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La estrechez de la calle Ceniceros en uno de sus extremos impide el paso de los vehículos.
El muro de un solar del Albaicín impide el paso de ambulancias y de bomberos

El muro de un solar del Albaicín impide el paso de ambulancias y de bomberos

Los vecinos de la calle Ceniceros llevan décadas reclamando que el Ayuntamiento expropie una parte de la finca y ponga fin a su aislamiento

Miguel Allende

Miércoles, 4 de noviembre 2015, 01:05

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El peculiar entramado de calles que configuran el barrio del Albaicín no permite en muchas de ellas otro tránsito que no sea el peatonal. Tampoco pueden circular los coches por algunas más por cuestiones que, en apariencia, tienen fácil solución. Es lo que ocurre en la calle Ceniceros, que tiene suficiente anchura para permitir que sus vecinos utilicen sus vehículos, que pasen las ambulancias o los camiones de bomberos pero que ninguno de ellos puede hacerlo porque justo en uno de los extremo la tapia de un solar colindante la estrangula. Una situación que el medio centenar de familias que la padecen no dudan en calificar de «tercermundista», pues ninguna administración -ni Ayuntamiento de Granada ni Junta de Andalucía- ha puesto remedio a ella al menos en las últimas dos o tres décadas.

Este periódico ya se hizo eco de esta problemática vecinal hace nada menos que 12 años, en septiembre de 2003. Nada ha cambiado desde entonces para desesperación de quienes residen en esa calle. Sigue el mismo estrechamiento y lo único que ha variado al alza, es la sensación de abandono que tienen los residentes. «Por mucho que hemos protestado, por más que hemos llamado a las asociaciones del barrio, nadie nos hace caso porque aquí vivimos gente muy mayor y tenemos pocas ganas de salir a protestar», explica José un residente «de toda la vida» de la mencionada calle y que da por sentado que nada va a cambiar.

Un barrio lleno de problemas similares

  • El caso de la calle Ceniceros no es único. De hecho, el histórico barrio muestra ejemplos similares en otras tan conocidas como Olivares, Aljibe del Trillo o Fátima, aunque su solución no sea tan simple como la de la primera. «No debiera ser tan complicado compaginar la conservación del Albaicín con facilitar la vida de sus vecinos y evitar que barrio pierda población», opina Lola Boloix, presidenta de la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín. Boloix conoce la problemática de Ceniceros desde hace años y en sus declaraciones a este periódico asegura que su asociación se va a implicar en la solución de este problema, «aunque nos tendremos que enfrentar de nuevo con Ayuntamiento y con la Junta».

José cuenta que aunque no sea habitual, pero tampoco una excepción, los equipos médicos que han acudido a atender una urgencia en la citada calle han tenido que dejar la ambulancia «como muy cerca en la cuesta Alhacaba» y se han tenido que desplazar a pie al domicilio del enfermo. O que en algún caso hayan tenido que evacuar en camilla a una persona que ha sufrido una patología muy grave, como un infarto, con el riesgo que conlleva perder unos minutos que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Pero lo que más temen los vecinos de Ceniceros es que se desate un incendio en una de las viviendas y los bomberos no puedan llegar. «Tendrían que dejar sus camiones bastante lejos y tirar las mangueras hasta llegar a la casa siniestrada; no me lo quiero ni imaginar», añade en este punto José.

El problema de que la pared del solar invada la calle y no se le haya podido 'comer' la esquina del mismo -hubiesen bastado 1,5 o 2 metros- deriva de una antigua vivienda morisca que se ubicaba en esos terrenos y que desapareció tiempo atrás. La especial protección urbanística de que goza -o padece, según el interlocutor con que se hable- el Albaicín, obliga a que cualquier intervención conlleve una excavación arqueológica para descubrir posibles restos. Máxime en este caso, dado que la finca formaba parte de esa vivienda tan especial desde el punto de vista histórico.

Propuesta

La solución que el propio dueño del solar propuso al Ayuntamiento de Granada hace años, era precisamente la de ceder los metros necesarios del terreno de su propiedad para facilitar el paso de todo tipo de vehículos a cambio de que se le permitiese edificar en ese solar un aparcamiento de vehículos, que tanto necesita el barrio dada la carencia de este tipo de espacios.

Todo apunta a que el Consistorio hizo oídos sordos a tal propuesta. El técnico que visitó en su día los terrenos informó en contra de esa pretensión dado el valor histórico de la finca y en base a la restrictiva legislación existente. Los vecinos, sin embargo, siempre pusieron en duda tal valor de la vieja casa que en buena parte ya no existe. «Aquí si quieres mover un ladrillo te lo tienes que pensar dos veces, porque no te dan licencia; y así está el barrio, con un gran número de casas que se caen de viejas porque no las pueden rehabilitar sus dueños», explica Ramón Alcaraz, tesorero de la Asociación de Vecinos del Albaicín y buen conocedor de todos estos problemas. Él mismo confiesa haber padecido este problema: 16 años a la espera de una licencia de obras para su vivienda. «Son las administraciones, e incluyo a todas, las que tienen paralizado este barrio; cualquier detalle de un proyecto de rehabilitación que no le guste a un técnico sirve para bloquear la obra o condenarte a una modificación que te cuesta mucho dinero y tiempo», añade a este periódico.

Sobre el caso de la calle Ceniceros, confiesa que a su asociación no ha llegado, al menos en los últimos años, una queja formal al respecto para que puedan actuar.

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