Gafas de protección

«Las partidas suelen durar de las 9 a las dos de la tarde pero las hay que pueden ser de todo el día e incluso ahora se están poniendo de moda las que son de fines de semana», señala el presidente de la asociación. Dice que no se trata de una afición cara. Una réplica de un arma puede costar unos 80 o 90 euros, a lo que habrá que sumar el uniforme nuevo (40-50 euros) o de segunda mano (25 euros), unas botas, una gorra y unas gafas de protección. «Son imprescindibles y hay que hacerles pruebas, darles varios impactos para ver si el cristal resiste», abunda.

Los impactos en el cuerpo no son dañinos al contrario, afirma, que la huella que deja el 'paintball'. «Aquí es mínimo. Sí te da de cerca como mucho te deja una roncha», matiza. Las reglas son muy estrictas. Según la distancia, se usa una réplica (como llaman a las armas de juguete que pueden imitar fusiles, pistolas o ametralladoras) y si el 'enemigo' está a cinco metros o menos se elimina por voz o contacto, nada de disparos. «Es una manera de descargar adrenalina, de ir al campo, de estar al aire libre, con gente que conoces. Nos lo pasamos bien y descargas mucha energía», argumenta, aunque reconoce que los propios familiares les llaman «frikis» o bromean con que están «locos».

Tienen todo tan bien atado que han llegado a dar cursos con la Guardia Civil, que les obliga a llevar las réplicas desmontadas en el coche y una identificación para que se vea de inmediato que no se trata de un arma. También se proveen de 'walkie talkies' entre los integrantes de los equipos con canales distintos pero los jefes comparten también el mismo canal por si hubiera contratiempo. «Si encontramos algún civil paramos de inmediato», agrega. Aún así, balizan la zona e informan de que hay una partida en juego y de que no se debe entrar sin protección ocular. No dejan nada al azar.

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