Granada, Málaga: vecindad sin ventanas

Un teatro como el Cervantes de Málaga es la sana envidia de los granadinos. Su programación es prieta y variada, con noches de ópera que sin alcanzar al Real, al Liceo o al Arriaga, al menos acoge algunas de las grandes producciones y no esos productos ínfimos que llegan esporádicamente a Granada y ni caben en los enanos escenarios: el de nuestro Palacio de Congresos por lo bajo, y del Isabel la Católica por lo estrecho. El Ayuntamiento malagueño lo luce como buque insignia de su quehacer cultural y bien orgulloso que está de ello, no como aquí, que el Isabel no posee ni fama nacional ni criterio comarcal, anclado en una programación a la deriva y asentado en unas arenas movedizas que hacen chirriar las butacas, cada vez más, a madera suelta y a tornillos flojos.

La Junta se esmera casi por igual en ambas ciudades. Allí el Cánovas y aquí el Alhambra. Las programaciones calcadas. Si acaso en la ciudad del Mediterráneo algo más de atención a la Danza, como recuerdo de aquella Muestra de Danza Contemporánea de hace unos lustros, que fue hito estético en Málaga y que Granada nunca la olió.

Estos días se celebra el XXXII Festival de Teatro de Málaga, que dirige con tesón y acierto Miguel Gallego. Por los escenarios del Cervantes y del precioso teatrito Echegaray pasan Charo López, José Sacristán, Vicky Peña, Mario Gas, Silvia Marsó, Concha Velasco, Ana Belén, Els Joglars... ¡Qué envidia! Un mínimo postigo conecta este veterano Festival, uno de los mejores de España, con la Granada que antaño tuvo uno y lleva décadas sin ninguno. Se trata de Histrión, una de las compañías señeras de Granada, que lleva a la ciudad vecina su última producción: Arizona. Y esa es otra. A pesar de que Granada tiene en su haber casi media docena de Premios Nacionales y algún que otro Premio Max, el Ministerio de Cultura se desentiende de esta ciudad en lo que a apoyo de los espectáculos se refiere. Por ejemplo La Compañía Nacional de Teatro Clásico visita Málaga con frecuencia, véase a finales de este mes de enero con el 'Don Juan' de Blanca Portillo, mientras por Granada lleva casi décadas sin aparecer.

Además de los mencionados escenarios, Málaga tiene el Alameda con su programación desenfada, el Universitario, algo lejos del centro, los alternativos en los que Granada está un poco mejor, y los de la provincia: muy activos los de Vélez, Nerja y Fuengirola.

En cuanto a orquestas, la Filarmónica de Málaga es casi hermana de la OCG granadina, ambas regidas por un consorcio que hace lo que puede. Pero lo peor es que casi nunca una quiere saber de la otra. Es rarísimo que la nuestra actúe en Málaga ni la malagueña en nuestro auditorio. Un ejemplo más de que somos vecinos, que nos damos la espalda en vez de darnos la mano.