Una noche de pesadilla tras cuatro jornadas de ensueño
Un grupo de fotógrafos granadinos afrontó el reto de salir de madrugada de una capital sitiada para no perder su vuelo a casa
Juan Ramón Olmos
Domingo, 15 de noviembre 2015, 00:32
Habían sido cuatro días de trabajo intenso, pero consagrados a la pasión de sus vidas. Cuatro miembros de Afogra (Asociación Fotográfica Granadina) llevaban desde el ... martes en la capital parisina participando en la 19ª edición de Paris Photo, un evento internacional dedicado al mundo de la fotografía. Durante la noche del viernes, uno de ellos, Joaquín Puga, ya estaba pensando en su equipaje de vuelta -el vuelo de los cuatro granadinos salía a las 6 de la mañana del sábado-, cuando de camino al hotel empezó a notar "cosas raras en los movimientos de los policías, circulaban a una velocidad anormalmente rápida".
Ya en el alojamiento, a un par de kilómetros de donde se produjeron los atentados, una de las fotógrafas recibió una llamada de su marido desde Granada, informándole de la tragedia que se acababa de desatar en la capital y que ya se propagaba por los medios. "Cada uno puso la televisión en su habitación para ver lo que pasaba. Como la mía no se veía bien, bajé a un bar al lado del hotel para seguirlo en directo. Lo que más me sorprendió al llegar fue el silencio de todos los que allí estaban mientras veían las imágenes de lo que estaba ocurriendo", explica Puga.
"Empezaron a decir que no saliera la gente a la calle, que iban a cerrar metros y trenes...", cuenta este fotógrafo, que comenzó a preocuparse seriamente entonces por cómo lograrían llegar al aeropuerto si tenían que partir a las seis de la mañana. En circunstancias normales, con levantarse a las cuatro de la mañana, les habría bastado para alcanzar el aeródromo de Orly y coger el avión de regreso a casa. Sin embargo, ninguno de los granadinos durmió esa noche. "De hecho, no creo que ningún parisino haya podido dormir esta noche", explica Puga, quien, junto sus compañeros, intentó ponerse en contacto con la embajada española en Francia, el consulado e incluso el aeropuerto. "Pero todo comunicaba, nadie respondía", cuenta.
Así que centraron sus esfuerzos en conseguir un taxi que les llevara al aeropuerto. "Pero sus centrales telefónicas tampoco funcionaban", relata, de manera que fueron a la recepción del hotel en busca de una solución. "No sé cómo lo hizo, pero consiguió que un taxi viniera a recogernos", dice Puga, quien a las dos de la madrugada ya se veía con sus tres compañeros de camino a casa. "La ciudad estaba desierta", recuerda, al tiempo que matiza que "tuvimos suerte de que nuestro aeropuerto de salida fuera Orly y no el Charles de Gaulle, porque para ir hacia allí sí que tendríamos que haber atravesado la zona que estaba sitiada por policías. De hecho, un compañero parisino que quería salir de la ciudad e ir al sur desde el centro tardó dos horas y media en poder salir de la zona de los atentados".
Ya en el aeropuerto, y tras notar "unos controles de seguridad más exhaustivos de lo habitual", se subieron al avión, en el que apenas había "40 personas. Se nota que muchos pasajeros no habían conseguido llegar a tiempo". De ahí, rumbo a Málaga y finalmente a Granada. "Lo peor es el mal sabor de boca que te deja algo así. Tres cuartos de hora antes de los atentados, habíamos estado en la zona donde se produjeron las muertes", cierra Puga.
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