Once segundos para cruzar la Gran Vía

Desde el pasado 29 de junio, con el fin de agilizar el tráfico y que los autobuses de la Línea de Alta Capacidad (LAC) cumplieran sus frecuencias de paso, la sala de control de tráfico redujo el tiempo de paso de peatones de los semáforos de la Gran Vía. Ahora, para cruzar hay entre 11 y 15 segundos, según la intersección y el horario del día, ya que hay pequeñas variaciones durante la jornada para optimizar la fluidez del tráfico rodado. Los ciclos duran 90 segundos, lo que da mucho más tiempo a los vehículos que a los viandantes. Pero antes de la LAC duraban 120 segundos, por lo que todos tenían que esperar más para cruzar. Eso sí, los peatones disponían de hasta 24 segundos con el semáforo en verde.

En comparación con otras calles de características parecidas como la avenida de la Constitución, Camino de Ronda o Arabial, los tiempos son mucho menores. En Constitución hay entre 12 y 20 segundos de luz verde para dos carriles (unos seis metros) en los pasos de cebra. Eso hace difícil cruzarla de golpe; lo más normal es quedarse en el paseo central. En Camino de Ronda, hay de 20 a 30 segundos para cruzar cuatro carriles, tiempos similares a los que hay Arabial.

La normativa estatal sobre pasos de peatones contempla una velocidad media de 1,2 metros por segundo para calcular el lapso de tiempo que deben permanecer abiertos los semáforos. Sin embargo, una modificación posterior publicada en el BOE el 11 de marzo de 2010 contempla la necesidad de adecuar los tiempos a una velocidad de 0,5 metros por segundo, paso estimado de las personas con movilidad reducida.

0,8 metros por segundo

La calzada de la Gran Vía tiene nueve metros de ancho. Así, en el paso de cebra más 'rápido', el de Tinajillas, la velocidad mínima para cruzar debería ser de 0,8 metros por segundo, dentro de los parámetros normales, pero por encima de las posibilidades de ancianos y otras personas con problemas de movilidad.

Según un estudio publicado por la 'Revista española de geriatría y gerontología', en España se siguen registrando quejas ciudadanas denunciando que los semáforos peatonales en áreas urbanas no dan tiempo suficiente para cruzar las calles con seguridad, especialmente a mayores y discapacitados. La Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa midió la velocidad de ambulación normal de una muestra representativa de españoles de edad igual o superior a los 75 años. El estudio comparó la velocidad media de esta muestra con la de referencia contemplada en la ley, de 0,7 m/s.

En el estudio se incluyeron 244 sujetos de edad igual o superior a los 75 años, 121 mujeres y 123 hombres. La velocidad media de las mujeres fue de 0,4 m/s, y la de los hombres 0,6 m/s. El análisis de frecuencias mostró que el 75,2% de las mujeres y el 66,7% de los hombres ambulaban a velocidades inferiores a 0,7 m/s. La velocidad de referencia que incluiría el 80% de mujeres y hombres de la muestra sería de 0,25 y 0,31 m/s, respectivamente. El estudio concluye que la velocidad de referencia de 0,7 m/s excluye una gran proporción de personas de edad avanzada. Concluye el estudio que se necesitan medidas urgentes para evitar la discriminación y garantizar la seguridad de este grupo creciente de la población.

En Granada, comenta un taxista que, desde que funciona la LAC, hay más fluidez en la circulación de la Gran Vía. Concuerdan con él un conductor de autobuses y un motorista. La reducción de los ciclos, de 125 a 90 segundos, permite que los vehículos estén menos tiempo detenidos en los semáforos. En general, todos los conductores están satisfechos con la situación actual. No todos los peatones están de acuerdo, aunque la gran mayoría no tiene problemas para cruzar.

Pepa, vecina de la Gran Vía, de 73 años de edad, asegura que ella no tiene problemas para cruzar. «Yo me pongo a pasar y si se me pone en rojo, se esperan. Nunca me han pitado y no creo que vayan a atropellarme», explica.

Juan, de 25 años, dependiente en una tienda de la zona responde a la pregunta con otra: «¿Hay menos tiempo en los pasos de cebra? No me había dado cuenta. Será porque siempre cruzo por donde puedo».

La concejala de Protección Ciudadana y Movilidad, Telesfora Ruiz, explica los motivos del cambio efectuado desde la sala de control de tráfico: «Se trata de dar mayor agilidad al tráfico y a los autobuses. Por eso hemos reducido el ciclo a 90 segundos. De esta manera los peatones y los vehículos tienen menos tiempo de espera». En efecto, los tiempos de espera para los peatones se han reducido una media de 27,2 segundos.

La regulación del tráfico se encuentra, no obstante, en un periodo de ajuste y adaptación, tal como explica la edil: «El tiempo fijado para el paso de peatones es suficiente para personas con movilidad normal, pero estamos valorando que quizás quede corto para personas mayores». En este sentido, anunció la posibilidad de que durante la próxima semana se hagan nuevos cambios para adaptar los tiempos.

Y no solo será en Gran Vía. En la calle Manuel de Góngora hacia el Paseo del Violón se contempla añadir unos segundos al semáforo de peatones. Ya se hizo así recientemente en la bajada de Doctor Olóriz para mejorar la circulación.

Los buses Sur-Norte no funcionan bien

Veinte días después de la puesta en marcha de la Línea de Alta Capacidad (LAC) y el nuevo ordenamiento del transporte público en la capital, la concejala del ramo, Telesfora Ruiz, hace un balance positivo. No obstante, reconoce que no está «del todo satisfecha» con el funcionamiento de las líneas de los barrios, ya que aunque la mayoría son «muy regulares», los autobuses Sur-Norte padecen «disfunciones en su regularidad».

La valoración general es alta, aunque el sistema se encuentra aún en un período de pruebas y ajustes. «Los objetivos ambientales se han cumplido. La ciudad tiene una imagen distinta, menos tráfico, menos ruido y menos contaminación. La frecuencia de paso de los autobuses de la LAC es correcta y la espera se hace muy ligera. Los ciudadanos hacen una buena valoración», explica Ruiz. Es más, comenta el hecho de que personas que antes tomaban un autobús de las antiguas líneas y luego probaron a hacer transbordos con la LAC, ahora andan un poco hasta llegar al circuito y coger allí la línea circular.

Las líneas de autobús urbano de barrio son otra cuestión. Opina la edil que, aunque «en términos generales funcionan bien, con una regularidad adecuada», no todas cumplen las expectativas. Se refiere a las líneas longitudinales, la SN-1 y la SN-2, que conectan el sur de la ciudad con el norte.

Técnicos de movilidad del Ayuntamiento y personal de la empresa concesionaria del servicio de autobús urbano, Rober, están analizando las causas de este funcionamiento irregular con el fin de ponerle una solución.

«Ahora el sistema es un engranaje bien engrasado, pero en el momento que algo falla, hay personas que esperan más de lo normal, con un trastorno evidente», explica la edil.

Reconoce asimismo que «no es una tarea fácil» hacer un cambio de estas dimensiones, que requerirá lo que llevamos de julio y todo el mes de agosto para terminar de ajustarlo. «Hay muchísimos factores que dificultan la tarea, pero todo esto se hace para construir y mejorar por un equipo preparado», asegura. Y además, promete que, una vez superadas las dificultades iniciales, la ciudad «cogerá su ritmo y recuperará su actividad normal».